SOCIEDAD DE BIBLIÓFILOS CHILENOS, fundada en 1945

Chile, fértil provincia, y señalada / en la región antártica famosa, / de remotas naciones respetada / por fuerte, principal y poderosa, / la gente que produce es tan granada, / tan soberbia, gallarda y belicosa, / que no ha sido por rey jamás regida, / ni a extranjero dominio sometida. La Araucana. Alonso de Ercilla y Zúñiga

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Editor: Neville Blanc

Tuesday, July 31, 2012

LUKAS

LA TERCERA EDICION IMPRESA | martes 31 de julio de 2012



A 50 años de su edición, rescatan el primer libro de humor gráfico de Lukas

De origen italiano, Renzo Pecchenino
retrató la sociedad criolla de los 60 y 70.
por Denisse Espinoza
 
Corrían los años 60 y, en paralelo a la historia oficial, los ilustradores registraban con humor su propia versión informal de la contingencia en Chile. En Santiago, revistas como Topaze volvían con más acidez que nunca para reinstalar la sátira política de mano de dibujantes como Coke, Pepo y Jimmy Scott. Mientras, en Valparaíso el nombre de Lukas resaltaba desde la página editorial del diario La Unión.
Sin embargo, a diferencia de sus colegas que le hincaban el diente a los tropiezos de los políticos, el dibujante Renzo Pecchenino, apodado “Lukas”, se dedicó a plasmar con ingenio la idiosincrasia criolla, el desarrollo urbano y la vida del ciudadano de puerto.
Tenía sólo 28 años cuando se lanzó a la publicación de Señoras y señores, su primer libro, artesanal y autoeditado, donde compiló sus mejores viñetas de prensa. El mismo se dedicó a ofrecerlo puerta a puerta, y aunque estuvo lejos de ser un éxito, con el tiempo el volumen se convirtió en un hito en su carrera, al dar cuenta de los orígenes de su obra.
Tras 50 años, el libro es ahora recuperado por Ril Editores y la Fundación Lukas con una nueva edición. “El original se hizo a pulso, fue un esfuerzo extraordinario y financiado con su propia plata”, cuenta Giulio Pecchenino, hijo mayor de Lukas. “Recién pololeaba con la mamá y con ella iba a dejar los ejemplares a las librerías. Fue una tarea difícil y a veces desilusionante. En una de las librerías, por ejemplo, ni siquiera ofrecieron los ejemplares, le devolvieron los paquetes sin abrir”.
Nacido en 1934 en Italia, Lukas llegó con sus padres a Valparaíso con un año de edad. Estudió en la Scuola Italia y luego Arquitectura en la UC porteña, pero se retiró para ser dibujante. Influenciado por el inglés Searle y el argentino Oski, Lukas se distinguió por un humor fino y original. Colaboró en revistas como Topaze, El Pingüino y Mampato, pero su obra más popular la hizo en prensa. Trabajó en El Mercurio, La Segunda, La Estrella de Valparaíso, colaboró con 0’Cruzeiro de Brasil y diarios de EE.UU. En 1981 recibió el Premio Nacional de Periodismo.
Dedicado a Joaquín Edwards Bello, en Señoras y señores Lukas demuestra su interés desde el principio por mostrar la realidad social, al igual que el cronista. En las páginas de los matutinos se reía del arribismo, la burocracia legal, el caos del transporte público, los ascensores del puerto o la invasión de marcas extranjeras que mataba la producción local. “En un país muy centralista impone su mirada regional, como un punto de vista legítimo, ingenioso y pertinente”, dice Jorge Montealegre, investigador de la historia del humor gráfico en Chile. “Tuvo grandes aciertos y también caídas horribles, fue leal a la línea editorial de su diario, apoyando incluso las atrocidades de la dictadura”.
Sin embargo, la mayoría del tiempo, el humor de Lukas esquivó la vulgaridad: “Le gustaba reírse de las situaciones, no de las personas”, comenta su hijo Giulio.
Pasaron 9 años para que Lukas editara de nuevo: Apuntes porteños, en 1971, y Apuntes viñamarinos, en 1972. La fundación, en el paseo Gervasoni de Valparaíso, planea relanzar ambos en 2013, cuando se cumplan 25 años de la muerte del dibujante, ocurrida en 1988, a los 53 años. “Queremos hacer una edición fusionada de estos libros clave, y estamos armando una exposición itinerante de su obra”, adelanta Giulio.

