SOCIEDAD DE BIBLIÓFILOS CHILENOS, fundada en 1945

Chile, fértil provincia, y señalada / en la región antártica famosa, / de remotas naciones respetada / por fuerte, principal y poderosa, / la gente que produce es tan granada, / tan soberbia, gallarda y belicosa, / que no ha sido por rey jamás regida, / ni a extranjero dominio sometida. La Araucana. Alonso de Ercilla y Zúñiga

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Editor: Neville Blanc

Wednesday, November 30, 2011

NICANOR PARRA

Nicanor Parra se perfila como ganador del Premio Cervantes
Mañana se dará a conocer el nombre del escritor que obtendrá el reconocimiento más importante otorgado por España. La crítica apuesta por Parra como ganador del prestigioso premio.
Foto: José Alvujar, El Mercurio
Literatura MADRID.-
Si todo sigue el guión previsto, el premio más importante de las letras hispanas viajará desde España a Chile. Y es que Nicanor Parra, junto a otros autores latinoamericanos, se perfila este año como ganador del Premio Cervantes, que se falla este jueves en Madrid.


El galardón más prestigioso de las letras en español fue concedido en la anterior edición a la escritora española Ana María Matute. Y una regla no escrita, pero vigente desde la creación del premio en 1975, establece que españoles y latinoamericanos se alternan anualmente como ganadores.

Los críticos españoles apuestan casi todos los años al antipoeta como ganador del premio, pero en esta oportunidad los pronósticos son aún más intensos.

También se baraja como ganador al poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, el novelista colombiano Fernando Vallejo y el uruguayo Eduardo Galeano, además del escritor argentino Ricardo Piglia o el de la poetisa cubana Fina García Marruz.

De ganar esta última, sería la cuarta mujer en recibir el reconocimiento, tras las españolas María Zambrano (1988) y Matute (2010) y su compatriota Dulce María Loynaz (1992).

El premio está dotado con 125 mil euros y lo concede anualmente el Ministerio de Cultura de España como reconocimiento a un escritor que ha contribuido con su obra al enriquecimiento del legado hispánico.

El Premio Cervantes no puede ser dividido, declarado desierto o ser concedido a título póstumo. Sólo en una ocasión, el jurado no cumplió con estas premisas: fue en 1979, cuando la distinción fue conjunta para el poeta español Gerardo Diego y el escritor argentino Jorge Luis Borges.

Los candidatos al galardón son propuestos anualmente por la Real Academia Española de la Lengua (RAE), las Academias de la Lengua de los países de habla hispana, los autores distinguidos en ocasiones anteriores y las instituciones vinculadas a la literatura en lengua castellana.

Y el encargado de decidir a quién se otorga el galardón es un jurado de 11 miembros cuya composición no se desvelará hasta el momento del fallo, si bien se sabe que del mismo forma parte Matute, como ganadora de la pasada edición. Y también el mexicano José Emilio Pacheco, Premio Cervantes 2009, que el año pasado no pudo estar en el jurado por problemas de salud.

Será el próximo 23 de abril, fecha de la muerte de Miguel de Cervantes (1547-1616), cuando como cada año, el rey Juan Carlos de España entregue el galardón al premiado, en la tradicional ceremonia que alberga el Aula de la Universidad de Alcalá de Henares, la localidad en la que nació el autor de "El Quijote".



Tuesday, November 29, 2011

The Four Seasons - I. Spring - Lara St. John & the heartland festival or...

DE NUESTROS SOCIOS: JAIME ANTÚNEZ

Revista Humanitas de UC presentó en Roma su versión en inglés.
Felicitaciones al Director: Jaime Antúnez:
http://www.catholicnewsagency.com/news/pontifical-anthropology-magazine-now-available-in-english/

 Rome, Italy, Nov 29, 2011 / 08:07 pm (CNA).-

The Pontifical Commission for Latin America announced in Rome on Nov. 29 that the Catholic anthropology magazine “Humanitas” will now be available in English.

The magazine, founded in 1995, explores themes related to Christian culture from Catholic intellectuals worldwide and is issued by the Pontifical Catholic University of Chile.

Guzman Carriquiry, secretary of the commission, made the announcement on Tuesday along with university rector Ignacio Sanchez and “Humanitas” director Jaime Antunez.

The first edition of the English-language version is over 250 pages and includes a number of essays from the 63rd edition (July-September 2011) in Spanish which was devoted to the life and work of the late Pope John Paul II.

Authors in the first English edition include Cardinals Angelo Scola, Angelo Amato, Stanislaw Dziwisz, Mauro Piacenza and Avery Robert Dulles, who died in 2008. The publication also contains essays by Livio Melina, Stanislav Grygiel, Pedro Morande and Knights of Columbus Supreme Knight Carl Anderson.

The English version of the Humanitas will be published twice a year both in print and online at the website http://www.humanitas.cl./web/.



INVITACION A LOS SOCIOS Y AMIGOS DE LA SBCH

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Monday, November 28, 2011

CONTRATO DE APPLE A LA VENTA EN SOTHEBY S

Published on Informe21.com (http://informe21.com)
Se venderá en Nueva York el contrato de creación de Apple firmado por Steve Jobs
Por Editor EA
Created 28/11/2011 - 8:29pm

El contrato en el que Steve Jobs, Ronald Wayne y Stephen Wozniak estamparon sus firmas en 1976 para fundar Apple saldrá a subasta el próximo 13 de diciembre en Nueva York, anunció hoy la firma Sotheby's, que ha valorado el documento en entre 100.000 y 150.000 dólares.

El contrato con el que los tres estadounidenses crearon la popular firma tecnológica está fechado el 1 de abril de 1976 y, según señaló Sotheby's en un comunicado, formará parte de una subasta centrada en libros preciados y manuscritos que la casa organizará en su sede en Manhattan.

"Es el primer capítulo en la historia de una de las compañías más importantes de Estados Unidos", indicó la casa de subastas sobre un documento de dos páginas y media en el que se decidió que Jobs y Wozniak ostentaran cada uno el 45 % de las acciones de la nueva empresa y Wayne, quien redactó el contrato, se quedara con el 10 %.

Según Sotheby's, Jobs, fallecido este año a los 56 años de edad, atrajo a Wayne al proyecto para que éste convenciera a Wozniak de que debían crear una nueva compañía en lugar de seguir trabajando para otras tecnológicas.

"La persuasión de Wayne fue tan efectiva que ambos le ofrecieron el 10 % de las acciones en la recién creada Apple Computers", indicó la casa de subastas.

Tan sólo once días después de formalizar la fundación de Apple, Wayne abandonó la compañía "temeroso de los riesgos que entrañaba la nueva empresa", según detalla Sotheby's, y firmó un documento en el se deshizo de sus acciones a cambio de 800 dólares y que también integra el lote que la firma venderá el próximo mes.


Según los cálculos que ofrece Sotheby's, si Wayne no se hubiera retirado de Apple, su participación inicial en la empresa valdría hoy más de 2.000 millones de dólares.

"De un modelo inicial que venía sin pantalla, teclado o batería, Apple ha llegado a convertirse en un gigante mundial que ha convertido la tecnología y la comunicación en arte", subrayó Sotheby's en el mismo comunicado. EFE

TÁCITO Y LAS SS

Desfile nazi durante la convención de Núremberg, en 1936.- AP



ELPAÍS.com Lunes, 28/11/2011
REPORTAJE
El libro más venerado por las SS
Un estudio analiza la visión sesgada y a conveniencia que los nazis hicieron de 'Germania', de Tácito - Himmler buscó un manuscrito del clásico en Italia en 1943

JACINTO ANTÓN - Oslo - 28/11/2011

¿Cuál es el libro más peligroso del mundo? El Mein Kampf, contestarán muchos rápidamente. La Biblia; el Corán; el Malleus maleficarum, el gran manual para la caza de brujas; El manifiesto comunista; algún grimorio como el ficticio Necronomicón, Madame Bovary, Kamasutra... Las respuestas pueden ser muy variadas, pero a pocos se les ocurriría seriamente considerar peligrosa una obrita como la Germania de Tácito, poco más de 30 páginas de tratado étnicogeográfico con intencionalidad moralizante escritas a finales del siglo I de nuestra era por un historiador romano. Y sin embargo, ¡diablos, qué daño ha hecho el librito de marras!

Un cónsul romano abducido por Himmler


El Reich usaba al autor latino para justificar su política racial


Según el historiador, Germania era un asco de sitio para vivir

Para los nazis fue una biblia de su causa: consideraban que probaba la superioridad alemana y se lo citó para justificar las leyes raciales de Núrenberg. Himmler tenía una fijación con esa obra, y ya se sabe a lo que conducían las fijaciones del reichsführer. En 1943 envió un destacamento de las SS a Italia para hacerse con el más antiguo manuscrito que se conserva del librito de Tácito, el Codex Aesinas. Curiosa empresa nazi: conseguir un libro para venerarlo y no para quemarlo, como era lo habitual. Himmler le otorgaba al manuscrito de la Germania un poder tan grande como el de otras de sus reliquias favoritas: el Grial, la lanza de Longinos o el martillo de Thor. A diferencia de esos objetos legendarios, el libro era bien real, y el mal que hizo, también.

A explicar la asombrosa historia de Germania y su impacto en las mentalidades -desde los humanistas al movimiento völkisch pasando por los románticos- hasta llegar a ocupar lugar privilegiado en las mesitas de noche de los mayores criminales de la historia, ha dedicado un ensayo apasionante el profesor de Clásicas de la Universidad de Harvard Christopher B. Krebs, especialista en Tácito. Bajo el elocuente título de El libro más peligroso (Crítica), agarrándose a la consideración del gran Momigliano de que Germania merece ocupar un lugar destacado entre los cien libros más peligrosos que jamás se hayan escrito, Krebs nos lleva en un viaje fascinante de la Roma imperial a la Alemania hitleriana pasando por monasterios, cortes y bibliotecas, en un recorrido por la historia de las ideas que tiene mucho de trabajo detectivesco y parece a ratos una novela de intriga.

