SOCIEDAD DE BIBLIÓFILOS CHILENOS, fundada en 1945

Chile, fértil provincia, y señalada / en la región antártica famosa, / de remotas naciones respetada / por fuerte, principal y poderosa, / la gente que produce es tan granada, / tan soberbia, gallarda y belicosa, / que no ha sido por rey jamás regida, / ni a extranjero dominio sometida. La Araucana. Alonso de Ercilla y Zúñiga

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Location: Santiago de Chile, Región Metropolitana, Chile

Editor: Neville Blanc

Monday, October 25, 2010

ORGANIZADA POR LA CÁMARA CHILENA DEL LIBRO -DESDE EL 29 DE OCTUBRE AL 14 DE NOVIEMBRE-

Abajo de izquierda a derecha: Enrique Gómez-Correa, Francisco Coloane, José Luis Rosasco, Roque Esteban Scarpa.
Arriba: Nicanor Parra, José Donoso, Jorge Teillier, Enrique Lafourcade, Pablo Huneeus, Virginia Cox, Carlos Iturra y Enrique Campos Menéndez. (Parque Forestal, década de los 80).



Reportaje Recuerdos y proyecciones
En su aniversario la Feria del Libro rinde homenaje a los escritores chilenos

Organizada por la Cámara Chilena del Libro -desde el 29 de octubre al 14 de noviembre-, las expectativas para esta edición son altas. Su 30° aniversario coincide con los dos siglos de la Independencia y Chile es el país invitado de honor.


PEDRO PABLO GUERRERO

Santiago de Chile
domingo 24 de octubre de 2010
Actualizado a las 5:54 hrs.
El Mercurio Artes y Letras

Visitar cada año la Estación Mapocho hace recordar el poema de Parra titulado "Proyecto de tren instantáneo". Su locomotora, imagina el antipoeta, está en el lugar de destino (Puerto Montt) y el último carro en el punto de partida (Santiago). "La ventaja que presenta este tipo de tren/ consiste en que el viajero llega/ instantáneamente a Puerto Montt en el/ momento mismo de abordar el último carro/ en Santiago". Sólo debe trasladarse con sus maletas. "Una vez realizada esta operación/ el viajero puede proceder a abandonar/ el tren instantáneo/ que ha permanecido inmóvil/ durante todo el trayecto".

La Feria del Libro ha conseguido realizar el proyecto de Parra. Sus visitantes llegan a una estación ferroviaria donde hace décadas dejaron de salir trenes. Los nuevos viajeros no sólo pueden ir a Puerto Montt. Les está permitido llegar a cualquier lugar del espacio y del tiempo sin salir del recinto. Hojear libros equivale a pasar de un carro a otro. Moverse sin necesidad de un móvil. Negar incluso la posibilidad del movimiento, como en la aporía de Zenón de Elea sobre la carrera de Aquiles contra la tortuga.


Treinta años han pasado desde la primera Feria y a los visitantes más jóvenes les parece que siempre ha estado ahí, bajo las cerchas metálicas y las centenarias columnas y cúpulas beaux arts de Emilio Jecquier. Pero no es así. Hasta 1988 la muestra librera se realizó en el Parque Forestal, detrás del Museo Nacional de Bellas Artes. Siempre, eso sí, a orillas del Mapocho. El mismo río junto al que lloró Monterroso. La ribera en la que han situado sus ficciones Lastarria, Lafourcade, Gómez Morel y Nona Fernández, siguiendo la muralla enterrada de origen colonial que obsesiona a Carlos Franz.

Los años del Forestal

Durante sus ocho primeros años, la Feria del Libro fue apenas más que eso: una feria. Un espacio precario en un tiempo precario. Ampolletas de 80 watts alumbrando la noche del apagón cultural: una veintena de locales atendidos por sus propios dueños. Escritores y editores como Pablo Huneeus, que cada vez que vendía un libro tocaba una campana, como si fuera un acontecimiento. Y tal vez lo era.