Sunday, July 29, 2012

Llamado a la concordia

Llamado a la concordia
PIEDRA DE TOQUE (ElPaís.com - 29 JUL 2012). - Esas manifestaciones de patrioterismo barato con que ciertos órganos de prensa y grupos políticos extremistas tratan de sembrar la discordia entre Chile y Perú no son desinteresadas.
© Mario Vargas Llosa, 2012.

Llamado a la concordia
MARIO VARGAS LLOSA
Pronto comenzarán las vistas orales sobre el diferendo de fronteras marítimas entre Chile y Perú que se ventila ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Muchos hubiéramos preferido que esta discrepancia se resolviera mediante negociaciones bilaterales, en la discreción de las cancillerías, pero, como no fue posible el acuerdo, el litigio está donde la razón y el sentido común señalan que debe estar: ante una instancia jurídica internacional que ambos países reconocen y cuyo fallo los gobiernos peruano y chileno se han comprometido a acatar.
Con este motivo, el 25 de julio de este año se dio a conocer simultáneamente en Lima, Santiago y Madrid, un Llamado a la concordia que hemos firmado 15 chilenos y 15 peruanos, de distintas profesiones, vocaciones y posturas políticas, pero, todos, firmemente comprometidos con la cultura democrática. Ésta es una iniciativa de dos escritores, Jorge Edwards y yo mismo, que, 33, en junio de 1979, con motivo de cumplirse el centenario de la Guerra del Pacífico, encabezamos también una declaración de 10 chilenos y 10 peruanos proclamando nuestra voluntad de obrar para que nuestros dos países vivieran “siempre en paz y amistad”. Recordábamos en esa ocasión que los enemigos de Perú y Chile no eran nuestros vecinos, sino el subdesarrollo, y que la batalla contra el hambre, la ignorancia, la desocupación, la falta de democracia y libertad “solo podemos ganarla unidos, luchando solidariamente contra quienes pretenden enemistarnos y obstaculizar nuestro progreso”.
Cuando apareció aquel primer manifiesto Chile y Perú padecían dictaduras militares (presididas por el general Pinochet y el general Morales Bermúdez respectivamente) que censuraban la prensa, perseguían al disidente y cometían bárbaras violaciones contra los derechos humanos. Hoy, por fortuna, ambos países disfrutan de libertad y de legalidad, tienen gobiernos nacidos de elecciones libres que respetan el derecho de crítica y practican unas políticas de mercado, de respeto a la propiedad privada, a la libre competencia y de aliento a la inversión que han dado un gran impulso a su desarrollo económico. Aunque, desde luego, aún falta mucho por hacer y las desigualdades de ingresos y oportunidades siguen siendo muy grandes, la reducción de la pobreza, el crecimiento de las clases medias, el flujo de inversiones extranjeras, el control de la inflación y del gasto público, así como el fortalecimiento de las instituciones en ambas sociedades son notables, los más rápidos que registra su historia.
En este marco de progreso sostenido, los intercambios económicos entre Chile y Perú denotan también un dinamismo sin precedentes. Empresas chilenas operan en todo el Perú, han creado muchos miles de puestos de trabajo y, desde hace algunos años, varias compañías peruanas han empezado también a invertir y trabajar en Chile. El número de peruanos que, desde que comenzó el despegue económico chileno, emigraron al país vecino y han echado allí raíces se cuenta por decenas de millares.
Todo esto es bueno y beneficioso para ambos países, y debe ser alentado porque, además de contribuir al progreso material de Chile y Perú, irá desvaneciendo cada día más las susceptibilidades, resistencias, enconos y prejuicios que sectores nacionalistas tan exaltados como irresponsables se empeñan en mantener vivos y están atizando con motivo del diferendo limítrofe que se dirime en La Haya. Esas manifestaciones de patrioterismo barato con que ciertos órganos de prensa y grupos políticos extremistas tratan de sembrar la discordia entre ambos países no son desinteresadas. Su secreta intención es justificar el armamentismo, es decir, las vertiginosas inversiones que significa comprar en nuestros días esos juguetes mortíferos con que juegan los ejércitos, distrayendo recursos que deberían más bien volcarse en las áreas de salud, educación e infraestructura, indispensables para que el desarrollo económico no quede confinado en los niveles de altos y medios ingresos y llegue también donde más falta hace, los sectores desfavorecidos y marginales. Aunque es verdad que en los últimos años estos sectores se han encogido, siguen siendo todavía intolerablemente extensos. Y no hay desarrollo digno de ese nombre si una democracia no es capaz de crear, en el campo económico, igualdad de oportunidades para todos sus ciudadanos.