Cuando uno toma en sus manos Germania, tan pequeñita que normalmente se edita con otros dos libros breves de Tácito, Agrícola y el Diálogo sobre los oradores (en la edición de la Biblioteca Clásica Gredos, por ejemplo, con introducciones, traducción y notas de J. M. Requejo), no alcanza a imaginar cómo se puede comparar esa obrita, rápida panorámica de la geografía, los usos y costumbres de los germanos, con una pistola humeante. Y sin embargo, cuando Krebs lo señala, ahí están las consideraciones que harían furor a lo largo de la historia hasta su utilización por los nazis. "Estoy casi convencido de que los germanos son indígenas y que de ningún modo están mezclados con otros pueblos [...]. Al no estar degenerados por matrimonios con ninguna de las otras naciones, han logrado mantener una raza peculiar, pura y semejante solo a sí misma; de ahí que su constitución física, en lo que es posible para un grupo tan numeroso, sea la misma para todos: ojos fieros y azules, cabellos rubios".

Para los nazis y sus precursores, Tácito demostraba la continuidad de un pueblo en una tierra y justificaba la política racial. "Volveremos a ser como éramos", anotó Himmler en su diario, emocionado por "el señorío de nuestros antepasados" tras leer Germania. El reichsführer hasta estudió ejecutar a los homosexuales como Tácito señalaba que hacían los antiguos germanos: ahogándolos en las ciénagas. Sencillos, valerosos, leales, puros, honorables y hasta castos: así se veían retratados muchos alemanes en Germania. Y los SS se identificaban con aquellos guerreros -reencarnados en el arquetipo del ario-, para los que supuestamente la lealtad era su honor.

Era, claro, la que hacían los nazis de la Germania una lectura sesgada. El historiador romano no se refería en su librito a los supuestos antepasados ejemplares de los alemanes modernos. El concepto germanos no aludía a un pueblo homogéneo, indígena y puro, susceptible de continuidad étnica, sino a una amalgama de tribus de identidad y destino incierto pululando en las nieblas del pasado. Había además observaciones poco agradables de Tácito sobre los germanos y su patria. Esas simplemente eran ignoradas. Por ejemplo, considera Tácito que como sitio para vivir, Germania es un asco; señala que los germanos practican los sacrificios humanos (esto a los nazis, curiosamente, les molestaba mucho, aunque ellos se entregaran con fruición al Holocausto); que cuando no guerrean pasan la mayor parte del tiempo sin ocuparse de nada, entregados al sueño y la comida; que crecen desnudos y sucios, que beben y riñen entre ellos continuamente. Llega a decir de una de sus tribus, los catos, que "para lo que son los germanos tienen mucha capacidad de raciocinio". Nada de esto impidió que el pobre Tácito, el gran Tácito, pasara a formar parte del discurso autolegitimador de los nazis. Hubiera sido mucho pedir que supieran leer bien a los clásicos.

Un cónsul romano abducido por Himmler

Fue un proceso de siglos el que llevó a Germania a ser un libro peligroso. Es a partir de su redescubrimiento en el siglo XV cuando comenzó la difusión que lo convertiría en un terrible instrumento ideológico. Krebs, en un recorrido que sugiere a veces El nombre de la rosa o El código Da Vinci y en el que aparecen cazadores de manuscritos y papas bibliófilos, nos muestra cómo el texto va cargándose de significados e interpretaciones, a veces con simpáticos disparates como considerar a los germanos descendientes de Noé o de los troyanos, para darles pedigrí.

Única crónica de los pueblos germánicos legada por la antigüedad, se tendió a considerarla, en un salto mortal, una fuente histórica y un retrato fehaciente del pasado alemán, cuando lo que describe -con ánimo moralizante y político de comparar al buen salvaje, no adulterado, con el corrupto y decadente romano- es un batiburrillo de observaciones apócrifas y leyendas.

Lo más probable es que Tácito, aunque viajó en función de sus altos cargos y parece haber permanecido un tiempo en la Galia belga, no visitara nunca personalmente Germania. Quizá el librito fuera una manera de incitar a Trajano a conquistarla de una vez, proceso paralizado tras la aniquilación de las legiones de Varo en Teutoburgo por Arminio el año 9. Ignoramos muchas cosas del historiador, entre ellas su origen (parece que en la Galia Narbonense) y las fechas exactas de nacimiento y muerte. Sabemos que fue yerno del gran general Agrícola -al que consagró una encomiástica biografía-, que fue legado y llegó a senador, cónsul y posiblemente procónsul de Asia. Todo ello sin duda menos importante que su tarea como historiador, el mejor de Roma en opinión de muchos y como prueban sus Historias y sus Anales. Krebs destaca cómo los nazis trataron de convertir el relato de Tácito en una realidad, "pasado en futuro". En el epílogo apunta que el peligro no ha pasado. Y que la culpa no es de Tácito, sino de sus lectores.



Sunday, November 27, 2011

Presencia riojana en Chile

El Gobernador José Antonio Manso de Velasco, y el oidor de la Real Audiencia de Chile, Juan de Balmaceda.


Casona de la Facultad de Arquitectura de la U. Católica en Santiago, construida por inmigrantes riojanos en el siglo XIX.




El Mercurio Artes y Letras, Santiago de Chile domingo 27 de noviembre de 2011
NUEVO LIBRO
El caso de dos hombres ilustres:
La inmigración riojana en la historia de Chile
De Logroño partieron a América destacados ciudadanos desde el siglo XVIII, algunos de los cuales dejaron en nuestro país fructíferas huellas. El gobierno de la Rioja promueve la investigación de sus hijos llegados al continente.
D. S.

Es sabido que la mayoría de los españoles que cruzaron a América durante los primeros tres siglos de dominio colonial, provinieron en un principio de las zonas de Extremadura y Andalucía, y posteriormente de la región vasca y navarra. Sólo en el siglo XIX, una vez terminado dicho dominio, comenzaron a hacerse masivas migraciones de otras zonas de España, destacándose en este período la región riojana. Mucho menor fue el aporte de esta última provincia en los siglos anteriores, aunque para el caso particular de Chile, el escaso número de riojanos que llegaron durante el siglo XVIII resultó ser de gran importancia social y política.

El Instituto de Estudios Riojanos, patrocinado por el gobierno de dicha región, ha venido realizando el levantamiento histórico de lo que fuera la ocupación de América de sus antepasados, y ha dedicado particular preocupación al caso de Chile, con dos sendas publicaciones: La primera de Juan Antonio García Sánchez, "La Rioja y los riojanos en Chile, 1818-1970" y "Un riojano universal en Chile: Santos Tornero". Esta última publicación consistió en una edición facsimilar de la obra "Reminiscencias de un viejo editor", valioso testimonio de la vida de uno de los pioneros del periodismo en Chile, y quien fuera a su vez de los primeros propietarios del diario "El Mercurio", dándole a este un impulso definitivo para su consolidación.

Ahora ve la luz el libro "Presencia riojana en Chile en el siglo XVIII", de María Angélica Martínez Rodríguez, que se concentra en el estudio de la migración a nuestro país de dos ciudadanos provenientes de la zona de Logroño durante ese siglo: el Gobernador y Presidente (más tarde Virrey del Perú) José Antonio Manso de Velasco y el Oidor Juan de Balmaceda Cenzano y Beltrán. También se incorpora a otros tres "pobladores" venidos de la Rioja. El libro se enfoca principalmente a dar cuenta de la labor gubernamental y administrativa de quien fuera durante el siglo XVIII uno de los gobernadores más activos del Reyno de Chile, cuya incesante labor fundacional de nuevas villas dejó una impronta que se mantiene viva hasta hoy en nuestro mapa urbano. Manso de Velasco fundó nueve villas durante su mandato: San Felipe, Los Ángeles, Cauquenes, Talca, San Fernando, Melipilla, Rancagua, Copiapó y Curicó.

Durante el siglo XVIII, la explotación agrícola impulsada por las nuevas circunstancias del mercado, obligó a los habitantes del país a ocuparse de sus estancias, chacras o ranchos, dispersándose por el territorio -escribe la autora- en un estilo de vida rural que se oponía a la vida urbana. "Los hacendados se consideraban vecinos de las ciudades, como Santiago u otras localidades principales, pero no las habitaban durante la mayor parte del año". Venían a ellas sólo esporádicamente. La dispersión afectaba además la asistencia espiritual de los obispados, los cuales estuvieron siempre motivando la creación de nuevas villas que facilitaran su tarea. Las dificultades con que se toparon los gobernadores anteriores a Manso de Velasco fueron despejadas por este último, haciendo de su labor fundacional su aporte más importante y motor palmario del desarrollo del Reyno en la segunda mitad del siglo XVIII.

Directamente relacionado con el Gobernador Manso de Velasco entronca la segunda parte del libro dedicada a pormenorizar el viaje que realiza a Chile el abogado Juan de Balmaceda. Este último riojano, interesado en ocupar un cargo de Oidor en la Audiencia de Indias u otra posesión española, fue promovido para llegar a la Real Audiencia de Chile a instancia de Manso de Velasco, quien no conforme con el mérito de los integrantes de este importante órgano público colonial, apoya la elección de Balmaceda para ocupar una vacante que comenzó a ejercer en pleno derecho desde 1742. Como ministro de la Audiencia, ante la muerte del gobernador Antonio de Guill y Gonzaga en 1768, le tocó asumir provisionalmente la gobernación, periodo en el cual debió abordar la sublevación araucana de 1769, y donde Ambrosio O'Higgins cumplió sus primeras actuaciones militares en el Reyno.

Culmina la investigación de María Angélica Martínez, reseñando la vida de otro riojano, José Martínez de la Torre, cuyos descendientes heredaron la chacra de Lo Contador, donde se levantó la actual casa de campo que alberga la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica, a los pies del Cerro San Cristóbal.

Ya son más de diez las publicaciones del Instituto de Estudios Riojanos, en su serie "La Rioja en el exterior", que se dedican a rescatar todas las aristas de la emigración riojana a América, durante cinco siglos.

DE NUESTROS SOCIOS: EDUARDO CASTRO

José Manuel Zañartu, de Editorial Zig-Zag.Eduardo Castro, de Editorial Universitaria.
Foto:JOSE LUIS RISSETTI



El Mercurio Santiago de Chile Revista de Libros, domingo 27 de noviembre de 2011
Diálogo
Eduardo Castro y José Manuel Zañartu
Testigos y protagonistas de la edición en Chile
Llegaron al mundo editorial a mediados del siglo XX y han dedicado toda una vida a esta vocación. De esa experiencia, de la valoración actual del libro, de los hábitos de lectura, de sus propias y particulares vivencias hablaron en esta cita.


