SOCIEDAD DE BIBLIÓFILOS CHILENOS, fundada en 1945

Chile, fértil provincia, y señalada / en la región antártica famosa, / de remotas naciones respetada / por fuerte, principal y poderosa, / la gente que produce es tan granada, / tan soberbia, gallarda y belicosa, / que no ha sido por rey jamás regida, / ni a extranjero dominio sometida. La Araucana. Alonso de Ercilla y Zúñiga

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Location: Santiago de Chile, Región Metropolitana, Chile

Editor: Neville Blanc

Friday, August 31, 2007

PREMIAN A MIEMBRO DEL DIRECTORIO DE LA SOCIEDAD DE BIBLIOFILOS CHILENOS

PREMIO INTERNACIONAL A EDITOR CHILENO



El jueves 23 de agosto recién pasado, la Universidad Ricardo Palma, de Lima, confirió el doctorado Honoris Causa al destacado editor chileno Eduardo Castro Le-Fort, por su importante labor durante más de 50 años en pro del libro, especialmente en el ámbito de las publicaciones universitarias. El nombramiento señala textualmente: “…ha contribuido a prestigiar la edición de libros no sólo en el ámbito universitario de su país, sino de toda el habla hispana…”

Eduardo Castro es actualmente editor general de la Editorial Universitaria, empresa que fundara Arturo Matte Alessandri en 1947 al alero de la Universidad de Chile, y en la que él participó desde sus inicios. Es también presidente de la Asociación de Editores de Chile, entidad gremial que agrupa a la mayoría de los editores nacionales independientes, universitarios y autónomos, y miembro del directorio de la Sociedad de bibliófilos chilenos y de la Corporación Cultural Rector Juvenal Hernández J.

GERENCIA GENERAL
EDITORIAL UNIVERSITARIA

Monday, August 27, 2007

LIBRO DE ARTISTA

LA COLECCION DE LUIS USOZ

FALLECE BIBLIOFILO ESPANOL

Adiós a un político bibliófilo
Manuel Tarancón falleció ayer en Valencia a los 49 años, después de dedicar 28 a la política

N. C. / F. B. // El Pais
Manuel Tarancón falleció ayer en Valencia a la edad de 49 años a causa de un cáncer que combatió hasta el final, sin abandonar la política, a la que dedicó 28 años de su vida. Fueron, de hecho, su vocación política, su estima por el valenciano y su afición por los libros los rasgos más definitorios del ex consejero de Educación y Cultura. Nacido en Borriana en 1954, casado y con dos hijos, licenciado en Filosofía y Letras y funcionario de la Seguridad Social, Tarancón participó en el proceso de elaboración del Estatut d'Autonomia y fue consejero de Agricultura en el primer gobierno autonómico presidido por Enrique Monsonís. Fue teniente de alcalde de su ciudad hasta 1982 y tres años más tarde se afilió a Alianza Popular. Desde el refundado PP participó en la creación de RTVV. Más tarde pasó de nuevo a la política municipal de Valencia, siendo teniente de alcalde con Rita Barberá desde 1991 a 1995. En este intervalo ejerció de secretario y presidente provincial del PP en Valencia. En 1995 llegó a la presidencia de la Diputación de Valencia, hasta que en 1999 pasó a la Consejería de Educación y Cultura. Paralelamente a su ascensión política se diluía su influencia orgánica en el seno del PP.

Pese a varias operaciones, Tarancón se mantuvo hasta las últimas elecciones como consejero. Falleció en el hospital General de Valencia, siendo diputado de las Cortes Valencianas. A las 11 horas de hoy se abrirá la capilla ardiente en el Palau de la Generalitat y a las 17.00 se oficiará el funeral en la iglesia del Temple de Valencia. La Diputación ha decretado tres días de luto.
En la transición, Tarancón se granjeó fama de persona moderada, dialogante y liberal. Algunos vieron en él un exponente de la derecha civilizada. No en vano, le gustaba recordar su parentesco (sobrino segundo) con el cardenal Tarancón y su defensa del valenciano, del que discutía su filiación. Ya en la Diputación cobijó a los promotores de la llamada tercera vía, un intento por mantener una grafía diferenciada de la normativa académica del catalán sin caer en los despropósitos mayúsculos del secesionismo lingüístico, aunque participó en la instrumentalización del conflicto convertido en batalla política. En cualquier caso, sus adversarios políticos reconocen su estima por el uso de la lengua autóctona. Posiblemente, su última gran frustración personal fue no ser nombrado presidente de la Acadèmia Valenciana de la Llengua.
De su paso por la Corporación provincial queda el legado cultural del Museu Valencià de la I.lustració i la Modernitat, un empeño personal que pone de manifiesto su afición bibliófila. También fue el artífice de la extinción de la prestigiosa Institució Valenciana d'Estudis i Investigacions (IVEI), al mismo tiempo que iniciaba la recuperación de la figura del escritor socialista exiliado Max Aub y de Vicente Blasco Ibáñez. Intentó racionalizar una institución compleja y anacrónica.
Como consejero de Cultura, Tarancón participó en la creación de la AVL, creó la dirección general del Libro e inauguró la Biblioteca Valenciana, a la que donó su importante biblioteca personal. Pero el protagonismo cultural lo cedió en gran medida a la actual secretaria autonómica de Cultura, Consuelo Ciscar.
Por el contrario su papel en Educación fue determinante desde el principio. El retraso acumulado en las construcciones escolares era un lastre demasiado pesado ante las casi diarias protestas de los padres de alumnos y profesores por la congelación salarial. A ello se sumó la obligación de tener que aplicar una de las decisiones educativas más polémicas del Gobierno popular: consumar la operación de los conciertos comprometidos por su predecesor Francisco Camps con una decena de colegios de élite y religiosos vinculados al Opus Dei.
Pese a la fuerte embestida y crisis en la consejería, que hacía previsible su salida hacia la Acadèmia como una forma sutil de jubilación, Tarancón se mantuvo en el Gobierno lanzando una ambiciosa oferta de diálogo social, bajo el epígrafe de Pacto por la Educación, unido a su compromiso personal de "culminar el Mapa Escolar" antes de 2004. Y así lo propuso hasta abandonar la consejería, peleando hasta el final por un Mapa Escolar tras declarar que después de tantos años creía que había llegado "al máximo" al ser consejero de Educación y Cultura.
Las pasadas Navidades, Tarancón evidenció de nuevo su bibliofilia. Felicitó las fiestas con una obra escrita por él mismo que significativamente empezaba: "Desiderio Escribano, escritor en ciernes, anhelaba legar a su posteridad una obra redonda...". La dedicatoria suena hoy a triste y entrañable despedida: "A quienes han sufrido mis obsesiones a lo largo de los años, sobre todo a Encarna, Manolo y Paula. Sé que algún día me perdonarán". Tarancón falleció silenciosamente, a cinco semanas de su fecha mágica, ese 16 de marzo que hubiera anotado en su personal bitácora, como hacía puntualmente: "Serán entonces 28 años de actividad política ininterrumpida".

