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Editor: Neville Blanc

Friday, April 27, 2012

"Cañones de la “WAGER”: un hallazgo formidable para la arqueologí​a histórica del golfo de Penas".




CAÑONES DE LA “WAGER” UN HALLAZGO FORMIDABLE PARA LA ARQUEOLOGIA HISTÓRICA EN EL GOLFO DE PENAS

Martes, 17 de Abril de 2012


Escrito por Radio Natales

Escrito por: Ramón Arriagada

El pescador natalino, Oscar Pedreros, tiene el mérito de haber encontrado los cañones de la Fragata “Wager” en un rincón impensado de las numerosas islas que rodean el Golfo de Penas. No fue un encuentro casual, pues desde hace muchos años, en nuestras conversaciones, el tema de los restos de los cañones era recurrente. Me informaba que al pasar cerca del golfo, en sus labores de extracción de erizos o locos, se daba un tiempo para husmear en las islas Guayanecos, y encontrar lo que hoy, con justa razón, Pedreros llama “ su tesoro”.

Por las fotografías a las cuales he tenido acceso, en el lugar encontrado, deberían estar todos los cañones por recuperar de la fragata inglesa hundida en el año 1741. El hecho de ubicarse muy lejos de donde se produjo el naufragio, plantea una interrogante a resolver. Es posible que los restos del barco siniestrado hayan sido llevados a este nuevo sitio , ahora arqueológico, por la fuerza de una poderosa y persistente marea. Hasta puede ser el oleaje de un Sunami que llegó a las costas del golfo. Pero desde ahora en adelante tendrán la palabra quienes saben de arqueología y mareas.

Nos quedamos con la sensación agradable, de ver como una parte de nuestro territorio, cobra vida para quienes nos visitan. Nuestros turismo necesita contar la historia de estos paisajes, donde se ha impuesto el máximo sacrificio humano, para hacerlo accesible a las generaciones futuras.

Breve historia de un naufragio

La fragata “Wager”, había sido construida en el año 1734. Era una fragata de tres palos, tenía 37 metros de proa a popa, estaba diseñada para el transporte de mercadería y pasajeros. Sus viajes estaban dirigidos para llegar a las Indias Orientales. Por lo tanto, cuando Lord Anson , inició las acciones para armar una escuadra que viniera a disputar el poder naval a los españoles, eligió la “Wager” como un buen “buque almacén”. Traería aparejos, pertrechos, artillería, municiones y herramientas. Sería fundamental para el apoyo de las operaciones militares.

La idea era navegar hasta el Cabo de Hornos, para ingresar al Pacifico por el sur del continente y dar cuenta de todos los asentamientos españoles. El primero en caer sería el puerto de Valdivia de acuerdo a los planes de Anson. La nave insignia de la flota invasora inglesa era el “Centurión”, donde viajaba el almirante; la agrupación la completaban otros dos poderosos navíos, el “ Gloucester” y el “ Savern” con tripulaciones de trescientos y cuatrocientos hombres respectivamente.

Cerraban la formación inglesa dos fragatas, “Pearl” y nuestra conocida

“Wager”, además del “Tryal” un barco más pequeño con sólo ocho cañones. La fragata del guardiamarina Byron, contaba con una dotación de 160 hombres, la mayoría según nuestro personaje, sacados a última hora desde el hospital de Chelsea. Eran soldados y marinos recuperándose de heridas de guerra, que fueron forzados a integrar la gloriosa escuadra, enviada por la corona para la vil misión de piratear en las colonias españolas del Pacífico.

PROA AL SUR

Cuando la corona de España tuvo conocimiento del zarpe de la emblemática escuadra del almirante Anson, improvisó una formación de naves al mando del general José Pizarro, que contaba de cinco naves tan dotadas como las inglesas que ya avanzaban hacia el Cabo de Hornos. Los peninsulares, llegaron al escabroso paso oceánico, el último día de febrero de 1741, debiendo enfrentar al peor enemigo en cosas del mar, un violento temporal, que dispersó los barcos.