María Teresa Cárdenas

Se saludaron como dos buenos amigos. Y como tales posaron juntos para las fotos. "Nunca en mi vida me habían fotografiado tanto", decía uno, y él otro lo reafirmaba con una carcajada. Eduardo Castro, de Universitaria, y José Manuel Zañartu, de Zig-Zag, fueron convocados para hablar de lo que más conocen, de la actividad que tempranamente marcó sus destinos: la edición de libros.

A sus 87 años, Eduardo Castro ha decidido colgar los guantes. Una decisión difícil para quien llegó con sólo 23 años a colaborar con su amigo Arturo Matte (1924-1965) en la cooperativa de alumnos que en 1947 daría origen a la emblemática editorial Universitaria. Egresado de Ingeniería Civil en la Universidad de Chile, apoyó a su compañero en este proyecto que pretendía dar a los estudiantes un acceso más fácil y económico a los libros de estudio. La historia, contada por el mismo Castro en un breve documento, realmente emociona. Sobre todo después de que esta prestigiosa empresa, constituida como sociedad anónima -con un 80 % de las acciones en manos de la U. de Chile y el resto en particulares-, enfrentara la quiebra a fines de los 90, por mala -o sencillamente fraudulenta- administración de un gerente. Perdieron la imprenta y la casa de María Luisa Santander, todavía están pagando una millonaria deuda y sólo les queda una de las casi veinte librerías que tenían en todo el país.

Aunque finalmente -por recomendación de sus hijos- ha decidido renunciar a la editorial, el hasta ahora editor general de Universitaria está atento a los nuevos desafíos y a las urgentes correcciones que requiere el mundo del libro.

José Manuel Zañartu (1927), gerente editor de Zig-Zag, inició su carrera -después de haber hecho estudios de Arquitectura en la UC y una licenciatura en Filosofía y Letras en Universidad Complutense de Madrid- como director literario de Editorial del Pacífico, en 1956. Dos años más tarde fundó con su amigo José Manuel Vergara la Editorial del Nuevo Extremo -luego Editorial Pomaire-, y como gerente de producción trabajó en Santiago, Buenos Aires y Barcelona. En 1967 llegó a la Empresa Editora Zig-Zag y después de un paréntesis de cinco años -durante los cuales vivió en España y fue director gerente de Ediciones Rodas-, en 1979 volvió a esta misma editorial. Su retorno lo llevó además a la presidencia de la Cámara Chilena del Libro entre 1980 y 1981 y como tal fue uno de los gestores de la primera versión de la Feria del Libro.

Lo que "amenaza" al libro

Tres décadas después de ese primer encuentro de editores, escritores y libreros en el Parque Forestal, José Manuel Zañartu opina sobre la nueva realidad que enfrenta el mundo editorial y particularmente sobre la presencia del libro digital en esta última versión de la Feria del Libro en la Estación Mapocho:

-Yo estuve preguntando y me dijeron que muy poca gente se había interesado. O sea los e-books , los tablets y todo eso es algo que en Chile todavía está lejano. Es evidente que los editores tenemos que asumirlo, de hecho estamos empezando a digitalizar nuestros libros, pero vemos que va a ser lento. Durante bastante tiempo van a convivir ambos.

Eduardo Castro agrega:

-Tengo un defecto a la vista y me cuesta mucho leer, entonces esta tabletita con letra grande es estupenda para mí.

Lo que es un hecho es que ninguno de los dos lo ve como una amenaza.

JMZ: -La amenaza yo la veo por otro lado: por las opciones que tiene hoy día la gente, especialmente los niños y los jóvenes. Cada vez son más las obligaciones académicas, desde muy chicos. Y dentro de ese poco tiempo libre, tienen una cantidad gigantesca de opciones: los juegos de computación, internet con todas sus posibilidades, la televisión. La lectura es una de las tantas opciones.

EC: -Coincido contigo, porque me parece que las costumbres y el internet han liquidado lo poco que quedaba de hábito de lectura. Y la lectura es fundamental: desarrolla el intelecto, la imaginación, el pensamiento lógico, todo. Como tú dices, las opciones son infinitas, y la lectura implica un esfuerzo.

-Los optimistas y los defensores de internet dicen, sin embargo, que en la red la gente también lee.

EC: -Pero es una lectura fragmentaria, que no obedece a una lógica. Leen trocitos de cosas. En la lectura es fundamental la concentración, porque leer un libro completo obliga a la mente a trabajar, y se desarrolla. Como el deporte, la persona haciendo deporte tiene mejores hábitos físicos que sin hacerlo.

JMZ: -De lo que no hay duda es de que los libros que sólo contienen información están sufriendo mucho con internet. Es más rápido y más fácil si uno quiere informarse de algo, apretar un par de teclas. La enciclopedia, los diccionarios están muy amenazados. Otra cosa es el problema de la validación de lo que aparece en internet, por lo cual a los niños hay que enseñarles a desarrollar el espíritu crítico. Porque cuando buscas algo en internet y tratas de ratificarlo, al menos yo, siempre encuentro fallas.

EC: -La lectura desarrolla el pensamiento crítico; internet, no.

Un símbolo de estatus

Ambos llegaron a la edición a mediados del siglo veinte, una época que ha sido considerada la edad de oro del libro chileno.

-¿Era distinta la valoración social del libro en esa época?

EC: -Yo diría que había más respeto por el libro y por la edición. A la gente el libro la vestía, la dignificaba. Hoy día, no.

JMZ: -Tienes razón, una persona lectora tenía cierto hálito de respeto. Era más normal fotografiarse con un libro como símbolo de estatus. Hoy día puede ser el automóvil u otra cosa.

EC: -Y desde hace ya unos quince o veinte años tú ves por ejemplo que en la televisión jamás hay un libro, una biblioteca, un estante, nada. El mundo de la televisión borró el libro.

JMZ: -Eso se puede ver también en la arquitectura. Hoy día entras a una gran casa en La Dehesa, por ejemplo, y no hay ninguna habitación destinada a biblioteca.

EC: -Hace algunos años, a una ministra de la Vivienda se le sugirió de parte del mundo del libro que cada casa nueva que se construyera tuviera al menos un estantito para unos cincuenta libros. Y lo había tomado bien, pero cambió el gabinete y se acabó todo. Yo no veo en las altas autoridades que el libro se respete. Se habla mucho de que quieren una educación de calidad, pero la educación de calidad sin libro no existe.

JMZ: -Se ha hablado poco de la calidad y mucho de problemas de otro tipo, la matrícula, los precios, las becas, que no es el eje del problema de la educación para nada. La palabra "libro" nunca ha aparecido.

EC: -Yo creo que todo este movimiento estudiantil erró porque se ha centrado en la educación superior, y el problema para mejorar la educación en Chile es la prebásica y la básica. Y desde ahí ir mejorando la calidad de los profesores y los recursos. Sólo así puede surgir una buena educación.

-¿Como ven el futuro del libro?

EC: -Nos hemos puesto de acuerdo con Arturo Infante y Pablo Dittborn por parte de la Cámara, Pablo Slachevsky, Francisco Huneeus y Juan Carlos Saéz por parte de los Editores de Chile, para presionar al ministro de Cultura para que saque la Política del Libro, que es fundamental. El libro es caro y no hay protección alguna. Y por otra parte, una real política de fomento de la lectura es indispensable. Tuvimos una reunión con el ministro, que está muy de acuerdo, pero los avatares de todos los días hacen que no se concrete.

Thomas Mann pirata

-¿Cuánto ha cambiado el rol del editor en estos años?

JMZ: -Antes, uno no se preocupaba tanto del mercado como de encontrar un buen libro. Ahora uno va primero al mercado a ver cuáles son los temas que interesan, cuáles son los programas de estudio para ver qué libros se están pidiendo o qué autores están interesando. No sé, Eduardo, si tú estás de acuerdo.

EC: -Totalmente de acuerdo. A la generación nuestra le interesaba la calidad de los libros. Hoy día es el mercado. Este libro se vende o no se vende. No importa que sea bueno o malo.

-¿Cómo ha sido para ustedes adaptarse a esa nueva realidad?

JMZ: -Dificilísimo. En realidad en 50 años ha habido más cambios que en 500, desde Gutenberg.

EC: -Nosotros, por ser una editorial universitaria, tal vez estábamos más protegidos.

JMZ: -Cuando yo partí editando, que fue absolutamente una aventura porque creamos una empresa con José Manuel Vergara y el capital eran 500 mil pesos que nos prestó una tía de él, lo único que pensábamos era encontrar un buen libro. Fuimos a Buenos Aires a la agencia International Editors. Había un inglés todavía, de bastante edad en esa época. Nos dijo: una editorial para empezar tiene dos posibilidades, o grandes autores o un gran capital para márketing. Cuál es la posibilidad de ustedes. Ninguna. Entonces, muy simpático, nos ofreció conseguir algunos de los primeros libros de grandes autores que no se habían publicado en muchos años: Somerset Maughan, Evelyn Waugh, Chesterton. Pagamos anticipos de 150 dólares. Así empezó a caminar la cosa. Tenía razón el gringo. Pero eso no funciona hoy.

EC: -Nosotros le publicamos al propio Vargas Llosa Los Jefes . Pasó por acá y nos dio los derechos por amistad no más. Le pagamos un anticipo de 500 dólares.

-¿A partir de cuando la edición se transforma en una actividad más profesional?

JMZ: -Eso partió unos diez años después de terminada la Segunda Guerra Mundial; durante la guerra, Chile quedó prácticamente desabastecido, dejaron de llegar libros de España, porque la navegación comercial era muy riesgosa. Zig-Zag empezó a publicar sin tener los derechos, incluso a Thomas Mann. Los pagó muchos años después.

EC: -¿Tú dices que a Thomas Mann lo editaron pirata primero y después le pagaron?

JMZ: -Varios años después, y no sólo a él. Se pagaron una serie de derechos. Incluso Lo que el viento se llevó , porque todavía tengo el contrato. Esos libros no llegaban. Además había muy buenos traductores. Hernán del Solar traducía del alemán, del francés, del inglés. Y por otro lado, varios refugiados peruanos, Luis Alberto Sánchez y todos ellos, crearon un pequeño grupo intelectual muy valioso. Llegaron pobrísimos, y Zig-Zag los ayudaba pidiéndoles traducciones y adaptaciones de libros para niños. A Thomas Mann le sorprendió mucho que La montaña mágica fuera best seller en Chile, porque ni siquiera lo era en España.