Friday, August 24, 2007

BIBLIOTECA TOTAL


La Biblioteca Total
Jorge Luis Borges

El capricho o imaginación o utopía de la Biblioteca Total incluye ciertos rasgos, que no es difícil confundir con virtudes. Maravilla, en primer lugar, el mucho tiempo que tardaron los hombres en pensar esa idea. Ciertos ejemplos que Aristóteles atribuye a Demócrito y a Leucipo la prefiguran con claridad, pero su tardío inventor es Gustav Theodor Fechner y su primer expositor es Kurd Lasswitz. (Entre Demócrito de Abdera y Fechner de Leipzig fluyen —cargadamente— casi venticuatro siglos de Europa.) Sus conexiones son ilustres y múltiples: está relacionada con el atomismo y con el análisis combinatorio, con la tipografía y con el azar. En la obra El certamen con la tortuga (Berlín, 1929), el doctor Theodore Wolff juzga que que es una derivación, o parodia, de la máquina mental de Raimundo Lulio; yo agregaría que es un avatar tipográfico de esa doctrina del Eterno Regreso que prohijada por los estoicos o por Blanqui, por los pitagóricos o por Nietzsche, regresa eternamente.
El más antiguo de los textos que la vislumbran está en el prier libro de la Metafísica de Aristóteles. Hablo de aquel pasaje que expone la cosmogonía de Leucipo: la formación del mundo por la fortuita cojunción de los átomos. El escitor observa que lo átomos que esa conjetura requiere son homogéneos y que sus diferencias proceden de la posición, del orden o de la forma. Para ilustrar esas distinciones añade: «A difiere de N por la forma, AN de NA por el orden, Z de N por la posición.» En el tratado De la generación y corrupción, quiere acordar la variedad de las cosas visibles con la simplicidad de los átomos y razona que una tragedia consta de iguales elementos que una comedia —es decir, de las veinticuatro letras del alfabeto.
Pasan trescientos años y Marco Tulio Cicerón compone un indeciso diálogo escéptico y lo titula irónicamente De la naturaleza de los dioses. En el segundo libro, uno de los interlocutores arguye:»No me admiro que haya alguien que se persuada de que ciertos cuerpos sólidos e individuales son arrastrados por la fuerza de la gravedad, resultando del concurso fortuito de estos cuerpos el mundo hermosísimo que vemos. El que juzga posible esto, tambien podra creer que si arrojan a bulto innumerables caracteres de oro, con las veintiuna letras del alfabeto, pueden resultar estampados los Anales de Ennio. Ignoro si la casualidad podra hacer que se lea un solo verso.» [1)]
La imagen tipográfica de Cicerón logra una larga vida. A mediados del siglo XVII, figura en un discurso académico de Pascal; Swift, a principios del siglo XVIII, la destaca en el preámbulo de su indignado Ensayo trivial sobre las facultades del alma, que es un museo de lugares comunes —como el futuro Dictionnaire des idées reçues, de Flaubert.
Siglo y medio más tarde, tres hombres justifican a Demócrito y refutan a Cicerón. En tan desaforado espacio de tiempo, el vocabulario y las metáforas de la polémica son distintos. Huxley (que es uno de esos hombres) no dice que los «caracteres de oro» acabarán por componer un verso latino, si los arrojan un número suficiente de veces; dice que media docena de monos, provistos de máquinas de escribir, producirán en unas cuantas eternidades todos los libros que contiene el British Museum. [2] Lewis Carroll (que es otro de los refutadores) observa en la segunda parte de la extraordinaria novela onírica Sylvie and Bruno —año 1893— que siendo limitado el número de palabras que comprende un idioma, lo es asimismo el de sus combinaciones posibles o sea el de sus libros. «Muy pronto —dice— los literatos no se preguntarán, ‘¿qué libro escribiré?’, sino ‘¿cuál libro?’ «Lasswitz, animado por Fechner, imagina la Biblioteca Total. Publica su invención en el tomo de relatos fantásticos Traumkristalle.
La idea básica de Lasswitz es la de Carroll, pero los elementos de su juego son los universales símbolos ortográficos, no las palabras de un idioma. El número de tales elementos —letras, espacios, llaves, puntos suspensivos, guarismos— es reduciso y puede reducirse algo más. El alfabeto puede renunciar a la cu (que es del todo superflua), a la equis (que es una abreviatura) y a todas las letras mayúsculas. Pueden eliminarse los algoritmos del sistema decimal de numeración o reducirse a dos, como en la notación binaria de Leibniz. Puede limitarse la puntuación a la coma y al punto. Puede no haber acentos, como en latín. Afuerza de simplificaciones análogas, llega Kurd Lasswitz a veinticinco símbolos suficientes (veintidós letras, el espacio, el punto, la coma) cuyas variaciones con repetición abarcan todo lo que es dable expresar: en todas las lenguas. El conjunto de tales variaciones integraría una Biblioteca Total, de tamaño astronómico. Lasswitz insta a los hombres a producir mecánicamente esa Biblioteca inhumana, que organizaría el azar y que eliminaría a la inteligencia. (El certamen con la tortuga de Theodore Wolff expone la ejecución y las dimensiones de esa obra imposible.) Todo estará en sus ciegos volúmenes. Todo: la historia minuciosa del porvenir, Los egipcios de Esquilo, el número preciso de veces que las aguas de Ganges han reflejado el vuelo de un halcón, el secreto y verdadero nombre de Roma, la enciclopedia que hubiera edificado Novalis, mis sueños y entresueños en el alba del catorce de agosto de 1934, la demostración del teorema de Pierre Fermat, los no escritos capítulos de Edwin Drood, esos mismos capítulos traducidos al idioma que hablaron los garamantas, las paradojas que ideó Berkeley acerca del Tiempo y que no publicó, los libros de hierro de Urizen, las prematuras epifanías de Stephen Dedalus que antes de un ciclo de mil años nada querrán decir, el evangelio gnóstico de Basílides, el cantar que cantaron las sirenas, el catálogo fiel de la Biblioteca, la demostración de la falacia de ese catálogo. Todo, pero por una línea razonable o una justa noticia habrá millones de insensatas cacofonías, de fárragos verbales y de incoherencias. Todo, pero las generaciones de los hombres pueden pasar sin que los anaqueles vertiginosos —los anaqueles que obliteran el día y en los que habita el caos— les hayan otorgado una página tolerable.
Uno de los hábitos de la mente es la invención de imaginaciones horribles. Ha inventado el Infierno, ha inventado la predestinación al Infierno, ha imaginado las ideas platónicas, la quimera, la esfinge, los anormales números transfinitos (donde la parte no es menos copiosa que el todo), las máscaras, los espejos, las óperas, la teratológica Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espectro insoluble, articulados en un solo organismo... Yo he procurado rescatar del olvido un horror subalterno: la vasta Biblioteca contradictoria, cuyos desiertos verticales de libros corren el encesante albur de cambiarse en otros y que todo lo afirman, lo niegan y lo confunden como una divinidad que delira.
1 No teniendo a la vista el original, copio la versión española de Menéndez y Pelayo (Obras completas de Marco Tulio Cicerón, tomo tercero, p.88). Deussen y Mauthner hablan de una bolsa de letras y no dicen que éstas son de oro; no es imposible que el «ilustre bibliófago» haya donado el oro y haya retirado la bolsa.
2 Bastaría, en rigor, con un solo mono inmortal.

Jorge Luis BORGES

La Biblioteca de Babel

El universo (que otros llaman la Biblioteca) se componte de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales, con vastos pozos de ventilación en el medio, cercados por barandas bajísimas. Desde cualquier hexágono se ven los pisos inferiores y superiores: interminablemente. La distribución de las galerías es invariable. Veinte anaqueles, a cinco largos anaqueles por lado, cubren todos los lados menos dos; su altura, que es la de los pisos, excede apenas la de un bibliotecario normal. Una de las caras libres da a un angosto zaguán, que desemboca en otra galería, idéntica a la primera y a todas. A izquierda y a derecha del zaguán hay dos gabinetes minúsculos. Uno permite dormir de pie; otro, satisfacer las necesidades finales. Por ahí pasa la escalera espiral, que se abisma y se eleva hacia lo remoto. En el zaguán hay un espejo, que fielmente duplica las apariencias. Los hombres suelen inferir de ese espejo que la Biblioteca no es infinita (si lo fuera realmente ¿a qué esa duplicación ilusoria?); yo prefiero soñar que las superficies bruñidas figuran y prometen el infinito... La luz procede de unas frutas esféricas que llevan el nombre de lámparas. Hay dos en cada hexágono: transversales. La luz que emiten es insuficiente, incesante.

Como todos los hombres de la Biblioteca, he viajado en mi juventud; he peregrinado en busca de un libro, acaso del catálogo de catálogos; ahora que mis ojos casi no pueden descifrar lo que escribo, me preparo a morir a unas pocas leguas del hexágono en que nací. Muerto, no faltarán manos piadosas que me tiren por la baranda; mi sepultura será el aire insondable; mi cuerpo se hundirá largamente y se corromperá y disolverá en el viento engendrado por la caída, que es infinita. Yo afirmo que la Biblioteca es interminable. Los idealistas arguyen que las salas hexagonales son una forma necesaria del espacio absoluto o, por lo menos, de nuestra intuición del espacio. Razonan que es inconcebible una sala triangular o pentagonal. (Los místicos pretenden que el éxtasis les revela una cámara circular con un gran libro circular de lomo continuo, que da toda la vuelta de las paredes; pero su testimonio es sospechoso; sus palabras, oscuras. Ese libro cíclico es Dios.) Básteme, por ahora, repetir el dictamen clásico: La Biblioteca es una esfera cuyo centro cabal es cualquier hexágono, cuya circunferencia es inaccesible.

A cada uno de los muros de cada hexágono corresponden cinco anaqueles; cada anaquel encierra treinta y dos libros de formato uniforme; cada libro es de cuatrocientas diez páginas; cada página, de cuarenta renglones; cada renglón, de unas ochenta letras de color negro. También hay letras en el dorso de cada libro; esas letras no indican o prefiguran lo que dirán las páginas. Sé que esa inconexión, alguna vez, pareció misteriosa. Antes de resumir la solución (cuyo descubrimiento, a pesar de sus trágicas proyecciones, es quizá el hecho capital de la historia) quiero rememorar algunos axiomas.

El primero: La Biblioteca existe ab alterno. De esa verdad cuyo colorario inmediato es la eternidad futura del mundo, ninguna mente razonable puede dudar. El hombre, el imperfecto bibliotecario, puede ser obra del azar o de los demiurgos malévolos; el universo, con su elegante dotación de anaqueles, de tomos enigmáticos, de infatigables escaleras para el viajero y de letrinas para el bibliotecario sentado, sólo puede ser obra de un dios. Para percibir la distancia que hay entre lo divino y lo humano, basta comparar estos rudos símbolos trémulos que mi falible mano garabatea en la tapa de un libro, con las letras orgánicas del interior: puntuales, delicadas, negrísimas, inimitablemente simétricas.