Esta es la razón de ser de nuestro Llamado a la concordia. Sea cual fuere el fallo de la Corte Internacional, debe servir para fijar definitivamente aquellas fronteras y cegar para siempre ese foco de periódicas discordias entre ambos países. Y, al mismo tiempo, mostrar al resto de América Latina la manera civilizada y pacífica en que se deben dirimir los conflictos limítrofes. Es preciso recordar, en este contexto, que las disputas de límites han sido, desde hace dos siglos, una de las fuentes más fecundas del subdesarrollo latinoamericano. Ellas han provocado guerras insensatas en las que siempre la mayoría de los cadáveres los ponían los más pobres y servido de pretexto para un armamentismo que, sin excepción alguna, permitió que espadones y políticos corruptos se llenaran los bolsillos con comisiones ilegales. Otra de sus consecuencias ha sido el elefantiásico crecimiento de las fuerzas militares y su protagonismo en la vida política, una de las razones por las que la cultura democrática ha sido hasta hace muy poco tiempo una planta exótica de tan difícil aclimatación en la mayor parte de los países latinoamericanos.
Pero, sin duda, la más nefasta herencia de estas rencillas en muchos casos artificialmente provocadas ha sido la implantación del nacionalismo, obtusa ideología que separa y enemista a los países. Ella es la explicación de que, aunque hablen la misma lengua, compartan una tradición, una historia y una problemática social, los países latinoamericanos no hayan sido capaces hasta ahora de unirse, como por ejemplo lo ha hecho Europa, en una gran confederación política, y ni siquiera de hacer funcionar de manera eficaz los tratados de libre comercio regionales que firman de tanto en tanto y que, todos, tarde o temprano, terminan empantanados o anulados por el espíritu de campanario con que se llevan a la práctica. Muchos de esos conflictos están sólo aletargados y todavía penden ahí, como siniestras amenazas que con cualquier pretexto pueden actualizarse y desencadenar guerras o golpes de Estado que desbaraten en días o semanas los logros económicos de muchos años.
Es verdad que, América Latina, con las excepciones de la dictadura cubana de los hermanos Castro —la más larga de su historia— y la semidictadura del comandante Chávez (que, si hay elecciones libres, podría terminar este octubre) ha ido dejando atrás el nefasto período de las dictaduras militares y optando por la democracia. Hoy, la inmensa mayoría de los países del continente tiene gobiernos civiles, elecciones, una prensa más o menos libre, y las instituciones comienzan a funcionar, pese a los altos índices de criminalidad, generalmente asociada al narcotráfico, a la corrupción y a las gigantescas diferencias de ingreso entre la cúpula y la base social. Pero, aun teniendo en cuenta estos factores negativos, hay un progreso inequívoco, sobre todo en el campo económico, gracias a unas políticas pragmáticas y de apertura que han ido reemplazando a las catastróficas de antaño, cuando el nacionalismo económico propugnaba cerrar las fronteras, estatizar “industrias estratégicas” y practicar el desarrollo hacia adentro. Sólo un puñadito de países, como Bolivia y Ecuador, se aferran aún a esos anacronismos, y así les va. Pero el resto está creciendo, y algunos países entre los que precisamente se encuentran Chile y Perú, a muy buen ritmo. Una prueba indiscutible de ello es lo poco que ha sufrido América Latina con la crisis financiera que sacude a Europa y a Estados Unidos. Ella todavía no afecta demasiado a una región que, hasta hace muy pocos años, contraía pulmonías cuando Estados Unidos y el resto del Occidente sólo se resfriaban.
Para que este progreso se perfeccione y acelere es indispensable que las viejas querellas de linderos que han mantenido distanciados o enemistados a los países latinoamericanos se eclipsen y estos imiten el buen ejemplo de Europa, acercándose cada vez más entre sí de manera que sus fronteras, gracias a los intercambios de toda índole que propician la cooperación y la amistad, se vayan eclipsando y permitiendo una unión duradera bajo el signo de la libertad.
© Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, SL, 2012.