Años después, José Manuel Zañartu tuvo que negociar con Carmen Balcells los derechos para publicar Los veinte poemas de amor... , de Neruda. La respuesta no llegó nunca, lo que obligó al editor, ya enfrentado a los plazos de la imprenta, a elaborar en un fin de semana una Antología de Vicente Huidobro para reemplazarlo. "Por suerte yo conocía bien la obra de Huidobro", dice Zañartu. "Terrible la Carmen Balcells", agrega Castro.

-¿Ha cambiado también la relación con los escritores?

JMZ: -Sí. Los autores hoy día tienden mucho, y ese es un problema para los editores chilenos, a irse con editoriales que ellos creen que pueden sacarlos rápidamente del país. Y la verdad es que las promesas son bien falsas, porque a la postre no ocurre.

-¿Había más contacto antes entre los escritores y editores?

JMZ: -Yo no asistí nunca, pero está el caso de George Nascimento, que tenía una tertulia semanal donde acudían los escritores, sobre todo el grupo criollista, Mariano Latorre, Luis Durand.

EC: -Nosotros también las hicimos, en esa salita chica que había al lado de la librería. La organizó la Estercita Matte. Iban montones de escritores chilenos, incluso algunos que venían de Buenos Aires. Era sensacional. Un periodo muy bonito. Pero se perdió. Con el golpe militar se perdió todo eso.

DE COMO ESCRIBE Y PIENSA VARGAS LLOSA

http://www.elpais.com/videos/cultura/Vargas/Llosa/Temo/Internet/frivolice/literatura/elpvidcul/20111126elpepucul_4/Ves/

Saturday, November 26, 2011

Tony Bennett & Andrea Bocelli - Stranger In Paradise

LAS BIBLIOTECAS MAS BELLAS DEL MUNDO



MARCELO SIMONETTI Y SERGIO LARRAIN



Entrevista: Marcelo Simonetti
Marcelo Simonetti:
“La realidad, para mí, es un pretexto solamente”

Por Antonio Díaz Oliva
http://60watts.net/

“Quién sabe si los términos de ‘ficción’ y ‘no ficción’ resultan anacrónicos para nuestros días”, se lee en El fotógrafo de Dios. Aquella duda –o incertidumbre sobre las etiquetas literarias– es planteada al final de aquella novela. Y acarrea las siguientes preguntas: ¿Es El fotógrafo de Dios una obra de ficción?, ¿de “mentira verdaderas”? ¿O usa material de verdad y se acerca más a la “no ficción”?

Antes de proseguir con aquel debate, algunas aclaraciones necesarias: El fotógrafo de Dios es la nueva novela del escritor Marcelo Simonetti. Simonetti es periodista, académico, cuentista (El abanico de Madame Czechowska) y novelista (La traición de Borges). Además de autor de El fotógrafo de Dios, su última obra que nació así:

“Quería escribir un libro de otro ‘desaparecido’: el físico italiano Ettore Majorana, de quien se perdió su rastro en 1938. En medio de la investigación me quedé sin libro. Un francés ya había escrito lo que pretendía escribir: que Majorana apareciera vivo en un pueblito del sur de Chile dando clases de matemáticas (él lo hizo aparecer en Argentina). En medio de la frustración se me apareció una foto de Larraín, la de las niñas que bajan por el Pasaje Bavestrello, donde yo viví de niño. Ahí me decidí a escribir la historia de El Fótógrafo de Dios”, comenta.

¿Qué tanto proceso de investigación hubo tras la novela? O fue, más bien, tener algunos datos y luego ir “ficcionando”…

Hubo un proceso de investigación que no fue tan exhaustivo como en La Traición de Borges. Fundamentalmente porque la “literatura” sobre el personaje es mínima. Recogí artículos de prensa, críticas a su trabajo fotográfico, conversé con algunos fotógrafos y me hice de algunas cartas que Larraín escribió a gente que ha estado con él.

***

Primera interrupción. Ahora, algo de la trama: El fotógrafo de Dios tiene por personaje principal a Manuel Rijtman. Rijtman apenas recuerda a su padre. Sabe pocas cosas de su padre. Entre esas, que fue o es fotógrafo. Por eso, y desde pequeño, quiso dedicarse a eso: capturar imágenes en papel. El fotógrafo de Dios, por lo tanto, es una novela sobre fotógrafos. Sobre las responsabilidades de los profesionales y destacados en esa área. Como el ejemplo de Kevin Carter, quien ganó el Pulitzer al sacar la foto de una niña la cual es acechada por un buitre a la espera de comerle las vísceras. Carter, claro, no hizo nada para detener esa situación. Sólo sacó la foto. Y recibió el premio años después. Sin saber que el hecho de no haber realizado nada para detener la situación de la niña, siempre le pesaría.

El fotógrafo de Dios es, también, la historia de Santiago Larrea, que no es más que un apodo para enmascarar la figura de Sergio Larraín, el reconocido y misterioso fotógrafo chileno que alguna vez perteneció a la famosa agencia Magnum, pero luego se hundió en un insólito anonimato.

Larrea, en la novela, retrató a Dios. Una foto que nadie ha visto, pero que se rumorea en ciertos ambientes. De ahí que aparezca Burt Rodríguez, un empleado de la extraña empresa Small Business. Rodríguez quiere encontrar a Larrea y comprarle la foto. Para eso, necesita a Rijtman. Le da dinero, hacen un plan, van a Valparaíso, investigan. Aunque a Rijtman, más allá del dinero, lo que le importa es a través de Larrea poder dar con pistas sobre su padre.

***

En la novela hay un planteamiento sobre la ética de los fotógrafos, de cómo la decisión de no “intervenir” la realidad para sacar una fotografía, les puede pesar más adelante. ¿Fue consciente plantear eso?

Sí, ese es un dilema en el que también entramos los periodistas. ¿Si hay una tragedia corres a ayudar a las víctimas o antes llamas al diario para que reporteen el hecho? Creo que en los fotógrafos eso se exacerba. El caso de Kevin Carter es el mejor ejemplo. Y también está lo otro, esa aspiración a ser objetivo. ¿Qué fotografiamos cuando fotografiamos? ¿La realidad? ¿Un pedazo de la realidad que termina siendo una construcción propia? Yo soy de la idea de que la realidad siempre la estamos interviniendo y eso corre también para los fotógrafos. El otro día vi una película, Storytelling, en donde uno de los personajes decía que desde que uno escribe la primera palabra de una historia en el papel ya está haciendo ficción, por muy real y fidedigno que sea ese relato, y yo suscribo eso.

Qué te resultó más interesante en la construcción del personaje de Sergio Larraín: ¿investigar el hombre de verdad o el halo de mito que acarrea?

El mito, sin duda. Y aquí tomo algo que decía Paco Taibo II, el escritor mexicano, a propósito de su biografía de Pancho Villa: tan importante como lo que un hombre hace es lo que se dice de él. En este sentido al escribir sobre Larraín me pareció mucho más interesante lo que se decía de él, los mitos que se han construido en torno a su persona.

***

Segunda interrupción. El fotógrafo de Dios es una novela que avanza sin mayores problemas y que sigue un hilo narrativo coherente y claro. Por lo menos hasta sus últimas páginas. Porque luego de que la historia termina, hay tres documentos que cambian el panorama: primero un mensaje del autor, luego una carta de Sergio Larraín dirigida al editor del libro (Sergio Gómez) y, al final, un último texto de Simonetti donde termina por cerrar todo y además lanza la frase con que abre este artículo: “Quién sabe si los términos de ‘ficción’ y ‘no ficción’ resultan anacrónicos para nuestros días”. Ahí es donde, a ratos, dan ganas de que Simonetti hubiese escrito un libro de non-fiction contando su historia. Un libro con fotos, recortes de diario, cartas. Algo como el notable Tres viajes de Francisco Mouat o La hija de la amante de A.M. Homes o –ya especulando y adelantando– el libro sobre su tío perdido que Alberto Fuguet tiene en carpeta para este fin de año.

¿Cómo afectó, al proceso de escritura, la llegada de la carta de Sergio Larraín?

Hay lectores que luego de leer el libro han celebrado el artificio literario de inventar una carta como esa. Y otros que se han conmovido con el mensaje de fondo que Larraín intenta colar. Prefiero no referirme a la carta de Larraín, para no desencantar ni a unos ni a otros. En todo caso, el proceso de escritura no estuvo sujeto a ningún factor externo.

¿No te dieron ganas, en algún momento, de escribir un libro de ‘no ficción’?

Sí, claro, pero ese ya hubiera sido otro libro. Uno muy distinto al que tenía en mi cabeza. Es más, en algún momento pensé en ir a ver a Larraín, pero lo deseché porque eso hubiera implicado escribir un libro realista ciento por ciento y no me interesaba. La realidad, para mí, es un pretexto solamente.

¿Has tenido algún feedback con algún lector? Me refiero a alguien que te haya dado más pistas sobre Larraín. En el caso de El empampado Riquelme, por ejemplo, luego de su publicación Francisco Mouat recibió mails y cartas de gente que le daban datos sobre la continuidad de la historia…

Sí, por ejemplo, Alejandra Costamagna me mostró unos libros que le habían regalado en Ovalle hechos por Sergio Larraín. Son pequeños libros, bien artesanales, con mensajes poéticos que aspiran a salvar el mundo. Un periodista que lo visitó me habló de las cartas que Larraín le envía, cada tanto, y me ha dicho lo impactante que es verlo porque físicamente se le ve bastante disminuido y descuidado. Y en un encuentro en la Universidad Católica, tuve laoportunidad de estar junto a su nieto quien leyó unas cartas, preciosas, que Larraín le escribía cuando él (el nieto) estaba haciendo sus primeras armas en la fotografía.

El BLOG DE MARCELO SIMONETTI:

http://blog.latercera.com/blog/msimonetti/

Friday, November 25, 2011

DE NUESTROS CONSOCIOS: ROBERTO AMPUERO

 LA TERCERA EDICION IMPRESA
viernes 25 de noviembre de 2011

Piñera designa a escritor Roberto Ampuero como embajador en México
El autor de Nuestros años verde olivo se reunió el miércoles con el canciller Moreno.

por M.D.

Como dos viejos amigos se saludaron la noche del miércoles el Presidente Sebastián Piñera y el escritor chileno radicado en EE.UU. Roberto Ampuero, en el lanzamiento de las memorias de monseñor Bernardino Piñera, en la Universidad Finis Terrae.

El autor de Nuestros años verde olivo no sólo figuraba como el presentador del libro del tío sacerdote del Mandatario, sino que también -aunque sólo Piñera lo sabía- como el recién designado embajador chileno en México, en reemplazo de Germán Guerrero.