El segundo: El número de símbolos ortográficos es veinticinco. Esa comprobación permitió, hace trescientos años, formular una teoría general de la Biblioteca y resolver satisfactoriamente el problema que ninguna conjetura había descifrado: la naturaleza informe y caótica de casi todos los libros. Uno, que mi padre vio en un hexágono del circuito quince noventa y cuatro, constaba de las letras MCV perversamente repetidas desde el renglón primero hasta el último. Otro (muy consultado en esta zona) es un mero laberinto de letras, pero la página penúltima dice «Oh tiempo tus pirámides». Ya se sabe: por una línea razonable o una recta noticia hay leguas de insensatas cacofonías, de fárragos verbales y de incoherencias. (Yo sé de una región cerril cuyos bibliotecarios repudian la supersticiosa y vana costumbre de buscar sentido en los libros y la equiparan a la de buscarlo en los sueños o en las líneas caóticas de la mano... Admiten que los inventores de la escritura imitaron los veinticinco símbolos naturales, pero sostienen que esa aplicación es casual y que los libros nada significan en sí. Ese dictamen, ya veremos no es del todo falaz.)

Durante mucho tiempo se creyó que esos libros impenetrables correspondían a lenguas pretéritas o remotas. Es verdad que los hombres más antiguos, los primeros bibliotecarios, usaban un lenguaje asaz diferente del que hablamos ahora; es verdad que unas millas a la derecha la lengua es dialectal y que noventa pisos más arriba, es incomprensible. Todo eso, lo repito, es verdad, pero cuatrocientas diez páginas de inalterables MCV no pueden corresponder a ningún idioma, por dialectal o rudimentario que sea. Algunos insinuaron que cada letra podía influir en la subsiguiente y que el valor de MCV en la tercera línea de la página 71 no era el que puede tener la misma serie en otra posición de otra página, pero esa vaga tesis no prosperó. Otros pensaron en criptografías; universalmente esa conjetura ha sido aceptada, aunque no en el sentido en que la formularon sus inventores.

Hace quinientos años, el jefe de un hexágono superior dio con un libro tan confuso como los otros, pero que tenía casi dos hojas de líneas homogéneas. Mostró su hallazgo a un descifrador ambulante, que le dijo que estaban redactadas en portugués; otros le dijeron que en yiddish. Antes de un siglo pudo establecerse el idioma: un dialecto samoyedo-lituano del guaraní, con inflexiones de árabe clásico. También se descifró el contenido: nociones de análisis combinatorio, ilustradas por ejemplos de variaciones con repetición ilimitada. Esos ejemplos permitieron que un bibliotecario de genio descubriera la ley fundamental de la Biblioteca. Este pensador observó que todos los libros, por diversos que sean, constan de elementos iguales: el espacio, el punto, la coma, las veintidós letras del alfabeto. También alegó un hecho que todos los viajeros han confirmado: No hay en la vasta Biblioteca, dos libros idénticos. De esas premisas incontrovertibles dedujo que la Biblioteca es total y que sus anaqueles registran todas las posibles combinaciones de los veintitantos símbolos ortográficos (número, aunque vastísimo, no infinito) o sea todo lo que es dable expresar: en todos los idiomas. Todo: la historia minuciosa del porvenir, las autobiografías de los arcángeles, el catálogo fiel de la Biblioteca, miles y miles de catálogos falsos, la demostración de la falacia de esos catálogos, la demostración de la falacia del catálogo verdadero, el evangelio gnóstico de Basilides, el comentario de ese evangelio, el comentario del comentario de ese evangelio, la relación verídica de tu muerte, la versión de cada libro a todas las lenguas, las interpolaciones de cada libro en todos los libros, el tratado que Beda pudo escribir (y no escribió) sobre la mitología de los sajones, los libros perdidos de Tácito.

Cuando se proclamó que la Biblioteca abarcaba todos los libros, la primera impresión fue de extravagante felicidad. Todos los hombres se sintieron señores de un tesoro intacto y secreto. No había problema personal o mundial cuya elocuente solución no existiera: en algún hexágono. El universo estaba justificado, el universo bruscamente usurpó las dimensiones ilimitadas de la esperanza. En aquel tiempo se habló mucho de las Vindicaciones: libros de apología y de profecía, que para siempre vindicaban los actos de cada hombre del universo y guardaban arcanos prodigiosos para su porvenir. Miles de codiciosos abandonaron el dulce hexágono natal y se lanzaron escaleras arriba, urgidos por el vano propósito de encontrar su Vindicación. Esos peregrinos disputaban en los corredores estrechos, proferían oscuras maldiciones, se estrangulaban en las escaleras divinas, arrojaban los libros engañosos al fondo de los túneles, morían despeñados por los hombres de regiones remotas. Otros se enloquecieron... Las Vindicaciones existen (yo he visto dos que se refieren a personas del porvenir, a personas acaso no imaginarias) pero los buscadores no recordaban que la posibilidad de que un hombre encuentre la suya, o alguna pérfida variación de la suya, es computable en cero.

También se esperó entonces la aclaración de los misterios básicos de la humanidad: el origen de la Biblioteca y del tiempo. Es verosímil que esos graves misterios puedan explicarse en palabras: si no basta el lenguaje de los filósofos, la multiforme Biblioteca habrá producido el idioma inaudito que se requiere y los vocabularios y gramáticas de ese idioma. Hace ya cuatro siglos que los hombres fatigan los hexágonos... Hay buscadores oficiales, inquisidores. Yo los he visto en el desempeño de su función: llegan siempre rendidos; hablan de una escalera sin peldaños que casi los mató; hablan de galerías y de escaleras con el bibliotecario; alguna vez, toman el libro más cercano y lo hojean, en busca de palabras infames. Visiblemente, nadie espera descubrir nada.

A la desaforada esperanza, sucedió, como es natural, una depresión excesiva. La certidumbre de que algún anaquel en algún hexágono encerraba libros preciosos y de que esos libros preciosos eran inaccesibles, pareció casi intolerable. Una secta blasfema sugirió que cesaran las buscas y que todos los hombres barajaran letras y símbolos, hasta construir, mediante un improbable don del azar, esos libros canónicos. Las autoridades se vieron obligadas a promulgar órdenes severas. La secta desapareció, pero en mi niñez he visto hombres viejos que largamente se ocultaban en las letrinas, con unos discos de metal en un cubilete prohibido, y débilmente remedaban el divino desorden.

Otros, inversamente, creyeron que lo primordial era eliminar las obras inútiles. Invadían los hexágonos, exhibían credenciales no siempre falsas, hojeaban con fastidio un volumen y condenaban anaqueles enteros: a su furor higiénico, ascético, se debe la insensata perdición de millones de libros. Su nombre es execrado, pero quienes deploran los «tesoros» que su frenesí destruyó, negligen dos hechos notorios. Uno: la Biblioteca es tan enorme que toda reducción de origen humano resulta infinitesimal. Otro: cada ejemplar es único, irreemplazable, pero (como la Biblioteca es total) hay siempre varios centenares de miles de facsímiles imperfectos: de obras que no difieren sino por una letra o por una coma. Contra la opinión general, me atrevo a suponer que las consecuencias de las depredaciones cometidas por los Purificadores, han sido exageradas por el horror que esos fanáticos provocaron. Los urgía el delirio de conquistar los libros del Hexágono Carmesí: libros de formato menor que los naturales; omnipotentes, ilustrados y mágicos.

También sabemos de otra superstición de aquel tiempo: la del Hombre del Libro. En algún anaquel de algún hexágono (razonaron los hombres) debe existir un libro que sea la cifra y el compendio perfecto de todos los demás: algún bibliotecario lo ha recorrido y es análogo a un dios. En el lenguaje de esta zona persisten aún vestigios del culto de ese funcionario remoto. Muchos peregrinaron en busca de Él. Durante un siglo fatigaron en vano los más diversos rumbos. ¿Cómo localizar el venerado hexágono secreto que lo hospedaba? Alguien propuso un método regresivo: Para localizar el libro A, consultar previamente un libro B que indique el sitio de A; para localizar el libro B, consultar previamente un libro C, y así hasta lo infinito... En aventuras de ésas, he prodigado y consumido mis años. No me parece inverosímil que en algún anaquel del universo haya un libro total; ruego a los dioses ignorados que un hombre - ¡uno solo, aunque sea, hace miles de años! - lo haya examinado y leído. Si el honor y la sabiduría y la felicidad no son para mí, que sean para otros. Que el cielo exista, aunque mi lugar sea el infierno. Que yo sea ultrajado y aniquilado, pero que en un instante, en un ser, Tu enorme Biblioteca se justifique.