Los días siguientes fueron trágicos para la flota española. El “Hermione” con 54 cañones y 450 hombres se perdió en aquellos mares tormentosos. Nunca se supo las circunstancias de su destino final. La lectura de la suerte sufrida por este conglomerado de tres mil hombres del mar es espeluznante. Debieron regresar al Río de la Plata, diezmados por el escorbuto, el hambre y el desaliento. Después de cinco años de la partida, sólo el navío “Asia”, regresó a España con una dotación mínima de tripulantes en condiciones de navegar.

El paso azaroso por el Cabo de Hornos, también fue dramático para la escuadra inglesa, que marchaba a pocos días más delante que sus perseguidores. La bitácora del “ Centurión” registra tempestades endemoniadas no sólo en el paso hacia el Pacífico, si no además entre éste y las costas de Chiloé. El día 23 de mayo sufrieron un temporal que les rompió las velas, no eran olas las que se venían encima, eran “montañas de agua que reventaban en el costado a estribor”.

DESTINO FINAL: EL GOLFO DE PENAS

La fragata “ Wager” venía con dificultades para maniobrar desde el Cabo de Hornos. El capitán Cheap, trataba de llevarla hacia mar abierto, pero debió navegar teniendo a la vista, los estruendosos rompientes del Mar del Sur sobre costas escarpadas y desmembradas. Con no más de diez hombres en condiciones de navegar, la fragata herida se estrelló violentamente contra la costa norte de las Islas Guayanecos en la mañana del día 14 de mayo de 1741.

El casco de la fragata se mantuvo a flote, apoyado en las mismas rocas en que había encallado, ya avanzadas las horas fue posible recuperar los víveres y su carga. Claro, que con muchas dificultades por el oleaje que seguía golpeando sin misericordia a aquellos angustiados naúfragos.

Tanto en el libro de John Byron como en el de Bulkeley, están reflejados los días de angustia de los sobrevivientes. Es tan inhóspito el lugar, que uno de los autores llega al exclamar, “Hemos conocido el punto más ingrato de todo el globo terrestre”. A las inclemencias del tiempo, se deben sumar las bajas pasiones humanas entre los sobrevivientes. Un grupo numeroso, se rebela contra la autoridad de Cheap, toma las mejores embarcaciones y parte importante de los víveres e inicia una larga navegación por el Estrecho de Magallanes, para llegar a las costas de Brasil.

El pequeño grupo, fiel al capitán, entre los cuales está Byron, atraviesan el Golfo de Penas, para llegar a las cercanías del Itsmo de Ofqui. En ese lugar son apresados por naturales del lugar (chonos) y llevados los cuatro sobrevivientes - en junio de 1742 - ante las autoridades españolas establecidas en Castro. Después de una permanencia que demoró hasta que llegara el barco que hacía el recorrido entre el Callao y la Isla de Chiloé, fueron enviados a Valparaíso y posteriormente a Santiago, desde donde fueron liberados al año siguiente, cerrando con ello el capítulo en tierras chilenas de los naufragos ingleses.

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http://www.radionatales.com/index.php?option=com_content&view=article&id=2027:los-canones-de-la-wager-una-artilleria-perfecta&catid=3:balcon-natalino&Itemid=4




LOS CAÑONES DE LA WAGER: UNA ARTILLERIA PERFECTA

Martes, 17 de Abril de 2012 Escrito por Radio Natales


Tres años después del naufragio de la fragata Wager, el Gobernador de Chiloé envió en 1774, una expedición a buscar los escombros del barco inglés. Ciento sesenta hombres a bordo de once piraguas partieron al sur, hacia las Islas Guayanecos; el mando le fue entregado a un alférez de infantería del fuerte de Calbuco, Mateo Abraham Edward. Por si encontraban indios para evangelizar, viajaba también el padre Pedro Flores sacerdote jesuíta.

La misión duró cuatro meses. Cronistas del viaje relatan que en las cercanías del sitio donde estaba el naufragio, aún había restos de tripulantes ingleses muertos. El lugar era fácilmente identificable por los navegantes que llegaban a la parte sur del Golfo de Penas. Un piadoso levantó una cruz en el lugar, el padre García lo sitúa entre la Isla San Pedro y el paso Runddle. Valga esta información, debido a que las últimas expediciones ( 2008), no se han atrevido a fijar con certeza la ubicación de restos.