Sólo horas antes, según fuentes de gobierno, Ampuero había sostenido una reunión en la Cancillería con el ministro Alfredo Moreno para ultimar los detalles de su nombramiento. Era la segunda vez que hablaban del tema: cercanos al ministerio dicen que hubo una primera cita en octubre.

El envío de un personero cercano al Presidente apunta a remarcar la importancia de México como socio estratégico de Chile. Además de la afinidad política de Felipe Calderón con Piñera, ese país es considerado como un tradicional contrapeso de la influencia de Brasil en la región. De hecho, este 4 de diciembre el Presidente Piñera viajará al país azteca a participar de la cumbre de la Alianza del Pacífico, que agrupa a México, Colombia, Chile y Perú, y es uno de los bloques geopolíticos que al gobierno chileno le interesa promover.

Se estima que Ampuero -de acuerdo a fuentes de gobierno- podría asumir su nuevo cargo a fines de año o a más tardar durante enero próximo.

Consultado ayer por su designación como embajador , el escritor no lo confirmó ni desmintió y se rehusó a hablar del asunto.

Los lazos de Ampuero con Piñera

Ex militante comunista, con exilios en la RDA y Cuba, Ampuero ha sido uno de los intelectuales más emblemáticos en asumir públicamente su desencanto con el marxismo en los años 80, con duras críticas al régimen de Fidel Castro.

Y quienes conocen su cercanía con el Presidente Piñera sitúan el inicio de la relación a hace cuatro años.

Fue un primer contacto por email lo que derivó en un encuentro formal en Miami, en el que participaron sus respectivas mujeres, Cecilia Morel y Ana Lucrecia Rivera, de nacionalidad guatemalteca y quien fuera embajadora en la RDA (1987-1992), Chile (1995-1998) y Suecia (1998-2000).

Hoy ambos se consideran amigos personales. Y según testigos de esa relación, cada vez que Ampuero -quien reside en Iowa- visita Chile, busca la oportunidad de reunirse con Piñera y su familia.

La empatía personal dio paso a una relación política durante la última campaña presidencial, cuando el escritor asumió formalmente como asesor de Piñera en temas culturales. Ampuero estuvo en el lanzamiento de su programa de gobierno, grabó mensajes para la campaña y estuvo junto a la familia del Mandatario el pasado 21 de mayo, para la cuenta pública ante el Congreso.

"Yo ya voté una vez porFrei, ahora voy a votar por Piñera. Es hora de cambio, la Concertación lleva más de 20 años y ya se ha agotado su modelo, creo que lo ha hecho muy bien en términos de la democratización del país, pero tengo la impresión de que se ha ido agotando su proyecto", dijo Ampuero en la campaña de 2009.

De La Habana a Iowa City

Escritor chileno nacido en Valparaíso el 20 de febrero de 1953, conocido principalmente por sus novelas policíacas.

Luego del golpe militar del 73, Ampuero -entonces militante del PC- abandonó el país y realizó estudios de posgrado en Alemania, en la Universidad de Leipzig. Su desencanto con los regímenes de izquierda inspiró su obra más leída: Los años verde olivo, donde relata su estadía en Cuba.

En las últimas elecciones presidenciales apoyó a Sebastián Piñera y criticó a Bachelet, señalando que, después de 20 años de Concertación, "Chile necesitaba un cambio". Actualmente, reside en Estados Unidos, donde trabaja como profesor en la Universidad de Iowa.

Thursday, November 24, 2011

NUESTROS SOCIOS OPINAN: LUIS VALENTIN FERRADA

La Segunda, 24 de noviembre de 2011

Homenaje a Krassnoff

Señor Director,

Su editorial de la edición del día 22 de los corrientes es, por su correcta filosofía política, digno de admiración.

En casi nada falta a lo que pudiésemos considerar como los bondadosos principios de lo políticamente correcto.

Salvo, claro está, por un pequeño detalle (posiblemente involuntario).

Este detalle es el siguiente: si su magnífico editorial hubiese sido escrito en el mejor de los diarios franceses, en cualquiera de los años siguientes a 1894, en medio del bochornoso e injusto proceso al capitán Alfred Dreyfus y, si un homenaje a este militar despreciado y criminal sin defensa a los ojos de todos los franceses durante veinte o más años, hubiese sido hecho por Emil Zolá - leyendo en voz alta su carta al Presidente Faure, publicada en L'Aurore bajo el título de J'Acusse, entonces el texto de su editorial, de cara a la historia, no podría considerarse sino que uno más de los muchos elementos con el que se alimentó una injusticia político-judicial terrible, como otras tantas conocidas en la historia de nuestros días.

Pienso que hoy, conocida la verdad en el caso Dreyfus, todos quisiéramos encontrarnos en la posición de Emil Zolá, aún sabiendo que en su día estuvo él completamente solo, y que por sostener su defensa fue procesado judicialmente, obligado al destierro, y fuertemente vilipendiado e injuriado por toda la Francia políticamente correcta de su tiempo.

Defender "causas perdidas" ha sido, es y será, tarea que exige armarse del coraje necesario para luchar desde la más completa soledad - de un modo totalmente incorrecto ... políticamente hablando - para descorrer el pesado velo con el cual ciertos grandes intereses, de una parte, y generalizadas ignorancias, de otra, se asocian naturalmente para que la verdad no vea la luz sino cuando las víctimas de su ocultamiento ya se encuentren muertos y bien muertos.

Porque lo políticamente correcto - en toda clase de instituciones y sociedades - consiste en sumarse sin más a la marea condenatoria de ciertas personas sobre las cuales dejamos caer concentradamente las culpas de toda una comunidad; y, más tarde, cuando el "cordero del sacrificio" ya ha sido inmolado, sumarse con oportuno "arrepentimiento" a la nueva marea que reverenciará lo que antes quemó.

Cosa que demuestra que, a pesar de su natural desprestigio, la hipocresía es quizás el único salvavidas con el que cuenta el pobre ser humano para superar de algún modo los dramáticos cambios que, sucesivamente, nos va dictando el paso del tiempo y el triste rodar de la fortuna.

Por último una consulta: ¿será posible publicar, más no fuese que a modo de "top-secret", una copia de la carta dirigida por Emil Zola al Presidente Faure, con fecha 13 de enero de 1898 ?... Esta iniciativa sería en variados sentidos tan ilustrativa como justa. No faltará quien la llegue a considerar como un aporte al patrimonio cultural y moral de nuestra sociedad. *

Disculpará usted mi atrevimiento, considerando lo osado que resulta en estos tiempos, aún para los caballos, meterse entre las patas de los hombres.



Luis Valentín Ferrada


___________________

* Nota del Editor «Yo acuso», Carta de Emile Zola a M. Felix Faure, Presidente de la República Francesa 13/enero/1898


CARTA de Emile Zola A M. Felix Faure – Presidente de la Republica Francesa

Señor: Permítame que, agradecido por la bondadosa acogida que me dispensasteis, me preocupe de vuestra gloria y os diga que vuestra estrella, tan feliz hasta hoy, esta amenazada por la más vergonzosa e imborrable mancha?

Habéis salido sano y salvo de bajas calumnias, habéis conquistado los corazones. Aparecisteis radiante en la apoteosis de la fiesta patriótica que, para celebrar la alianza rusa, hizo Francia, y os preparáis a presidir el solemne triunfo de nuestra Exposición Universal, que coronará este gran siglo de trabajo, de verdad y de libertad. Pero ¡que mancha de cieno sobre vuestro nombre — iba a decir sobre vuestro reino— puede imprimir este abominable proceso Dreyfus! Por lo pronto, un consejo de guerra se atreve a absolver a Esteráis, bofetada suprema a toda verdad, a toda justicia. Y no hay remedio; Francia conserva esa mancha y la historia consignará que semejante crimen social se cometió al amparo de vuestra presidencia.

Puesto que se ha obrado tan sin razón, hablaré. Prometo decir toda la verdad y la diré si antes no lo hace el tribunal con toda claridad. Es mi deber: no quiero ser cómplice. Todas las noches me desvelaría el espectro del inocente que expía a lo lejos cruelmente torturado, un crimen que no ha cometido.

Por eso me dirijo a vos gritando la verdad con toda la fuerza de mi rebelión de hombre honrado. Estoy convencido de que ignoráis lo que ocurre. ¿Y a quien denunciar las infamias de esa turba malhechora de verdaderos culpables sino al primer magistrado del país?

-Ante todo, la verdad acerca del proceso y de la condenación de Dreyfus.

Un hombre nefasto ha conducido la trama; el coronel Paty de Clam, entonces comandante. El representa por sí solo el asunto Dreyfus; no se le conocerá bien hasta que una investigación leal determine claramente sus actos y sus responsabilidades. Aparece como un espíritu borroso, complicado, lleno de intrigas novelescas, complaciéndose con recursos de folletín, papeles robados, cartas anónimas, citas misteriosas en lugares desiertos, mujeres enmascaradas. El imaginó lo de dictarle a Dreyfus la nota sospechosa, el concibió la idea de observarlo en una habitación revestida de espejos, es a el a quien nos presenta el comandante Forzineti, armado de una linterna sorda, pretendiendo hacerse conducir junto al acusado, que dormía, para proyectar sobre su rostro un brusco chorro de luz para sorprender su crimen en su angustioso despertar. Y no hay para que diga yo todo: busquen y encontrarán cuanto haga falta. Yo declaro sencillamente que el comandante Paty de Clam, encargado de instruir el proceso Dreyfus y considerado en su misión judicial, es en el orden de fechas y responsabilidades el primer culpable del espantoso error judicial que se ha cometido.

La nota sospechosa estaba ya, desde hace algún tiempo, entre las manos del coronel Sandherr, jefe del Negociado de Informaciones, que murió poco después, de una parálisis general. Hubo fugas, desaparecieron papeles (como siguen desapareciendo aún), y el autor de la nota sospechosa era buscado cuando se afirmó a priori que no podía ser más que un oficial del Estado mayor, y precisamente del cuerpo de artillería; doble error manifiesto que prueba el espíritu superficial con que se estudió la nota sospechosa, puesto que un detenido examen demuestra que no podía tratarse más que de un oficial de infantería.