Afirman los impíos que el disparate es normal en la Biblioteca y que lo razonable (y aun la humilde y pura coherencia) es una casi milagrosa excepción. Hablan (lo sé) de «la Biblioteca febril, cuyos azarosos volúmenes corren el incesante albur de cambiarse en otros y que todo lo afirman, lo niegan y lo confunden como una divinidad que delira». Esas palabras que no sólo denuncian el desorden sino que lo ejemplifican también, notoriamente prueban su gusto pésimo y su desesperada ignorancia. En efecto, la Biblioteca incluye todas las estructuras verbales, todas las variaciones que permiten los veinticinco símbolos ortográficos, pero no un solo disparate absoluto. Inútil observar que el mejor volumen de los muchos hexágonos que administro se titula «Trueno peinado», y otro «El calambre de yeso» y otro «Axaxaxas mlo». Esas proposiciones, a primera vista incoherentes, sin duda son capaces de una justificación criptográfica o alegórica; esa justificación es verbal y, ex hypothesi, ya figura en la Biblioteca. No puedo combinar unos caracteres dhcmrlchtdj que la divina Biblioteca no haya previsto y que en alguna de sus lenguas secretas no encierren un terrible sentido. Nadie puede articular una sílaba que no esté llena de ternuras y de temores; que no sea en alguno de esos lenguajes el nombre poderoso de un dios. Hablar es incurrir en tautologías. Esta epístola inútil y palabrera ya existe en uno de los treinta volúmenes de los cinco anaqueles de uno de los incontables hexágonos, y también su refutación. (Un número n de lenguajes posibles usa el mismo vocabulario; en algunos, el símbolo biblioteca admite la correcta definición ubicuo y perdurable sistema de galerías hexagonales, pero biblioteca es pan o pirámide o cualquier otra cosa, y las siete palabras que la definen tienen otro valor. Tú, que me lees, ¿estás seguro de entender mi lenguaje?).

La escritura metódica me distrae de la presente condición de los hombres. La certidumbre de que todo está escrito nos anula o nos afantasma. Yo conozco distritos en que los jóvenes se prosternan ante los libros y besan con barbarie las páginas, pero no saben descifrar una sola letra. Las epidemias, las discordias heréticas, las peregrinaciones que inevitablemente degeneran en bandolerismo, han diezmado la población. Creo haber mencionado los suicidios, cada año más frecuentes. Quizá me engañen la vejez y el temor, pero sospecho que la especie humana - la única - está por extinguirse y que la Biblioteca perdurará: iluminada, solitaria, infinita, perfectamente inmóvil, armada de volúmenes preciosos, inútil, incorruptible, secreta.

Acabo de escribir infinita. No he interpolado ese adjetivo por una costumbre retórica; digo que no es ilógico pensar que el mundo es infinito. Quienes lo juzgan limitado, postulan que en lugares remotos los corredores y escaleras y hexágonos pueden inconcebiblemente cesar, lo cual es absurdo. Quienes la imaginan sin límites, olvidan que los tiene el número posible de libros. Yo me atrevo a insinuar esta solución del antiguo problema: La biblioteca es ilimitada y periódica. Si un eterno viajero la atravesara en cualquier dirección, comprobaría al cabo de los siglos que los mismos volúmenes se repiten en el mismo desorden (que, repetido, sería un orden: el Orden). Mi soledad se alegra con esa elegante esperanza.


FIN

LEALOS EN VERSION ELECTRONICA

"BIBLIOTECA PERSONAL"
DE JORGE LUIS BORGES
Prólogo:
A lo largo del tiempo, nuestra memoria va formando una biblioteca dispar, hecha de libros, o de páginas, cuya lectura fue una dicha para nosotros y que nos gustaría compartir. Los textos de esa íntima biblioteca no son forzosamente famosos. La razón es clara. Los profesores, que son quienes dispensan la fama, se interesan menos en la belleza que en los vaivenes y en las fechas de la literatura y en el prolijo análisis de libros que se han escrito para ese análisis, no para el goce del lector.
La serie que prologo y que ya entreveo quiere dar ese goce. No elegiré los títulos en función de mis hábitos literarios, de una determinada tradición, de una determinada escuela, de tal país o de tal época. Que otros se jacten de los libros que les ha sido dado escribir; yo me jacto de aquellos que me fue dado leer, dije alguna vez. No sé si soy un buen escritor; creo ser un excelente lector o, en todo caso, un sensible y agradecido lector. Deseo que esta biblioteca sea tan diversa como la no saciada curiosidad que me ha inducido, y sigue induciéndome, a la exploración de tantos lenguajes y de tantas literaturas. Sé que la novela no es menos artificial que la alegoría o la ópera, pero incluiré novelas porque también ellas entraron en mi vida. Esta serie de libros heterogéneos es, lo repito, una biblioteca de preferencias.
María Kodama y yo hemos errado por el globo de la tierra y del agua. Hemos llegado a Texas y al Japón, a Ginebra, a Tebas, y, ahora, para juntar los textos que fueron esenciales para nosotros, recorreremos las galerías y los palacios de la memoria, como San Agustín escribió.
Un libro es una cosa entre las cosas, un volumen perdido entre los volúmenes que pueblan el indiferente universo, hasta que da con su lector, con el hombre destinado a sus símbolos. Ocurre entonces la emoción singular llamada belleza, ese misterio hermoso que no descifran ni la psicología ni la retórica. La rosa es sin porqué, dijo Angelus Silesius; siglos después, Whistler declararía El arte sucede.

Wednesday, August 22, 2007







Alberto Manguel

Cómo convertir la erudición en best-seller

El último libro del autor que, como Umberto Eco, logró difundir su pasión lectora y hacer de la cultura un éxito de ventas.

Las bibliotecas, ya sea la mía o las que comparto con una mayor cantidad de lectores, siempre me han parecido lugares gratamente disparatados, y hasta donde alcanza mi memoria siempre me ha seducido su lógica laberíntica, la cual sugiere que la razón (si no el arte) gobierna una acumulación cacofónica de libros. Siento el placer de la aventura cuando me pierdo entre estantes atestados de libros con la seguridad supersticiosa de que una jerarquía de letras o de números me conducirá algún día al destino prometido." El fragmento –reconocible tanto por el estilo como por la temática– pertenece a "La biblioteca de noche", el último libro de Alberto Manguel, el autor que inscribiéndose en la tradición inaugurada por Umberto Eco logró que la erudición se convirtiera en best-seller. La cantidad de ejemplares vendidos de "Una historia de la lectura" es una prueba de que la pasión libresca puede ser contagiosa cuando se sabe cómo transmitirla. Y este autor políglota nacido en la Argentina, cuya primera lengua, sin embargo, es el inglés, que se nacionalizó canadiense pero vive en Francia, sabe muy bien de qué modo hacerlo. Este nuevo libro, que ha recibido el Premio Grinzane Cavour de Ensayo 2007, se refiere tanto a la intimidad de las bibliotecas personales como a las grandes bibliotecas emblemáticas, ya se trate de la de Alejandría –la famosísima que se destruyó el fuego y la nueva que se construyó para compensar, por lo menos simbólicamente, esa gran pérdida– o de la Biblioteca Nacional de Francia, la del Museo Británico o la del Congreso de los Estados Unidos. Pero al igual que en "Una historia de la lectura", su libro más difundido, también en éste habla desde su experiencia personal con los libros, desde la felicidad que éstos le brindaron a lo largo de su vida, desde su íntima relación con los textos, es decir, desde la subjetividad y no desde la erudición pedante. Para Manguel, como para todo lector apasionado, las bibliotecas no son sólo depósitos de libros, sino espacios simbólicos. Y más allá del orden que los volúmenes guarden en los estantes, existen entre ellos relaciones secretas que los vinculan entre sí. Lo que dicen excede en mucho el sentido literal: en ellos está escrita la vida del lector. Un biblioteca es también una forma de autobiografía. La biblioteca personal. Como no podía ser de otro modo, Manguel se refiere también a su propia biblioteca del pequeño pueblo de Mondion, Francia, donde reside desde hace algunos años. Esta biblioteca personal alberga muchos más libros que los que habitualmente tienen las bibliotecas particulares: cerca de 50.000 volúmenes. "La biblioteca en la que finalmente he reunido mis libros –dice– fue en sus comienzos, en algún momento del siglo XV, un granero encaramado sobre una colina al sur del Loira. Aquí, durante los años anteriores a la era cristiana, los romanos erigieron un templo en honor a Dionisios, la deidad de esta zona productora de vino; doce siglos después, una iglesia cristiana sustituyó al dios del éxtasis de la embriaguez por el dios que convirtió la sangre en vino." En este capítulo que tiene por título "La biblioteca como mito" Manguel inaugura la enumeración de las diferentes formas en que una biblioteca puede ser considerada: como orden, como espacio, como poder, como sombra, como azar, como isla, como imaginación... como hogar. El día y la noche le imponen dos órdenes diferentes: "Durante el día, en la biblioteca reina el orden. Me muevo con un propósito concreto, a lo largo y a través de los corredores de letras, en busca de un nombre o de una voz, convocando los libros a mi presencia de acuerdo con la clasificación que tienen asignada. (...) Pero de noche el ambiente cambia. Los sonidos son más ahogados, los pensamientos se hacen oír con mayor fuerza. (...)Me convierto en una especie de fantasma. Los libros son ahora la presencia real, y soy yo, su lector, quien, por medio de rituales cabalísticos y letras a medias vislumbradas, es convocado y atraído hacia cierto volumen y cierta página." La distinción tiene que ver con el título del libro. Manguel habla de la biblioteca de noche, aquella que se aleja de los órdenes impuestos. Calímaco, el primer bibliotecario, le dio a la biblioteca de Alejandría un orden alfabético. Los bibliotecarios que lo sucedieron encontraron o creyeron encontrar formas más eficientes de agrupar el material disponible. George Perec habla de otras muchas formas distintas de ordenamiento: por continentes o países, por colores, por fecha de adquisición o publicación, por formatos, por géneros, por períodos literarios, por idiomas, por prioridades de lectura, por la encuadernación, por series. Sin embargo, en una biblioteca, según Manguel, todo orden es provisional. Pero más allá de todos los ordenamientos posibles, existe uno subjetivo, personal, "afectivo". Es precisamente este orden "nocturno" el que le interesa al autor. Es por eso que se encarga de aclarar que no es su objetivo escribir "la" historia de la forma en que se ordenaron y preservaron los libros. "Me propuse hace varios años –dice con énfasis– no compilar una nueva historia de las bibliotecas ni añadir un tomo más a los ya dedicados en número alarmante a la bibliotecnología." Igual que en "Una historia de la lectura", en este nuevo libro los datos históricos son pasados por un tamiz sentimental, personal, que los vuelven próximos.Bibliotecas virtuales. Manguel no se refiere sólo a "las bibliotecas sólidas de madera y papel", sino también a aquellas intangibles que sólo se vislumbran en los parpadeos de la pantalla. Según él, la naturaleza humana no es naturalmente "monógama", por lo que los textos tradicionales y los virtuales no se excluyen mutuamente. Por el contrario, ambos se complementan. Internet es una suerte de inmensa biblioteca cuya inmensidad no puede remitir sino a la de Alejandría. Pero existe una diferencia entre una y otra. "Si la Biblioteca de Alejandría –afirma– fue el símbolo de nuestra ambición de omnisciencia, la Red es el símbolo de nuestra ambición de omnipresencia: la biblioteca que contenía todo se ha convertido en la biblioteca que contiene cualquier cosa." Para Manguel, internet, con su sensación de infinitud, no ha reducido la vieja sensación de infinitud de las bibliotecas tradicionales, "simplemente le ha conferido una especie de intangibilidad tangible." Quizás tampoco ambas difieran en aquello que se busca en su historia. "¿Qué es lo que busco, pues, –se pregunta el autor– al final de la historia de mi biblioteca?" No es ni una revelación, ni un conocimiento, ni una iluminación, ni una experiencia. El propio Manguel contesta: "Consolación, quizá. Quizás consolación". l