Friday, July 27, 2012

Federico Willoughby-MacDonald en su libro “La Guerra. Historia íntima del poder en los últimos 55 años de la política chilena 1957/2012”




La Nacion Viernes, 27 julio 2012 | 15:52 » SANTIAGO

Federico Willoughby cuenta “la guerra del poder en Chile” de 1957 a 2012


Ex asesor de Jorge Alessandri, Augusto Pinochet y Patricio Aylwin lanzó libro de 377 páginas en el que cuenta los episodios políticos que le tocó protagonizar durante 55 años, incluyendo dos atentados contra su vida. Dijo que decidió colaborar con el gobierno de Aylwin “para mantener un rol vigilante sobre Pinochet”.


Martes 24 de julio de 2012| por Claudio Leiva Cortés

“Federico, si alguna vez me hicieran un monumento, no tendría que estar solo, me gustaría que fuera como la estatua de Montt-Varas; tendría que estar Edgardo (Boeninger) al lado mío”. Son palabras del ex presidente Patricio Aylwin que recogió Federico Willoughby-MacDonald en su libro “La Guerra. Historia íntima del poder en los últimos 55 años de la política chilena 1957/2012”.

Precisamente “Don Pato” asistió este martes al lanzamiento del texto de su ex colaborador que se realizó en el Museo de Bellas Artes. En 377 páginas, el periodista, cientista político y empresario relató su paso por las trastiendas del poder en los gobiernos de Jorge Alessandri, Augusto Pinochet y Patricio Aylwin. En su discurso, Willoughby se definió como una persona que “estuvo ahí para ayudar a tomar decisiones a las personas importantes”.

Willoughby estudió periodismo en la Universidad de Chile, llegó a La Moneda como asesor de prensa de Alessandri en 1958 y luego trabajó en diversas empresas estadounidenses instaladas en nuestro país. Llegó a ser presidente de la Ford y después del triunfo de la Unidad Popular se involucró en el “movimiento social para derrocar a Salvador Allende”. Tras el golpe, trabajó en el Secretaría de Prensa de la junta militar hasta 1976 cuando para irse a Codelco.

Su paso por el gobierno militar fue el más complicado de su carrera política, debido a los violentos conflictos con el director de la DINA, el entonces coronel Manuel Contreras. Willoughby hizo todo lo posible para que el general Augusto Pinochet terminara con la DINA y el poder de Contreras. Cuando aún trabajaba para la junta militar su vehículo fue acribillado y en 1988, cuando se había pasado a la oposición, desconocidos en una camioneta intentaron empujar su automóvil a un barranco.