Se procedió a un minucioso registro; examinándose las escrituras; aquello era como un asunto de familia y se buscaba al traidor en las mismas oficinas para sorprenderlo y expulsarlo. Desde que una sospecha ligera recayó sobre Dreyfus, aparece el comandante Paty de Clam, que se esfuerza en confundirlo y en hacerle declarar a su antojo. Aparecen también el ministro de la Guerra, el general Mercier, cuya inteligencia debe ser muy mediana, el jefe de Estado Mayor, general Boisdeffre, que habrá cedido a su pasión clerical, y el general Gonse, cuya conciencia elástica pudo acomodarse a muchas cosas. Pero en el fondo de todo esto no hay más que el comandante Paty de Clam, que a todos los maneja y hasta los hipnotiza, porque se ocupa también de ciencias ocultas, y conversa con los espíritus. ¡Parecen inverosímiles las pruebas a que se ha sometido al desdichado Dreyfus, los lazos en que se ha querido hacerle caer, las investigaciones desatinadas, las combinaciones monstruosas… que denuncia tan cruel!

Ah! Por lo que respecta a esa primera parte, es una pesadilla insufrible, para quien esta al corriente de sus detalles verdaderos.

El comandante Paty de Clam prende a Dreyfus y lo incomunica. Corre después en busca de la señora de Dreyfus y le infunde terror, previniéndola que, si habla su esposo esta perdido. Entre tanto, el desdichado se arranca la carne y proclama con alaridos su inocencia, mientras la instrucción del proceso se hace como una crónica del siglo XV, en el misterio, con una terrible complicación de expedientes, todo basado en una sospecha infantil, en la nota sospechosa, imbécil, que no era solamente una traición vulgar, era también un estúpido engaño, porque los famosos secretos vendidos eran tan inútiles que apenas tenían valor. Si yo insisto, es porque veo en este germen, de donde saldrá más adelante el verdadero crimen, la espantosa denegación de justicia, que afecta profundamente a nuestra Francia. Quisiera hacer palpable como pudo ser posible el error judicial, como nació de las maquinaciones del comandante Paty de Clam y como los generales Mercier, Boisdeffre y Gonse, sorprendidos al principio, han ido comprometiendo poco a poco su responsabilidad en este error, que mas tarde impusieron como una verdad santa, una verdad indiscutible, desde luego, solo hubo de su parte incuria y torpeza; cuando mas, cedieran a las pasiones religiosas del medio y a prejuicios de sus investiduras. ¡Y vayan siguiendo las torpezas!

Cuando aparece Dreyfus ante el Consejo de guerra, exigen el secreto más absoluto. Si un traidor hubiese abierto las fronteras al enemigo para conducir al emperador de Alemania hasta Nuestra Señora de París, no se hubieran tomado mayores precauciones de silencio y misterio.

Se murmuran hechos terribles, traiciones monstruosas y, naturalmente, la Nación se inclina llena de estupor, no halla castigo bastante severo, aplaudir la degradación pública, gozar viendo al culpable sobre su roca de infamia devorada por los remordimientos….. ¿Luego es verdad que existen cosas indecibles, dañinas, capaces de revolver toda Europa y que ha sido preciso para evitar grandes desdichas enterrar en el mayor secreto?. ¡No! Detrás de tanto misterio solo se hallan las imaginaciones románticas y dementes del comandante Paty de Clam. Todo esto no tiene otro objeto que ocultar la más inverosímil novela folletinesca. Para asegurarse, basta estudiar atentamente el acta de acusación leída ante el Consejo de guerra.

Ah! ¡Cuanta vaciedad! Parece mentira que con semejante acta pudiese ser condenado un hombre. Dudo que las gentes honradas pudiesen leerlas sin que su alma se llene de indignación y sin que se asome a sus labios un grito de rebeldía, imaginando la expiación desmesurada que sufre la víctima en la Isla del Diablo.

Dreyfus conoce varias lenguas: crimen. En su casa no hallan papeles comprometedores; crimen. Algunas veces visita su país natal; crimen Es laborioso, tiene ansia de saber; crimen. Si no se turba; crimen. Todo crimen, siempre crimen… ¡Y las ingenuidades de redacción, las formales aserciones en el vacío! Nos habían hablado de catorce acusaciones y no aparece más que una: la nota sospechosa. Es más: averiguamos que los peritos no están de acuerdo y que uno de ellos, M. Gobert, fue atropellado militarmente porque se permitía opinar contra lo que se deseaba. Hablase también de veintitrés oficiales, cuyos testimonios pasarían contra Dreyfus. Desconocemos aún sus interrogatorios, pero lo cierto es que no todos lo acusaron, habiendo que añadir, además, que los veintitrés oficiales pertenecían a las oficinas del ministerio de la guerra. Se las arreglan entre ellos como si fuese un proceso de familia, fijaos bien en ello: el Estado Mayor lo hizo, lo juzgó y acaba de juzgarlo por segunda vez.

Así, pues, solo quedaba la nota sospechosa acerca de la cual los peritos no estuvieron de acuerdo. Se dice que, en el Consejo, los jueces iban ya, naturalmente a absolver al reo, y desde entonces, con obstinación desesperada, para justificar la condena, se afirma la existencia de un documento secreto, abrumador; el documento que no se puede publicar, que lo justifica todo y ante el cual todos debemos inclinarnos: el Dios invisible e incognoscible! Ese documento no existe, lo niego con todas mis fuerzas. Un documento ridículo, si, ¡tal vez el documento en que se habla de mujercillas y de un señor D… que se hace muy exigente, algún marido, sin duda, que juzgaba poco retribuidas las complacencias de su mujer!. Pero un documento que interese a la defensa nacional, que no puede hacerse público sin que se declare la guerra inmediatamente, ¡no, no! Es una mentira, tanto mas odiosa y cínica, cuanto que se lanza impunemente sin que nadie pueda combatirla. Los que la fabricaron, conmueven el espíritu francés y se ocultan detrás de una legítima emoción; hacen enmudecer las bocas, angustiando los corazones y pervirtiendo las almas. ¡No conozco en la historia un crimen cívico de tal magnitud!

He aquí, señor Presidente, los hechos que demuestran como pudo cometerse un error judicial. Y las pruebas morales, como la posición social de Dreyfus, su fortuna, su continuo clamor de inocencia, la falta de motivos justificados, acaban de ofrecerlo como una víctima de las extraordinarias maquinaciones del medio clerical en que se movía, y del odio a los puercos judíos que deshonran nuestra época.

Y llegamos al asunto Esterhazy. Han pasado tres años y muchas conciencias permanecen turbadas profundamente, se inquietan, buscan, y acaban por convencerse de la inocencia de Dreyfus.

No historiaré las primeras dudas y la final convicción de M. Scheurer-Kestner. Pero mientras el rebuscaba por su parte, acontecían hechos de importancia en el Estado Mayor. Murió el coronel Sandherr y sucedióle como jefe del Negociado de informaciones, el teniente coronel Picquart, quien por esta causa, en ejercicio de sus funciones, tuvo un día ocasión de ver una carta telegrama dirigida al comandante Esterhazy por un agente de una potencia extranjera. Era su deber abrir una información y no lo hizo sin consultar con sus jefes, el general Gonse y el general Boisdeffre y luego con el general Billot, que había sucedido al de la Guerra. El famoso expediente Picquart, de que tanto se ha hablado, no fue más que el expediente Billot, es decir, el expediente instruido por un subordinado cumpliendo las ordenes del ministro, expediente que debe existir aún en el ministerio de la Guerra. Las investigaciones duraron de mayo a septiembre de 1896, y es preciso decir bien alto que el general Gonse estaba convencido de la culpabilidad de Esterhazy y que los generales Boisdeffre y Billot no ponían en duda que la célebre nota sospechosa fuera de Esterhazy. El informe del teniente coronel Picquart había conducido a esta prueba cierta. Pero el sobresalto de todos era grande, porque la condena de Esterhazy obligaba inevitablemente a la revisión del proceso Dreyfus; y el Estado Mayor a ningún precio quería desautorizarse.

Debió haber un momento psicológico de angustia suprema entre todos los que intervinieron en el asunto; pero es preciso notar que, habiendo llegado al ministerio el general Billot, después de la sentencia dictada contra Dreyfus, no estaba comprometido en el error y podía esclarecer la verdad sin desmentirse. Pero no se atrevió, temiendo acaso el juicio de la opinión pública y la responsabilidad en que habían incurrido los generales Boisdeffre y Gonse y todo el Estado Mayor. Fue un combate librado entre su conciencia de hombre y todo lo que suponía el buen nombre militar. Pero luego acabó por comprometerse, y desde entonces, echando sobre sí los crímenes de los otros, se hace tan culpable como ellos; es más culpable aún, porque fue árbitro de la justicia y no fue justo. ¡Comprended esto! Hace un año que los generales Billot, Boisdeffre y Gonse, conociendo la inocencia de Dreyfus, guardan para si esta espantosa verdad. ¡Y duermen tranquilos, y tienen mujer e hijos que los aman!

El coronel Picquart había cumplido sus deberes de hombre honrado. Insistió cerca de sus jefes, en nombre de la justicia, suplicándoles, diciéndoles que sus tardanzas eran evidentes ante la terrible tormenta que se les venía encima, para estallar, en cuanto la verdad se descubriera. Monsieur Scheurer-Kestner rogó también al general Billot que por el patriotismo activara el asunto antes de que se convirtiera en desastre nacional. ¡No! El crimen estaba cometido y el Estado Mayor no podía ser culpable de ello. Por eso, el teniente coronel Picquart fue nombrado para una comisión que lo apartaba del ministerio, y poco a poco fueron alejándose hasta el ejército expedicionario de Africa, donde quisieron honrar un día su bravura, encargándole una misión que le hubiera la vida en los mismos parajes donde el marques de Mopres encontró la muerte. Pero no había caído aún en desgracia; el general Gonse mantenía con el una correspondencia muy amistosa. Su desdicha era conocer un secreto de los que no debieran conocerse jamás.