Mónica López Ocón mlopez@perfil.com.ar Fotos: Cedoc y gentileza de Editorial Norma.

Tuesday, August 21, 2007

DONACION DEL DR. ENRIQUE RAVAGO BUSTAMANTE

DONACIÓN DE «LA VOZ DEL SUR» A LA BIBLIOTECA NACIONAL DE LIMA, PERU.


En una ceremonia realizada en la nueva sede de la Biblioteca Nacional, en San Borja, el Dr. Enrique de Rávago Bustamante, abogado e investigador de la historia peruana, ha donado la colección completa del periódico «La Voz del Sur» a nuestro primer repositorio bibliográfico. La donación incluye los 248 números que se editaron de este diario, publicado entre 1925 y 1926 en la ciudad de Arica, cuando formaba parte del territorio peruano ocupado por Chile. Entre los propósitos de dicho periódico – que circuló de manera semiclandestina – sobresale el de contrarrestar la campaña de "chilenización", denunciando los abusos que se cometían contra los peruanos en las provincias cautivas.


T.H.M./20-VIII-2007

«LA VOZ DEL SUR» Y EL PLEBISCITO DE TACNA Y ARICA


«La Voz del Sur», diario (cada ejemplar lleva los retratos de Francisco Bolognesi y de Miguel Grau). Realizado en una imprenta itinerante a bordo del ‘Ucayali’ y del ‘Rímac’, surtos en la rada de Arica, entonces territorio peruano ocupado por Chile. N° 1 del 8 de agosto de 1925 hasta el N° 247 del 22 de junio de 1926. Encuadernación original de la época. Buen estado de conservación (restaurado). 40 x 29 cms. Colección completa (+ el número extraordinario en inglés, también signado con el N° 246), haciendo un total de 248 números. El lomo tiene las siglas del original propietario: L.F.P.R. (Luis Felipe Pezet Rey)

Extraordinario diario publicado en una Arica aún peruana que sufría los embates de la política de ‘chilenización’ contra su población y de la prensa chilena situada en ésa y en Tacna. Su propósito fue: 1) contrarrestar aquella ‘chilenización’, 2) denunciar los abusos a los que eran sometidos los peruanos en las ciudades cautivas y 3) explicar la bondad del inminente plebiscito según la estrategia de la comisión peruana que arribó a Arica en 1925. “Las cuatro páginas vibrantes de La Voz del Sur eran despachadas a tierra y repartidas por las calles con gran valentía por muchachos de la delegación, afrontando constantemente choques callejeros”. La plana completa del periódico consta en el ejemplar 247. Para su edición se utilizaron las máquinas del diario ‘La Prensa’ de Lima, clausurado por el gobierno de Leguía, las que permanecieron de manera itinerante a bordo del ‘Ucayali’, en la rada ariqueña.

Probablemente sea el periódico más raro impreso en el Perú. Existen dos ejemplares en los fondos hemerográficos de la Biblioteca Nacional de Lima y otro más en la colección que perteneció al historiador Félix Denegri Luna y que ha pasado a la biblioteca del Instituto Riva-Agüero de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Desconocido inicialmente a Jorge Basadre en su Introducción a las Bases Documentales de la Historia de la República, a Raúl Porras Barrenechea, a Manuel Tumba Ortega, a José Miguel Vélez Picasso, a Juan Gargurevich y a Dan Hazen. La Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos posee solo 11 números del periódico.

Jorge Basadre grafica su valía posteriormente en sus Memorias: “...Este fue un diario infatigable, valiente, y quienes lo distribuyeron no solo por las calles de las ciudades sino también en el campo afrontaron serios peligros. Fue recibido por la población nativa de todo el territorio con entusiasmo y como un símbolo de la peruanidad. Hoy es su colección una fuente indispensable”.

TEODORO HAMPE MARTÍNEZ

Monday, August 20, 2007

FERIA DEL LIBRO

9ª FERIA DEL LIBRO DE ÑUÑOA
Entre el 23 de agosto y el 2 de septiembre tendrá lugar la 9ª Feria del Libro de Ñuñoa,

evento organizado por la Cámara Chilena del Libro y la Municipalidad de Ñuñoa.
La muestra como es tradicional contará con entrada liberada y se desarrollará en la Casa de la Cultura de la comuna ubicada en Irarrázaval 4055, con un horario de funcionamiento de domingo a jueves de 11:00 a 20:30 hrs. y viernes y sábado de 11:00 a 21:00 hrs.
Esta nueva versión de la Feria del Libro de Ñuñoa ofrecerá un nutrido programa de actividades culturales, que incluirá presentaciones de libros, teatro, títeres, cuenta cuentos, danza, música, entre otros y cuyo propósito esencial es motivar la activa participación de los habitantes de la comuna en la Feria. Asimismo se realizarán visitas programadas para los alumnos de los establecimientos educacionales de la zona.
Como es tradicional, la Feria exhibirá una amplia y significativa muestra de la oferta editorial de nuestro país, a través 29 stands que reunirán a editoriales, distribuidoras y librerías.

CAMARA CHILENA DEL LIBRO

GABRIELA MISTRAL, UN LEGADO


Cristián Warnken: "Me da pena que dos mujeres se peloteen a Gabriela Mistral"

Maureen Lennon Zaninovic El Mercurio
"Somos un virus extraño al interior de la televisión abierta". C W
El poeta se refiere a las declaraciones de Nivia Palma. Mañana inicia un nuevo ciclo de "Una belleza nueva".
Maureen Lennon Zaninovic Apasionado por la obra de Gabriela Mistral y difusor de su complejo pensamiento educativo, Cristián Warnken se muestra molesto por las declaraciones de Nivia Palma a "El Mercurio". La directora de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam) señaló anteayer, en clara referencia a Paulina Urrutia, ministra de Cultura: "Soy la única voz autorizada en Chile para hablar del legado de Gabriela Mistral". "Nadie puede arrogarse la vocería de la Premio Nobel. Su única vocería son sus poemas. Me da mucha pena que dos mujeres se peloteen su legado a través de la prensa. Es una falta de delicadeza y de tino sin precedentes. Espero que estas declaraciones no sean fuegos fatuos ni operaciones mediáticas, sino que ojalá se produzca un trabajo serio de edición y de recuperación de las obras completas de la poeta; así como se hizo con Neruda y Huidobro", señala Warnken. "Espero que se difunda de verdad. Si estuviera viva, seguro que Gabriela Mistral estaría indignada por esta 'farandulización'. Hay que hablar menos de ella, actuar en silencio, leerla a fondo y empaparse de su genio".