Al regreso de la expedición de 1774, los navegantes llevaron ante el Gobernador de Chiloé, entre otras piezas, catorce cañones del total de veintiocho de la dotación de la fragata inglesa. Informa Edward que “ por lo incómodo de la piraguas no fue posible transportar catorce cañones, el fierro de lastre, cables y más jarcias, con muchas anclas, habiendo dejado dos en la playa, que privó de conducir su tamaño”. El Gobernador Martínez de Tineo comentará posteriormente “ no he visto artillería más perfecta por su delicada hechura”.

Desde el siglo XVI hasta mediados del siglo 19, no se registraron mayores diferencias en la fabricación de cañones. Estos eran de una sola pieza. Los navíos de guerra llevaban cañones fabricados de bronce, en tanto los mercantes, los usaban de fierro. En los barcos estaban montados en cureñas de madera. La pólvora y el proyectil se cargaban por la boca. El artillero lo disparaba usando una mecha encendida que comunicaba el fuego a través de un orificio ubicado en la culata. La cinematografía ha sido muy prolífica en mostrar combates navales, incluso, muchos señalan que los libros publicados sobre las aventuras de la flota de Lord Anson, inspiraron a Peter Wein, para mostrarnos a Russell Crowe como el audaz “ Capitán de Mar y Guerra.

EL NAUFRAGIO DE LA FRAGATA WAGER EN LA LITERATURA

En el año 1768, después del regreso de largas navegaciones, John Byron se decide a escribir sobre su experiencia en los tormentosos mares del sur. Esta voluntad, nace al ver publicados en Inglaterra, los relatos de John Bulkeley sobre los acontecimientos que rodearon la desobediencia al capitán de la “Wager”, David Cheap , y la posterior navegación con un grupo de tripulantes por la ruta del Estrecho de Magallanes, para llegar hasta las costas de Brasil y luego ser llevados a Inglaterra.

Lo escrito por John Byron y John Burkeley forman parte del florecimiento de la llamada “Colonial Library”, dedicada a realzar las expansiones territoriales del Imperio Británico. Los comentarios literarios sobre “El Naufragio de la Fragata Wager”, señalan: es un libro que se caracteriza por el desaliño en el estilo y por la falta de orden y claridad en el exposición de los sucesos. Claro que en su tiempo, este libro, fue tanto o más leído que el mismísimo Robinson Crusoe. El mayor de su hijos es el padre del poeta inmortal, que dio forma en sus versos, a las más altas expresiones de la poesía inglesa del siglo XIX. Lord Byron recordaba siempre con predilección a su abuelo navegante.


La edición más conocida en Chile del libro de Byron, fue publicada el 1955 por Zig-Zag. Con una excelente acogida de los lectores chilenos; no sólo por las aventuras del jovencito Byron de apenas dieciocho años y el naufragio de la “Wager”; si no que además en su condición de prisionero de los españoles, nos entrega una visión muy atractiva por su descripción de la sociedad chilena del siglo XVIII. El grupo de cautivos, con el capitán David Cheap a la cabeza, tuvieron un trato deferente, teniendo acceso a los salones donde se reunían los aristócratas coloniales en Chiloé, Valparaiso y Santiago.


De reciente edición, nos encontramos con la publicación “Encuentro de dos Mundos”, cuyo editor es Diego Carabías Amor, investigador que el año 2008, estuvo en las islas del Golfo de Penas en la búsqueda de los restos del naufragio.


El año 2006, la editorial natalina “Fiordo Azul”, publicó la versión en inglés del libro. Ello, por la necesidad de ilustrar a los turistas que viajan entre Puerto Montt y Puerto Natales los hechos acaecidos en 1741 en las islas del Golfo de Penas. La editora del libro fue la pedagoga de lengua inglesa, María Valentina Arriagada M con las acertadas ilustraciones del docente Angelino Soto Cea.

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