En París la verdad se abría camino, y sabemos ya de que modo la tormenta estalló. M. Mathieu Dreyfus denunció al comandante Esterhazy como verdadero autor de la nota sospechosa; mientras M.Scheurer-Kestner depositaba entre las manos del guardasellos una solicitud pidiendo la revisión del proceso. Desde ese punto el comandante Esterhazy entre en juego. Testimonios autorizados lo muestran como loco, dispuesto al suicidio, a la fuga. Luego, todo cambia, y sorprende con la violencia de su audaz actitud había recibido refuerzos: un anónimo advirtiéndole los manejos de sus enemigos; una dama misteriosa que se molesta en salir de noche para devolver un documento que había sido robado de las oficinas militares y que le interesaba conservar para su salvación. Comienzan de nuevo las novelerías folletinescas, en la que reconozco los medios ya usados por la fértil imaginación del teniente coronel Paty de Clam. Su obra, la condenación de Dreyfus, peligraba, y sin duda quiso defender su obra. La revisión del proceso era el desquiciamiento de su novela folletinesca, tan extravagante como trágica, cuyo espantoso desenlace se realiza en la Isla del Diablo. Y esto no podía consentirlo. Así comienza el duelo entre el teniente coronel Picquart, a cara descubierta, y el teniente coronel Paty de Clam, enmascarado. Pronto se hallaran los dos ante la justicia civil. En el fondo no hay más que una cosa: el Estado Mayor defendiéndose y evitando confesar su crimen, cuya abominación aumenta de hora en hora.

Se ha preguntado con estupor cuales eran los protectores del comandante Esterhazy. Desde luego, en la sombra, el teniente coronel Paty de Clam, que ha imaginado y conducido todas las maquinaciones, descubriendo su presencia en los procedimientos descabellados. Después los generales Boisdeffre, Gonse y Boillot, obligados a defender al comandante, puesto que no pueden consentir que se pruebe la inocencia de Dreyfus, cuando este acto habría de lanzar contra las oficinas de la Guerra el desprecio del público. -Y el resultado de esta situación prodigiosa es que un hombre intachable, Picquart, el único entre todos que ha cumplido con su deber, será la víctima escarnecida y castigada. ¡Oh justicia! ¡Que triste desconsuelo embarga el corazón! Picquart es la víctima, se lo acusa de falsario y se dice que fabrico la carta telegrama para perder a Esterhazy. ¡Pero, Dios mío!, ¿por que motivo? ¿Con qué objeto? Que indiquen una causa, una sola. ¿Estar pagado por los judíos? Precisamente Picquart es un apasionado antisemita. Verdaderamente asistimos a un espectáculo infame; para proclamar la inocencia de los hombres cubiertos de vicios, deudas y crímenes, acusan un hombre de vida ejemplar. Cuando un pueblo desciende a esas infamias, esta próximo a corromperse y aniquilarse.

A esto se reduce, señor Presidente de la república, el asunto Esterhazy, un culpable a quien se trata de salvar haciéndole parecer inocente, hace dos meses que no perdemos de vista esa interesante labor. Y abrevio porque solo quise hacer el resumen, a grandes rasgos, de la historia cuyas ardientes páginas un día serán escritas con toda extensión. Hemos visto al general Pellieux, primero, y al comandante Ravary, mas tarde, hacer una información infame, de la cual han de salir transfigurados los bribones y perdidas las gentes honradas. Después se ha convocado al Consejo de guerra. ¿Como se pudo suponer que un Consejo de guerra deshiciese lo que había hecho un Consejo de guerra?

Aparte la fácil elección de los jueces, la elevada idea de disciplina que llevan esos militares en el espíritu, bastaría para debilitar su rectitud. Quien dice disciplina dice obediencia. ¿Cuando el ministro de la guerra, jefe supremo, ha declarado públicamente y entre las aclamaciones de la representación nacional, la inviolabilidad absoluta de la cosa juzgada, queréis que un Consejo de guerra se determine a desmentirlo formalmente? Jerárquicamente no es posible tal cosa. El general Billot, con sus declaraciones, ha sugestionado a los jueces que han juzgado como entrarían en fuego a una orden sencilla de su jefe: sin titubear. La opinión preconcebida que llevaron al tribunal fue sin duda esta: “Dreyfus ha sido condenado por crimen de traición ante un Consejo de guerra; luego es culpable y nosotros, formando un Consejo de guerra, no podemos declararlo inocente. Y como suponer culpable a Esterhazy, sería proclamar la inocencia de Dreyfus, Esterhazy debe ser inocente”.

Y dieron el inicuo fallo que pesará siempre sobre nuestros Consejos de Guerra, que hará en adelante sospechosas todas sus deliberaciones. El primer Consejo de guerra pudo equivocarse; pero el segundo ha mentido. El jefe supremo había declarado la cosa juzgada inatacable, santa, superior a los hombres, y ninguno se atrevió a decir lo contrario. Se nos habla del honor del ejército; se nos induce a respetarlo y amarlo. Cierto que si; el ejército que se alzara en cuanto se nos dirija la menor amenaza, que defenderá el territorio francés, lo forma todo el pueblo, y solo tenemos para el ternura y veneración. Pero ahora no se trata del ejército, cuya dignidad justamente mantenemos en el ansia de justicia que nos devora; se trata del sable, del señor que nos darán acaso mañana. Y besar devotamente la empuñadura del sable del ídolo. ¡No, eso no!

Por lo demás queda demostrado que el proceso Dreyfus no era más que un asunto particular de las oficinas de guerra; un individuo del Estado Mayor, denunciado por sus camaradas del mismo cuerpo, y condenado, bajo la presión de sus jefes.

Por lo tanto, lo repito, no puede aparecer inocente sin que todo el Estado mayor aparezca culpable. Por esto las oficinas militares, usando todos los medios que les ha sugerido su imaginación y que les permiten sus influencias, defienden a Esterhazy para hundir de nuevo a Dreyfus. Ah!, que gran barrido debe hacer el Gobierno republicano en esa cueva jesuítica (frase del mismo general Billot). ¿Cuando vendrá el ministerio verdaderamente fuerte y patriota, que se atreva de una vez a refundirlo, y renovarlo todo? ¡Conozco a muchas gentes que, suponiendo posible una guerra, tiemblan de angustia, porque saben en que manos esta la defensa nacional! ¡En que albergue de intrigas, chismes y dilapidaciones se ha convertido el sagrado asilo donde se decide la suerte de la patria! Espanta la terrible claridad que arroja sobre aquel antro el asunto Dreyfus; el sacrificio humano de un infeliz, de un puerco judío. Ah! se han agitado allí la demencia y la estupidez, maquinaciones locas, prácticas de baja policía, costumbres inquisitoriales; el placer de algunos tiranos que pisotean la nación, ahogando en su garganta el grito de verdad y de justicia bajo el pretexto, falso y sacrílego, de razón de Estado.

Y es un crimen mas apoyarse con la persona inmunda, dejarse defender por todos los bribones de París, de manera que los bribones triunfen insolentemente, derrotando el derecho y la probidad. Es un crimen haber acusado como perturbadores de Francia a cuantos quieren verla generosa y noble a la cabeza de las naciones libres y justas, mientras los canallas urden impunemente el error que tratan de imponer al mundo entero. Es un crimen extraviar la opinión con tareas mortíferas que la pervierten y la conducen al delirio. Es un crimen envenenar a los pequeños y a los humildes, exasperando las pasiones de reacción y de intolerancia, y cubriéndose con el antisemitismo, de cuyo mal morirá sin duda la Francia libre, si no sabe curarse a tiempo. Es un crimen explotar el patriotismo para trabajos de odio; y es un crimen, en fin, hacer del sable un dios moderno, mientras toda la ciencia humana emplea sus trabajos en una obra de verdad y de justicia.

!Esa verdad, esa justicia que nosotros buscamos apasionadamente, las vemos ahora humilladas y desconocidas! Imagino el desencanto que padecerá sin duda el alma de M. Scheurer-Kestner, y lo creo atormentado por los remordimientos de no haber procedido revolucionariamente el día de la interpelación en el Senado, desembarazándose de su carga, para derribarlo todo de una vez. Creyó que la verdad brilla por si sola, que se lo tendría por honrado y leal, y esta confianza lo ha castigado cruelmente. Lo mismo le ocurre al teniente coronel Picquart que, por un sentimiento de dignidad elevada, no ha querido publicar las cartas del general Gonse; escrúpulos que lo honran de tal modo que, mientras permanecía respetuoso y disciplinado, sus jefes lo hicieron cubrir de lodo instruyéndole un proceso de la manera mas desusada y ultrajante. Hay, pues, dos víctimas; dos hombres honrados y leales, dos corazones nobles y sencillos, que confiaban en Dios, mientras el diablo hacia de las suyas. Y hasta hemos visto contra el teniente coronel Picquart este acto innoble: un tribunal francés consentir que se acusara públicamente a un testigo y cerrar los ojos cuando el testigo se presentaba para explicar y defenderse. Afirmo que esto es un crimen más, un crimen que subleva la conciencia universal. Decididamente, los tribunales militares tienen una idea muy extraña de la justicia.

Tal es la verdad, señor Presidente, verdad tan espantosa, que no dudo quede como una mancha en vuestro gobierno. Supongo que no tengáis ningún poder en este asunto, que seáis un prisionero de la Constitución y de la gente que os rodea; pero tenéis un deber de hombre en el cual meditaréis cumpliéndolo, sin duda honradamente. No creáis que desespero del triunfo; lo repito con una certeza que no permite la menor vacilación; la verdad avanza y nadie podrá contenerla. Hasta hoy no principia el proceso, pues hasta hoy no han quedado deslindadas las posiciones de cada uno; a un lado los culpables, que no quieren la luz; al otro los justicieros que daremos la vida porque la luz se haga. Cuanto mas duramente se oprime la verdad, mas fuerza toma, y la explosión será terrible. Veremos como se prepara el más ruidoso de los desastres.


Señor Presidente, concluyamos, que ya es tiempo.

Yo acuso al teniente coronel Paty de Clam como responsable – quiero suponer inconsciente – del error judicial, y por haber defendido su obra nefasta tres años después con maquinaciones descabelladas y culpables.

Acuso al general Mercier por haberse hecho cómplice, al menos por debilidad, de una de las mayores iniquidades del siglo.

Acuso al general Billot de haber tenido en sus manos las pruebas de la inocencia de Dreyfus, y no haberlas utilizado, haciéndose por lo tanto culpable del crimen de lesa humanidad y de lesa justicia con un fin político y para salvar al Estado Mayor comprometido.

Acuso al general Boisdeffre y al general Gonse por haberse hecho cómplices del mismo crimen, el uno por fanatismo clerical, el otro por espíritu de cuerpo, que hace de las oficinas de Guerra un arca santa, inatacable.

Acuso al general Pellieux y al comandante Ravary por haber hecho una información infame, una información parcialmente monstruosa, en la cual el segundo ha labrado el imperecedero monumento de su torpe audacia.

Acuso a los tres peritos calígrafos, los señores Belhomme, Varinard y Couard por sus informes engañadores y fraudulentos, a menos que un examen facultativo los declare víctimas de una ceguera de los ojos y del juicio.