Chateo del público

El director de la Escuela de Literatura de la Universidad del Desarrollo inicia mañana (11:30 horas, TVN) otra temporada de "Una belleza nueva". El ciclo incluye varias novedades; entre ellas, una página web que permitirá a los espectadores chatear, una vez que finalice la emisión del capítulo, con el entrevistado: "Para ello inauguramos el sitio www.unabellezanueva.org, en la línea de contribuir a una televisión educativa y transformarnos en una universidad abierta a distancia. Queremos ser un espacio de debate donde los espectadores puedan compartir en vivo y en directo".

-¿Cuánto rating tiene desde que está en televisión abierta? "Depende de los entrevistados. Hemos llegado a los 4 puntos, lo que para nosotros es un éxito, porque éste es un programa de una exigencia de concentración radical. Que durante una hora, sin comerciales, una persona siga un tema tan denso como el tiempo y Heiddeger no deja de ser impresionante".

-¿Qué entrevistados han arrojado mayor sintonía? "Varios. El poeta Raúl Zurita obtuvo uno de los mayores ratings; también la entrevista al 'hombre pájaro', al matemático Ricardo Baeza, y a Luis Bernaschina, un psiquiatra antroposófico, un intelectual anónimo y de bajo perfil que se transformó en un bombazo. Creo que le arruiné la vida (se ríe), porque ahora lo sigue todo Chile".

-¿A quién le gustaría tener en este nuevo ciclo? "A Marcelo Bielsa. Me encantaría conversar con él profundamente sobre fútbol. Y a Nicanor Parra, a quien parece que tendré que grabar con una cámara indiscreta". "Un milagro" Este nuevo ciclo de 24 entrevistas incluye conversaciones con invitados de las más diversas áreas, entre ellos Bernard Pivot, legendario conductor del desaparecido espacio cultural de la televisión francesa "Bouillon de culture", cuyo famoso cuestionario Proust ha sido utilizado en innumerables oportunidades -entre ellas, por James Lipton, en el espacio "Inside the Actor's Studio" "Pivot me dijo que mi programa era 'un milagro', porque en Francia a lo más ahora se emiten mesas redondas. Quedó bastante impresionado, y más aún que lo entrevistara durante toda una hora sin cortes comerciales". Un ex Blops estará en el primer capítulo El nuevo ciclo de "Una belleza nueva" parte mañana, a las 11:30 horas, a través de las pantallas de TVN (se repite a las 20:00 horas por la señal de cable ARTV). El primer entrevistado es el ecólogo chileno Juan Pablo Orrego: "Es interesante cómo este músico, que formó parte del grupo Los Blops, llega a la ecología a través de su e xperiencia con los pueblos indígenas. Él tiene un diagnóstico radical de lo que viene, con cambios muy catastróficos. Orrego citó a uno de los grandes ecologistas mundiales: 'estamos fritos', porque ya la basura quedó programada de manera profunda en la Tierra. Frente a este panorama desolador, el hombre debe cambiar", señala Warnken.También estuvo un a semana en Francia: "Fue una maratón. En cuatro días entrevisté a 13 personas, entre ellas, al filósofo Jean-Luc Nancy, al físico Etienne Klein y al escritor Pascal Quignard".

Friday, August 17, 2007

GABRIELA VOLVIENDO A CHILE


Nivia Palma, directora de la Dibam: "Soy la única voz autorizada en Chile para hablar del legado de Gabriela Mistral"

Gabriela Gayani Schele
"Aunque a algunas no les guste, la Mistral retorna a una sola institución: la Dibam", dice Palma. Mientras, la ministra de Cultura entrega detalles sobre el material mistraliano.
GABRIELA GAYANI SCHELE El Mercurio

"Me ha sorprendido la locuacidad de muchas autoridades respecto del tema del legado de Gabriela Mistral, porque creo que aquí el papel más importante lo han jugado el embajador de nuestro país en Estados Unidos, Mariano Fernández, por expresa instrucción de la Presidenta de la República; la comunidad del Valle del Elqui y, particularmente, la Dirección de Archivos y Museos con todas sus instituciones", señala Nivia Palma, directora de la Dibam. Molesta, agrega que gracias al conocimiento de la Dibam, Doris Atkinson se convenció de traer el material a Chile: "El 11 de mayo, Doris firma un documento en el que entrega la autorización y el manejo de los derechos a la Orden Franciscana junto con algunos pequeños objetos, pero la biblioteca de Gabriela y todos los demás objetos los entrega a la Dibam, señalando que los documentos deben permanecer en la Biblioteca Nacional y que los otros objetos deberán ser llevados al museo de Vicuña o a alguna repartición de la propia Dibam. Además, le otorga la responsabilidad de digitalizar y pasar a microfilmes estos archivos, los que sean posibles, en un plazo de cinco años y entregar copias de ellos a las universidades de Chile, Católica y de La Serena; a la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y a la OEA".

-¿Por qué enfatiza que la Dibam es la única encargada del material mistraliano? "Porque sólo la Dibam puede definir el lugar donde están los materiales; sólo la Dibam puede definir el programa de itinerancias, y si estos materiales son llevados a comunas, a qué comunas. Me extrañan las declaraciones últimas, porque, para que el embajador Mariano Fernández pudiera recibir el legado de Gabriela, debí entregarle un poder que fue legalizado en Chile y en Estados Unidos". "Lo que quiero decir es que, a pesar de que a algunas no les guste, Gabriela vuelve a Chile, y a una sola institución, que es la Dibam. No para que la guardemos para nosotros, sino que, obviamente, la protejamos, la conservemos y hagamos una divulgación como corresponde. Lo preciso, porque la verdad es que ya me está generando un poquito de molestia todo esto".

-¿A quiénes se refiere? "Sólo repito que he sido sorprendida por conferencias de prensa ayer (miércoles) y hoy día (ayer). Ninguna otra institución, sino la Dirección de Bibliotecas y Museos, puede definir qué se hace con los documentos o a dónde van. Digo esto porque soy la única voz autorizada para hablar del legado de Gabriela en Chile".

El tema que ocupa al Ministerio de Cultura

Ya lo dijo el miércoles, pero ayer a mediodía lo repitió: "Es el tema que más ha quitado el sueño al Consejo de Cultura este año y el hito histórico-cultural más trascendente de aquí al Bicentenario". Por eso, la ministra Paulina Urrutia citó a la prensa para mostrar imágenes de lo que fue, paso a paso, el trayecto de once horas que las cajas con fotografías, cartas y manuscritos de la poeta hicieron desde la casa habilitada en Massachusetts por Doris Atkinson y Susan Smith, su colaboradora, hasta la embajada de Chile en Estados Unidos. Además, todo el proceso de retorno del material de Gabriela Mistral a suelo chileno fue grabado por la documentalista María Elena Wood. Urrutia explicó que con la llegada del material a territorio chileno, en Estados Unidos comienza el registro e inventariado de los documentos, "proceso que debería tardar meses y no años, de modo que en el segundo semestre de 2008 el material llegue a Chile". La ministra informó que la muestra viajará por distintos lugares de Chile, siempre que las condiciones lo permitan, para lograr que la mayor cantidad de interesados pueda acceder al material.

Se adelantan los plazos

Ahora, según explica Nivia Palma, los abogados deben tramitar la autorización del Estado norteamericano para que los documentos puedan ser sacados de su territorio. Básicamente, esto tiene una dimensión tributaria; es decir, que se defina que no son bienes comerciales, sino de carácter cultural. Mientras, Pedro Pablo Zegers, director del Archivo del Escritor, que ayer viajó a Washington, chequeará que lo que esté en las cajas corresponda al inventario. Constatará el estado de conservación de las piezas y filmará el material. En Chile hay que hacer un trámite de aceptación de la donación a través de una resolución y un decreto, porque formalmente tienen que ingresar a la Dibam los objetos, que serán inventariados como parte del patrimonio de la Dibam. Cuando el material llegue, debe dictarse un decreto de los ministerios de Educación y de Hacienda para formalizar el ingreso de estos documentos al patrimonio del Estado a través de la Dibam. "Zegers se quedará todo lo que sea necesario. Pensábamos que los tiempos iban a ser más largos; sin embargo, ahora creemos que podríamos aspirar a que en el segundo semestre del próximo año empiecen a llegar los materiales a Chile. El punto es que debemos estar preparados para que cuando lleguen esté todo listo. El inicio de la digitalización también comenzará el próximo año".