El autor de "La cultura huachaca" cree que la principal contribución de la Feria era llevar el libro a la calle. "Escribir en Chile para los chilenos. Es lo que hacían los impresionistas, pintar no en la Academia, sino en el lugar de los hechos. Es otro el resultado, más real y cercano al corazón", recuerda Huneeus. Y todavía no se resigna a su traslado a la Estación Mapocho: "En recinto cerrado, donde cobran por entrar, la Feria se guateó . Me quedo con la del Jumbo: gratis, más barata y mayor variedad de libros nacionales".

Otro visitante de esos años, Ramón Díaz Eterovic, también echa de menos ese espíritu original. "La Feria parecía pensada a escala humana y era un punto de encuentros muy animados para los que entonces éramos escritores jóvenes. Todavía no se convertía en una especie de vagón del metro en el que hay que abrirse paso a codazos".

Distinta es la opinión del poeta Floridor Pérez, que cuenta una anécdota significativa en su pragmatismo. "En la Feria de 1986, en el Forestal, yo debía presentar 'Pena de extrañamiento', de Enrique Lihn, pero autor, editor y presentador esperamos en vano que la lluvia dejara de azotar los stands cubiertos de nylon, como casas Copeva. Muy romántico, pero poco funcional".

Otra clase de turbulencias recuerda Carlos Franz. "Los manifestantes contra la dictadura corrían a refugiarse en la Feria, y ahí los tomaban presos. Me tocaba ir a la Comisaría en calle Santo Domingo. El argumento: no son subversivos, son 'lectores'. Y lo mejor es que el capitán a cargo -un buen lector- fingía creerlo y los soltaba".

Pero tal vez ninguna imagen sintetiza mejor la informalidad de esa etapa que la fotografía en blanco y negro convertida hoy en postal: un grupo de doce escritores -de generaciones distintas, varios de ellos Premios Nacionales- sentados en la escalinata del MAC. El lugar que ocupan, hacia dónde miran, con quién conversan, revela mucho del campo literario de esos años.

La Feria bajo techo

Cuando en 1989 fue trasladada a la Estación Mapocho, Donoso se quejó de que la nueva Feria olía a papas fritas. Seguramente. Pero eso no impidió que en el primer fin de semana la visitaran 23 mil personas. Y eso que nunca antes habían tenido que pagar entrada. La estrella de ese año fue el autor español J. J. Benítez. Su "Caballo de Troya" arrasaba en España y América Latina: un millón de ejemplares vendidos.

Con el tiempo, la muestra se volvió cada vez más cosmopolita. En 1990 se le agregó el rótulo "internacional", que se hizo real bajo la gestión de Franz como productor ejecutivo a partir de 1991. "Cinco años después, trabajando como chinos, habíamos conseguido internacionalizarla. Fue nuestro aporte a la reinserción de Chile en el mundo", recuerda.

Las mesas redondas, presentaciones y conferencias se multiplicaban. ¿Cómo orientar al público frente a tantas actividades simultáneas? La organización destinó un locutor a tiempo completo. Una voz en off que resultaba -y resulta- tan característica como la asistencia de ciertos autores, cuya presencia era un espectáculo en sí mismo.

Ana María del Río nunca se va a olvidar de lo que le pasó una tarde que estaba autografiando ejemplares junto a José Donoso. "Pepe estaba cansado, pero firmaba con mucho ánimo los libros y era extraordinariamente amable con la gente. De pronto se le acercó una señora llevando un libro a todo color de 'Moby Dick' en una mano y un niñito en la otra. Se dirigió a Pepe con los ojos brillantes y le dijo algo al niño que llevaba de la mano. Luego se acercó a Pepe y le dijo, pasándole el libro: '¿Me lo podría firmar, por favor?' Pepe, algo confundido y sonriente le dijo: 'Pero señora, si yo no lo escribí'. Entonces la señora le dijo en voz baja a Pepe, indicándole al niñito que estaba a su lado: 'Es que yo le dije que usted era el capitán Ajab. Por favor, no me deje mal y fírmemelo'. Entonces Pepe sonrió, tomó su lapicera y estampó una gran firma en 'Moby Dick' ".