Acuso a las oficinas de Guerra por haber hecho en la prensa, particularmente en L’Eclair y en L’Echo de París una campaña abominable para cubrir su falta, extraviando a la opinión pública.

Y por último: acuso al primer Consejo de Guerra, por haber condenado a un acusado, fundándose en un documento secreto, y al segundo Consejo de Guerra, por haber cubierto esta ilegalidad, cometiendo el crimen jurídico de absolver conscientemente a un culpable.

No ignoro que, al formular estas acusaciones, arrojo sobre mí los artículos 30 y 31 de la Ley de Prensa del 29 de julio de 1881, que se refieren a los delitos de difamación. Y voluntariamente me pongo a disposición de los Tribunales.

En cuanto a las personas a quienes acuso, debo decir que ni las conozco ni las he visto nunca, ni siento particularmente por ellas rencor ni odio. Las considero como entidades, como espíritus de maleficencia social. Y el acto que realizo aquí, no es más que un medio revolucionario de activar la explosión de la verdad y de la justicia.

Solo un sentimiento me mueve, solo deseo que la luz se haga, y lo imploro en nombre de la humanidad, que ha sufrido tanto y que tiene derecho a ser feliz. Mi ardiente protesta no es más que un grito de mi alma. Que se atrevan a llevarme a los Tribunales y que me juzguen públicamente.



París, enero 13 de 1898.



DON JUAN AGUSTÍN FIGUEROA YÁVAR

JUAN AGUSTÍN FIGUEROA YÁVAR


Le deseamos un feliz cumpleaños a nuestro presidente Don Juan Agustín Figueroa Yávar, el viernes 25 de noviembre de 2011.



Don Juan Agustín Figueroa Yávar, abogado por la Universidad de Chile, ex ministro de estado y ex miembro del Tribunal Constitucional

Tuesday, November 22, 2011

The Bear - Film by Jean-Jacques Annaud

The Bear - Film by Jean-Jacques Annaud

Monday, November 21, 2011

INVITACION A LOS SOCIOS Y AMIGOS DE LA SBCH

Cliquear sobre la imagen para leer

Amigos y amigas,

Tengo el agrado de invitarlos a otra presentación de Janequeo que haremos el 2 de diciembre. Les mando la información en Bellavista. Se recomienda hacer reserva con tiempo.

Agradezco siempre su presencia, apoyo y cariño. Un especial reconocimiento a mi amigo Ivan Muñoz que diseñó el flyer.

Un abrazo compartido

Daniela Denti Castañón
Trabajadora Social

INVITACION A LOS SOCIOS Y AMIGOS DE LA SBCH

"Andes Patagónicos": Editan un completo libro de los viajes de Alberto De Agostini a la Patagonia y Tierra del Fuego". El Mercurio. 20.11.11.


FROM:Jorge Mery García TO:Neville Blanc Monday, November 21, 2011 4:33
EL MERCURIO. EDICIÓN 20.XI.11. PÁGS. E 16-17.

http://diario.elmercurio.com/2011/11/20/artes_y_letras/artes_y_letras/noticias/B1B61FB8-F725-4B5A-B14B-227B67E6670D.htm?id={B1B61FB8-F725-4B5A-B14B-227B67E6670D}

Versión digital: http://www.mer.cl/modulos/catalogo/Paginas/2011/11/20/MERSTAT016OO2011.htm - http://www.mer.cl/modulos/catalogo/Paginas/2011/11/20/MERSTAT017OO2011.htm


PATRIMONIO
"Andes Patagónicos" ya está en circulación


Editan un completo libro de los viajes de Alberto De Agostini a la Patagonia y Tierra del Fuego

En un importante esfuerzo editorial colectivo se presentó el trabajo que reúne la mayor parte de los documentos legados por el sacerdote salesiano de sus viajes al extremo sur. El autor de la obra fue una personalidad multifacética: sacerdote, cartógrafo, montañista, escritor, fotógrafo y cineasta.

Gustavo Villavicencio

Gran parte de la historia y travesías del legendario padre Alberto De Agostini fueron plasmadas en su libro "Andes Patagónicos", una publicación que concentró, desde su aparición en 1941, gran interés de científicos de América y Europa.

En un trabajo conjunto, la Congregación Salesiana de Chile (Inspectoría San Miguel Arcángel), el Museo Salesiano Maggiorino Borgatello de Punta Arenas y edebé-Editorial Don Bosco, han decidido reeditar la obra de este singular salesiano de acendrado espíritu científico.

A esta tercera edición en español se incorporan secciones inéditas de su símil de 1945 y notas de revisión y ampliación que realizó De Agostini en sus últimos años para enriquecer aún más su monumental aporte al conocimiento físico y humano de la Patagonia. El nuevo libro cuenta con un estudio introductorio a cargo del Premio Nacional de Historia 2000, Mateo Martinic.

Pasión por las montañas

Sacerdote italiano de la Congregación Salesiana, fundada por San Juan Bosco, De Agostini fue ordenado en 1909 y destinado a Sudamérica, a una lejana y desconocida ciudad: Punta Arenas. Integraba uno de los últimos grupos misioneros enviados por el Rector Mayor de esa Congregación a esa ciudad para apoyar la labor educacional y evangelizadora de los salesianos.

En 1910 comienza a realizar su apostolado como religioso en el colegio "San José", donde junto a otros hermanos que forman parte de su comunidad, realizan en sus ratos libres excursiones por los alrededores de Punta Arenas, principalmente por el valle del río de las Minas. Así comienza una aventura que se prolongará por más de medio siglo buscando conocer y difundir las montañas más australes del mundo. Siempre teniendo en cuenta que su primera misión en tierras magallánicas era la que encargaran sus superiores y que su pasión por la montaña solo sería aceptada en la medida que no perjudicara su apostolado.

Pero la aventura exploratoria de De Agostini y sus constantes aportes a la cartografía, motivaron a sus superiores a liberarlo de sus trabajos. Paulatinamente comenzó a profundizar su obra exploratoria geográfica, que se convertiría con el tiempo en un verdadero aporte de conocimiento científico de nuestro país.

Entre los años 1912 y 1918, De Agostini realizó una serie de expediciones que tuvieron por objeto el estudio de las montañas que se extienden entre el fiordo del Almirantazgo y los canales adyacentes, por el norte, y el canal Beagle, por el sur. Mientras realizaba una expedición a la sección occidental de la gran península Brecknock, descubrió dos grandes fiordos, quizás los más hermosos de Tierra del Fuego, y los llamó Contraalmirante Martínez y Pigafetta. Con justicia, este último término fue posteriormente reemplazado por los oficiales de la Marina de Chile que lo rebautizaron como "De Agostini".

Ataque al monte Sarmiento

Durante la década de los años 20, el padre Alberto consigue explorar de manera sistemática el interior -antes desconocido- de la zona cordillerana fueguina, descubriendo muchos lugares que permanecían hasta el momento ignotos para la geografía, entre ellos el gran Valle Carvajal al norte de Ushuaia. Paralelamente realizó extensos viajes por los canales australes hasta el Cabo de Hornos. Además, entre sus exploraciones, recorrió el valle del río Serrano, las cuencas de los lagos de Toro y en particular el macizo del Paine.

Uno de los trabajos más notables fue el reconocimiento de la zona interior andina que realizó en 1931, recorriendo parte del extenso plateau que conformaba el gran Campo de Hielo Patagónico Sur; además extendió su investigación al distrito interior del lago Viedma, recorriendo el cordón de las montañas que bordea Upsala.

Pero a pesar de todo su peregrinaje por Magallanes, a De Agostini le faltaba llegar al monte Sarmiento, que permanecía invicto para él (su primer intento lo había realizado en 1913). Por razones de su edad el tema era delicado, pero el salesiano se las ingenió para organizar una expedición con ese objetivo que contó con la participación del profesor José Morandini y un grupo de científicos y geólogos italianos y del Ejército de Chile. Finalmente el padre De Agostini logró vencer al Sarmiento, en 1958.

No contento con todos sus logros , este sacerdote decidió difundir sus investigaciones. Comenzó a usar la técnica y el arte de la fotografía, a lo que se sumó su talento de narrador y conferencista y como si todo esto fuera poco, supo valerse de la cinematografía, a través de una serie de valiosas filmaciones.

Aporte cartográfico

Las múltiples empresas iniciadas por De Agostini finalizaron con su fallecimiento en 1960. A esas alturas, entre sus logros se podían mencionar sus trabajos de exploración y descubrimientos geográficos, la conquista de nuevas cumbres para el montañismo a escala mundial y la contribución a nueva cartografía. De hecho, sus investigaciones fueron claves para dar a conocer la estructura orográfica y glaciológica de los Andes Patagónicos, lo que hasta ese momento era completamente desconocido para la ciencia mundial.

El significativo aporte de De Agostini llevó a las autoridades a honrarlo con un parque que lleva su nombre, el que se encuentra ubicado en el extremo sur de la Región de Magallanes. Está conformado por todas las islas que se hallan al sur del Estrecho de Magallanes y al poniente de la isla Navarino, además de una porción de Tierra del Fuego.

ANDES PATAGÓNICOS ALBERTO DE AGOSTINI, S.D.B.
Viajes de exploración a la Cordillera Patagónica Austral
Valor: $ 77.350
Editorial Don Bosco (Bulnes 35-Santiago)

Mesa redonda


"ALBERTO DE AGOSTINI: UN LEGADO CARTOGRÁFICO PATRIMONIAL"




Participan: Ricardo Riesco, rector de la Universidad San Sebastián; Ricardo Rubio, profesor de la cátedra De Agostini, de la UCSH; y Giovanni De Agostini, cartógrafo italiano.


Día: Lunes 28 de Noviembre. Horario: 12:00 horas.


Lugar : Universidad San Sebastián (Bellavista 7, Recoleta).

* * * * *

NOTA DEL TRANSCRIPTOR:

Esta nueva edición de la obra de Alberto M. De Agostini ha sido también incluida, en formato más pequeño (28 cm), en los vols. 93 y 94, publicados en 2010, de la Colección Biblioteca Fundamentos de la Construcción de Chile, iniciativa de la Cámara Chilena de la Construcción conjuntamente con la Pontifica Universidad Católica de Chile y la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, bajo la edición general de Rafael Sagredo Baeza y con prólogo y notas explicativas de Mateo Martinic (cf. http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-71942011000100006).






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