GABRIELA MISTRAL


Después de 50 años: Legado mistraliano ya está en territorio chileno

Antonieta Cádiz, Maureen Lennon Zaninovic El Mercurio
Foto: ANTONIETA CÁDIZ
El material fue trasladado en un camión desde South Hadley hasta Washington en un viaje que duró cerca de once horas. Nivia Palma, directora de la Dibam, confirma una millonaria inversión para recibir este archivo.
ANTONIETA CÁDIZ Corresponsal WASHINGTON.– El legado de Gabriela Mistral ya está oficialmente en territorio nacional, luego que ayer por la noche en la embajada de Chile en Washington se viviera un momento histórico al recibir el material que la ex albacea de la poeta, Doris Dana, guardó celosamente por 50 años en Estados Unidos. En medio de una gran expectación periodística, el camión que trasladó el legado literario desde South Hadley (Massachusettes) -lugar desde donde la heredera de Dana, Doris Atkinson, entregó el material de la poeta chilena-, llegó a la embajada pocos minutos después de las ocho de la noche, luego de un viaje de once horas. El proceso fue dirigido por el embajador Mariano Fernández, quien previamente había viajado en forma especial a South Hadley a firmar los documentos necesarios para oficializar el traspaso y supervisar el embalaje. El legado fue asegurado en un millón y medio de dólares para ser trasladado a Washington, y según lo informado por Luis Vargas Saavedra a mediados de julio en Massachusetts, consta de 100 cajas que contienen 860 documentos con alrededor de 100 poemas no publicados, 500 cartas inéditas y cinco álbumes de cuero con fotos de Mistral, su sobrino Yin Yin y su familia. Sin embargo, el embajador Fernández no descarta que una vez que se realice el análisis del material en la embajada se puedan encontrar más cosas. En el momento en que el legado llegó a la sede diplomática chilena, el embajador Fernández leyó una declaración oficial a la prensa, en la que agradeció a todas las personas que participaron en este proceso: "La llegada de este valioso patrimonio es la culminación de la primera etapa de su traslado a nuestro país. Este 15 de agosto es un gran día para Chile, para su patrimonio cultural y para la memoria de Gabriela Mistral". Al ser consultado por los obstáculos experimentados en el traspaso, Fernández recalcó que el trabajo conjunto de representantes diplomáticos como el agregado cultural Cristián Campos, el ministro consejero Isauro Torres y el abogado Charles Bruce, fue fundamental en el proceso: "Me refiero a muchos obstáculos en general, porque no había ninguna claridad de parte de Doris Atkinson, como se podía transferir esto, incluso escuchamos opiniones de personas que decían que esto no debería ir a Chile. Por eso agradecí especialmente la labor del abogado estadounidense Charles Bruce". Tras la conferencia de prensa, se brindó con vino chileno, celebrando la llegada de la Mistral. "Ya está aquí, ella ya está aquí", se escuchaba en los pasillos. El embajador recibió el material a nombre de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile (Dibam), la Orden Franciscana en Chile y la Biblioteca Nacional de Chile, instituciones beneficiarias directas del legado de la poeta. Las 100 cajas serán mantenidas en una habitación que ya fue bautizada "Sala Gabriela Mistral", ubicada en el tercer piso del edificio, que consta de una estantería especial, una puerta con clave de ingreso, alarma de humo, extintores y sistemas que mantengan una humedad y temperaturas controladas. El embajador Mariano Fernández recalcó también que la sala en que se conservará el material está en las "mejores condiciones posibles". Además, señaló que no hay que olvidar que "el material ha pasado 50 años de allá para acá. Ha estado en Maples, en Santa Barbara, en Long Island, guardado en garages". Para este sábado esta prevista la llegada a Washington de Pedro Pablo Zegers, director del Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional, quien será el encargado de analizar el legado de la poeta y organizarlo para su traslado a Chile. "Ésta es una primera etapa muy significativa y trataremos de colaborar con Dibam, la Biblioteca Nacional, para que el trabajo de análisis se haga rápido y el material llegue a su destino final", manifestó a este diario. Cristián Campos, agregado cultural de la embajada de Chile, explicó a "El Mercurio" que el acceso al archivo estará estrictamente reducido y que el embajador Fernández ya dio indicaciones para tratar la seguridad del legado con "extremo celo". Según Cristián Campos, existe la idea de organizar algunas actividades en la embajada aprovechando la presencia del material en Washington. El embajador Fernández agregó al respecto que la institución diplomática es sólo una custodia del legado y que corresponderá a los beneficiarios decidir si se realiza alguna actividad en Washington con el material, además del análisis ya previsto. Aunque se estima que el legado sería trasladado a Chile a fines del próximo año, la fecha exacta será determinada una vez que Zegers comience su trabajo.

Los beneficiarios

Según lo que estipuló el documento de traspaso del legado de Mistral, firmado por Doris Atkinson el 11 de mayo pasado, la Orden Franciscana en Chile recibirá los "copyrigths y royalties", parte de la memorabilia de la poeta, además de una de las tres biblias de cuero de Mistral, el prendedor que usó en su traje para recibir el Nobel y dos crucifijos que se cree fueron de su propiedad. La Biblioteca Nacional de Chile será beneficiaria de los manuscritos originales y otras pertenencias y la Dibam recibirá parte de la memorabilia y los libros de Mistral. "Este es un hito cultural" La ministra de Cultura, Paulina Urrutia, es clara al señalar la importancia de lo vivido ayer en Washington: "Hemos hecho un hito cultural histórico, ya que el material de Gabriela Mistral pisa territorio chileno, lo que corona una serie de trabajos que felizmente el Consejo de la Cultura y las Artes ha tenido el honor de liderar. En esto han sido claves el Ministerio de Relaciones Exteriores, a través de su embajada, la Dibam y una infinidad de representantes de la sociedad civil que corresponden al mundo mistraliano, que ha operado con una generosidad impresionante". La ministra explica que ahora sólo resta esperar que el Servicio de Impuestos Internos de Estados Unidos se pronuncie respecto de la legitimidad de los beneficiarios, esto es, la Orden Franscicana, la Biblioteca Nacional y la Dibam. "Es el paso jurídico que falta, luego del cual habrá que enviar a uno o más expertos que se aboquen a la tarea de registro, a lo que seguirá el proceso de traslado. Sin lugar a dudas, éste es el hito más grande que vamos a vivir de aquí al Bicentenario".

Estrictas medidas de seguridad tendrá la Biblioteca Nacional

MAUREEN LENNON ZANINOVIC Aunque todavía falta más de un año para que el material inédito de Gabriela Mistral llegue al país, la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam) realizó una fuerte inversión para acondicionar las bóvedas que acogerán este valioso tesoro. "Llamamos a licitación en febrero, y en marzo comenzamos a instalar modernos sistemas de climatización y control de humedad, pintamos las paredes e instalamos estanterías que aseguren la no combustibilidad de los materiales. Por muy hermosos que sean, se acabaron los muebles de madera. Las puertas también son contra incendio, lo que aumenta aún más la seguridad de las bóvedas", señala Nivia Palma, directora de la Dibam, quien agrega que si bien los manuscritos y objetos de la Premio Nobel podrían llegar a Chile recién a fines de 2008, "quisimos desde ya preparar la casa para que todo esté en óptimas condiciones de conservación. Las medidas de seguridad son máximas; tanto que sólo dos personas de la Dibam portarán las llaves de las bóvedas: Pedro Pablo Zegers, director del Archivo del Escritor, y la historiadora Emma de Ramón. Robarnos será una misión imposible". De Ramón complementa: "Instalamos una máquina especializada que se llama termohidrógrafo, que permite que las condiciones climáticas sean estables, para no dañar los papeles". Al consultársele sobre el monto de la inversión, Nivia Palma precisa: "Se trata de una suma de varios millones de pesos y Gabriela se lo merece. También quiero ser bien clara, esto no significa que el material no será conocido por el público. Por disposición testamentaria, tenemos un compromiso con Doris Atkinson, actual albacea de la autora de 'Tala', de microfilmar y digitalizar todos los manuscritos. Además, entregaremos copia de este material a las universidades de Chile, Católica y La Serena; a la Biblioteca del Congreso de EE.UU. y a la OEA, y realizaremos muestras itinerantes con algunas piezas que son susceptibles de traslado. Con respecto a las pertenencias y objetos de la Mistral, éstas pasarán al Museo de Vicuña".Agrega que mañana Pedro Pablo Zegers viajará a Washington, donde durante dos meses efectuará una primera evaluación de los materiales y analizará su estado de conservación. En esta tarea lo ayudará Elizabeth Horan, una de las mayores expertas mundiales en la obra de la Premio Nobel. "Hemos presentado un proyecto para el presupuesto 2008 de la Dibam, que nos permitirá trabajar todo el material de Gabriela y microfilmarlo; y con ello estamos cumpliendo con el mandato presidencial de entregar todos los medios económicos necesarios para que sus manuscritos se queden en casa, en las mejores condiciones. Además, estamos arreglando la oficina del Archivo del Escritor, para atender como se debe a todos los investigadores mistralianos", puntualiza Palma.