Donoso recibió en 1993 un homenaje memorable. Se reunieron a conversar con él diez escritores, la mayoría pertenecientes a la nueva narrativa chilena -entonces en su apogeo-, que habían asistido a su taller literario en los años ochenta. Entre ellos estaban Gonzalo Contreras, Jaime Collyer, Arturo Fontaine y Marco Antonio de la Parra.

El narrador y psiquiatra fue uno de los escritores que más provecho sacó de la Feria para promover sus libros y los de su generación. Ese ha sido, a su juicio, el mayor aporte de la muestra. "El encuentro de autores y lectores y, en épocas de más difícil acceso al libro, la apertura a novedades, cosa que se ha ido perdiendo con el tiempo", comenta De la Parra. Su mejor recuerdo es el de "El cabaret de las palabras en peligro", en 1998. "Un invento hecho con Cristián Warnken dirigiendo la Feria, de monologar sin rutina, en el vacío, acerca de la palabra. Un salto al abismo. Fue una Feria con mucha imaginación".

Otro hito fue, en 1999, el diálogo entre Roberto Bolaño y Pedro Lemebel, ambos en la cima de sus carreras. El peor momento de la Feria, en cambio, fue 1995. "Cuando ni el gobierno de la época ni la Feria -recuerda Franz- supieron defender el derecho de Salman Rushdie a presentarse en ella. Iba a ser su primera aparición publica en el mundo. Qué oportunidad perdida para Chile".

La muestra del Bicentenario

Las expectativas para esta edición son altas. No sólo porque cumple 30 años, sino porque el aniversario coincide con los dos siglos de la Independencia y Chile es el país invitado de honor.

"Me gustaría que se hiciera una panorámica de la literatura oral indígena y colonial chilena. Así podríamos ver cuánto hemos avanzado como sociedad", plantea Gladys González, quien participará en dos recitales de poesía.

Ana María del Río no se queda atrás. "Espero una exposición magna de los libros de todas las editoriales, con precios tan convenientes que realmente marquen un hito y subrayen la naturaleza cultural de la Feria".

Más crítico se muestra Díaz Eterovic. "No sabía que Chile fuera el invitado de honor -dice-. Se supone que la literatura chilena debería ser la invitada permanente. Hace años que no me hago ninguna expectativa especial. Simplemente me gusta ver tanto libro reunido y el contacto que suele producirse con los lectores".

Pablo Huneeus acusa una situación desfavorable para el producto nacional. "En la Estación Mapocho hay puros libros españoles, que vienen subvencionados. El libro chileno, en el Bicentenario, nada. ¿Dónde están González Vera, el más fino narrador de Chile; Pablo de Rokha, su más genial poeta, y 'Gran Señor y Rajadiablos'? Lo menos que se podría hacer para el Bicentenario es cumplir el decreto del Padre de la Patria que abolió todo impuesto y censura a libros e impresos".

Similar opinión expresa Franz. "Me gustaría que la Feria reforzara a las editoriales chilenas. Y fomentara su internacionalización. Un país sin una fuerte edición propia no es totalmente independiente", advierte.

De la Parra llama a dejar un registro del debate. "Es un megaencuentro alrededor de nuestra identidad que no debería quedar simplemente en el recuerdo borroso de otra Feria más".

17 días permanecerá abierta al público.

9.000 metros cuadrados de superficie de exhibición.

180 stands de editoriales, librerías y empresas.

700 sellos editoriales chilenos e internacionales.

70 invitados extranjeros.

530 escritores nacionales.

265 mil personas visitaron la Feria en 2009.

Nueve encuentros para destacar

Conversación con Jorge Edwards (sábado 30 de octubre, 18:00 horas).

Ciclo "200 años de literatura chilena": mesas redondas en torno a la poesía, la narrativa, géneros autobiográficos, la tradición oral, creación de los pueblos originarios, escritoras mujeres, las figuras de Pablo Neruda y Gabriela Mistral, las relaciones con el cine. Desde el 30 de octubre al 13 de noviembre.

Encuentro con el escritor argentino Eduardo Sacheri ("El secreto de sus ojos"). Participan Diana Massis y Juan Cristóbal Guarello (sábado 30 de octubre, 20:00 horas).

Presentación de Alejandro Jodorowsky , a cargo de María Teresa Cárdenas (domingo 31 de octubre, 19:00 horas).

Mesa redonda sobre literatura de viajes. Participan Sergio Missana , Andrea Jeftanovic , Beltrán Mena y Cynthia Rimsky (miércoles 3 de noviembre, 18:00 horas).

"Centenario: vida y obra de Óscar Castro ". Participan Isolda Pradel y Marta Paulina Enberg (3 de noviembre, 19:00 horas).

"Chile tiene la palabra: Festival literario". Participan escritores nacionales junto a invitados extranjeros. Desde el 4 al 6 de noviembre.

Conversación con Antonio Cisneros . Presenta Erick Pohlhammer (6 de noviembre, 18:00 horas).
Homenaje a Guillermo Blanco . Participan: María Teresa Cárdenas, José Manuel Zañartu y Jorge Montealegre (jueves 11 de noviembre, 18:00 horas).

Presentaciones imperdibles
* "La muerte juega a ganador", de Ramón Díaz Eterovic (Lom). Sábado 30 de octubre, 17:30 horas.

* "Diego Portales, monopolista, sedicioso, demoledor", de Gabriel Salazar (Universidad de Santiago). Presenta Luis Felipe Figueroa. Sábado 30 de octubre, 16:00 horas.

* "La casa de Electra", de Carlos Tromben (Alfaguara). Presenta Marcelo Simonetti. Domingo 31 de octubre, 18:00 horas.

* "Antología poética de los 80", de Andrés Morales (Mago Editores). 31 de octubre, 18:00 horas.

* "Chile, relación del Reyno", de Jorge Baradit, Álvaro Bisama, Francisco Ortega y Mike Wilson (Ediciones B). Viernes 5 de noviembre, 19:00 horas.

* "Los Tenaces", de José Miguel Varas (Lom). Viernes 5 de noviembre, 19:00 horas.

* "Baba", de Armando Uribe (Mago). Sábado 6 de noviembre, 20:00 horas.

* "La otra mujer", de Roberto Ampuero (Editorial Norma). Presenta el ministro de Cultura, Luciano Cruz-Coke. Domingo 7 de noviembre, 16:30 horas.

* "Un canon narrativo chileno", de Camilo Marks (Random House-Mondadori). Presentan Carla Guelfenbein y María Teresa Cárdenas. 7 de noviembre, 19:00 horas.

* "El Bulto", de Luis López-Aliaga (Calabaza del Diablo). Presentan: Nona Fernández, Diego Zúñiga y Simón Soto. Martes 9 de noviembre, 20:00 horas.

* "Grandes visiones de la historia", de Bernardino Bravo (Universitaria). Presenta José Ignacio Vásquez. Jueves 11 de noviembre, 19:00 horas.

* "El lento silbido de los sables", de Patricio Manns (Catalonia). Presentan José Miguel Varas y José Bengoa. 11 de noviembre, 20:00 horas.

* "Obras Completas", de María Luisa Bombal (Zig-Zag). Participan Lucía Guerra y José Manuel Zañartu. 13 de noviembre, 17:00 horas.

* "Aeropuerto", de Alberto Fuguet (Alfaguara). Presentan: Pablo Cerda, Sergio Paz y Antonio Díaz Oliva. 13 de noviembre, 20:00 horas.

* "La venganza del silencio", de Alonso Cueto (Planeta). Presenta Arturo Fontaine. 13 de noviembre, 20:00 horas.

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