Friday, August 10, 2007

UN AUTOR PARA COLECCIONAR, y esta cerca, en Buenos Aires




Pablo De Santis (44)
El detective literario

Noticias, Buenos Aires
Comenzó escribiendo historietas y hoy es uno de los autores más leídos de la Argentina. Los secretos de la novela con la que ganó el premio mejor cotizado de la narrativa iberoamericana.


Me llamo Sigmundo Salvatrio. Mi padre llegó a Buenos Aires desde un pueblo que está al norte de Génova y sobrevivió gracias al oficio de zapatero. Cuando se casó con mi madre, ya tenía su propia zapatería, especializada en calzado de hombre: no se daba maña con los zapatos de mujer. Muchas veces lo ayudé en sus tareas, y si hoy en nuestra profesión se habla de mi método para clasificar las huellas halladas en la escena del crimen (el método Salvatrio), debo esa invención a las horas que pasé con las hormas y las suelas. Investigadores y zapateros ven el mundo desde abajo, y unos y otros se ocupan de los pasos humanos en el momento en que estos se desvían del camino."Así comienza "El enigma de París", la novela con que Pablo De Santis ganó el Premio de Narrativa Iberoamericana Planeta-Casamérica, un galardón destinado a promover la narrativa española en todos los países de habla hispana y el mejor remunerado de América Latina (200.000 dólares).Más allá del premio que obtuvo, se trata de una de esas novelas que, una vez comenzadas, no pueden dejarse y que generan en el lector el deseo de que no terminen nunca porque constituyen una compañía y un refugio al que volver cada vez que se sienten deseos de salir del mundo real para penetrar en otros que deparan mayores emociones. De Santis, que ha sido traducido al francés, al italiano, al portugués, al alemán, al checo, al griego, al holandés y al ruso, sabe muy bien cómo capturar la atención del lector desde la primera página hasta la última. Quizás lo aprendió en su trabajo como periodista, como guionista de historietas y como autor de los lectores más difíciles de conquistar: los adolescentes. Lo cierto es que en "El enigma de París" la intriga se combina sabiamente con la escritura seductora y con una ambientación que tiene mucho de escenográfica y que, por lo tanto, permite la reconstrucción visual del escenario de los hechos a medida que se avanza en la narración. La acción se desarrolla en 1889, en París, hacia donde se dirige Sigmundo Salvatrio, ayudante del famoso detective Renato Craig para participar de la reunión de los Doce, un grupo integrado por los doce detectives más célebres del mundo, que esta vez son convocados con motivo de la Exposición Universal para mostrarle al mundo sus casos más célebres y revelarle las formas de la investigación y su concepción del crimen. Pero uno de los Doce cae misteriosamente de la torre Eiffel que en el año en que transcurre la novela está en pleno proceso de construcción. Pero es mejor, como afirma el propio De Santis, amante de las intrigas detectivescas, "no revelar el final". El género policial. Doce detectives, una exposición que pretende mostrar al mundo los secretos de su oficio, un crimen misterioso. Es evidente que abundan los elementos de la novela policial. ¿Pero se trata, en rigor, de una novela policial o de una vuelta de tuerca sobre el género? "Es una novela ‘sobre’ el policial –aclara De Santis–. El elemento policial está tan exagerado que se convierte en otra cosa. En realidad, habla del policial para hablar de otras cosas distintas. Al exagerar un elemento, casi se sale del género."¿Se trata, acaso, de un tratado sobre el género policial? "En un momento la vi un poco más como una enciclopedia –contesta–. En principio la novela iba ser un poco más larga, pero luego no quise dispersarme porque quería que la historia se siguiera con agilidad. Me gustaba que aparecieran claramente los relatos que hay dentro de ella."Y en realidad la novela que responde al canon policial hablando de un crimen y una investigación, habla también de muchas otras cosas. Por ejemplo, de la relación entre la filosofía y la investigación detectivesca. "La investigación –dice el detective Craig en la novela– es un acto de pensamiento, el último rincón donde la filosofía busca su refugio. La filosofía académica se ha convertido en historia de la filosofía o en mera filología. Somos la última esperanza del pensamiento organizado." También habla del deseo humano de abarcar la totalidad del mundo a través de una exposición, de la naturaleza teatral de la realidad que se pone en evidencia en el carácter escenográfico que percibe Sigmundo Salvatrio en el hotel en que se reúne con sus colegas en París, de la existencia de mundos tan ocultos como diversos, de las historias que se esconden en los objetos...La forma de enciclopedia a la que el autor dice haber renunciado, sin embargo, no ha desparecido del todo, sino que se ha transformado en otra cosa. ¿Acaso una exposición como la Exposición de París que tiene el deseo de mostrar todos los objetos del mundo no es una enciclopedia en sí misma? "Sí –asegura De Santis– en esa exposición hay un voluntad muy fuerte de concentrar, como en una enciclopedia, todas las cosas del mundo. Hay algo de ingenuo en ese deseo de juntar todo en el mismo lugar."Uno de los elementos que producen fascinación en las novelas del autor son precisamente los objetos, desde tinteros hasta lupas y plumas de escribir, que revelan en la narración una fuerte carga literaria. Esta pasión por los objetos se había hecho evidente en "El calígrafo de Voltaire" y reaparece en "El enigma de París", como si hubiera algo en común que relaciona a las cosas más diversas. "Me encanta escribir sobre objetos –explica– pero no soy muy apegado a ellos. No soy fetichista, de acumular cosas. Generalmente soy bastante desprendido, inclusive con los libros. Sobre todo, no puedo ser un coleccionista, no puedo mantener una serie, no puedo juntar objetos en un orden determinado. Pero siempre escribí sobre objetos. Recuerdo una vieja historieta que yo escribía a los veinte, allá por los ’80, que se llamaba "Lucas Lenz y el museo del Universo". En este museo había toda una colección de objetos extravagantes y en un momento determinado era arrasado y el héroe de la historia, una especie de detective, era especialista en buscar objetos perdidos. Así que cada aventura era un objeto. Creo que ese esquema de la relación entre los objetos y la aventura lo mantuve." Como suele suceder, la razón de su elección presente está en la infancia: "Quizás esto suceda porque cuando era chico uno de mis libros favoritos era la enciclopedia ‘Lo sé todo’, cuyos tomos estaban encuadernados de diferentes colores y donde todo estaba mezclado. Creo que no tuve todos los volúmenes, sino sólo tres o cuatro, pero la leí muchas veces y la recuerdo toda. Me gustaba eso de que aparecieran los romanos seguidos del caucho y de Madame Curie. Me encantaba que no hubiera una relación entre tema y tema." Quizás la enciclopedia favorita de la infancia de De Santis reprodujera el orden anárquico del Universo. La literatura en cambio, tiende a buscar un orden para el caos: "Claro, uno comienza a narrar porque tiene un problema para clasificar las cosas del mundo. Si pudiera clasificar las cosas, no contaría nada. Narrar tiene que ver con la infancia. Para mí escribir es como continuar los juegos de cuando era chico, porque los juegos siempre son narrativos, tanto los de los varones con los castillos y los soldaditos de mi época, como los de las mujeres. No se puede jugar sin narrar."Cómo se escribe una novela. La historia de "El enigma de París" tiene un contexto histórico preciso. De Santis confiesa que en su relato hay "mucho de inventado y también de cosas ciertas". Y agrega: "Cuando uno trabaja con un tema histórico, elige de manera caprichosa. Cuando uno imagina algo trata de que sea algo verosímil, pero cuando toma algo de la realidad, en cambio, lo toma por su inverosimilitud o por su fuerte carácter expresivo. Para mí narrar es, en parte, saber qué elegir. Sobre la Torre Eiffel hay un gran volumen de información, pero toda esta información hay que pasarla por el tamiz de la imaginación." Cada escritor tiene su forma particular de concebir una ficción. De Santis no es la excepción. Confiesa que piensa mucho tiempo la historia, "como si la fuera habitando mentalmente" y que en esa tarea previa a la escritura puede emplear más de un año. Luego llega el momento de poner "manos a la obra". En este punto, reconoce tres etapas: "la invención, la lógica y la escritura y uno va superponiendo los tres modos de trabajar."La explicación parece sencilla. Cualquier aspirante a escritor puede recurrir a esta fórmula. Pero los resultados no están garantizados. No hay recetas para lograr una historia que, como "El enigma..." transporte al lector a París y lo haga bajarse en la estación equivocada del subte de Buenos Aires.
Mónica López Ocón mlopez@perfil.com.ar Fotos: Marcelo Escayola.

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