SCHÄFFER LE PUSO INYECCIÓN “PARA LA GRIPE”


Willoughby, hoy de 74 años, también sobrevivió a dos trasplantes, un cáncer y una sospechosa inyección para la “gripe” que le puso el ex líder de la Colonia Dignidad, Paul Schäffer. “El era doctor y una persona muy amiga. Cuando sacó la jeringa me dijo ‘esto me va a doler más a mí que a usted’. A los pocos días enfermé del riñón, con consecuencias hasta hoy”, recordó.

En su libro, Willoughby repasa una y otra vez los enfrentamientos que tuvo con el coronel Contreras, hoy general en retiro preso en Punta Peuco. Desde su lugar de encierro, tras enterarse de que preparaba este libro, el ex director de la DINA acusó a Willoughby de haber sido agente de la CIA. En el texto, el ex asesor de la junta lo acusó de haber sido funcionario a sueldo de la agencia estadounidense. Según Willoughby, el director de la DINA estaba listo para “suceder a Pinochet si se producía la coyuntura”.

Sobre sus asesorías a dos gobiernos tan disímiles como los de Pinochet y Aylwin, Willoughby reflexionó que “hoy puede parecer contradictorio que participara y trabajara en un gobierno de facto. No había otra forma para rescatar a esa parte de la sociedad, encerrada en un espejismo (de la UP)”. Y sobre el retorno a la democracia con Aylwin, Willoughby afirma en su libro que “podría jugar un rol vigilante mientras Pinochet estuviera a cargo del Ejército”.

Acerca del nombre del libro, la gerente de la editorial Mare Nostrum (sello Momentum), Maura Brescia, explicó que se refiere a las “guerras de los pasillos del poder” y comparó a Willoughby como un “moderno consejero de los príncipes”. Afirmó que “es el consejero por excelencia de la República de Chile a partir de la década de 1950 hasta el siglo XXI”.


Wednesday, July 25, 2012

Jorge Edwards y Vargas Llosa piden “concordia” entre Chile y Perú por litigio en La Haya - LaSegunda.com


Jorge Edwards y Vargas Llosa piden “concordia” entre Chile y Perú por litigio en La Haya - LaSegunda.com

Monday, July 23, 2012

MUERE MIGUEL ARTECHE


Muere el poeta chileno Miguel Arteche a los 86 años


El Premio Nacional de Literatura 1996 falleció esta madrugada, producto de una insuficiencia respiratoria.


por Francisca Quezada Sans –
La Tercera22/07/2012 - 12:37

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El poeta y escritor chileno Miguel Arteche, murió esta madrugada producto de una insuficiencia respiratoria.

El deceso fue confirmado por su hijo, Rafael Arteche y amigos cercanos a la familia. El Premio Nacional de Literatura (1996) sufría de artritis temporal hace algunos años y no salía de su casa.

La escritora Teresa Calderón e hija del fallecido cronista Alfonso Calderón, mantenía una relación muy estrecha con Arteche.

"Mi padre era su mejor amigo, conozco a Miguel desde que tengo 3 años y con el tiempo se convirtió en mi maestro y un gran amigo. Aunque tenía un carácter fuerte y era muy gruñón, yo siempre lo hacía reir. El decía lo que pensaba y nunca le tuvo miedo a las críticas de nadie, no le importaban. Era una persona verdadera y por sobre todo un gran poeta. Yo lo admiraba mucho", recuerda Teresa.

Arteche nació en Nueva Imperial, 4 de junio de 1926 y se inició temprano en la literatura. Fue señalado como parte de la generación literaria de 1950.

Ayer, La Tercera publicó una entrevista de Arteche, donde hablaba de su retiro de la poesía. “Uno no deja de escribir, lo dejan de escribir”, aseguraba.

En la nota, su esposa, Ximena Ximena Garcés, cuenta que su marido estaba convertido “en un lobo estepario”. Tras una enfermedad muscular, la vida de Arteche cambió. “Durante un año intentamos averiguar qué tenía. Hasta que se le diagnosticó arteritis temporal”, y agrega: “Ya no es el mismo, le afectó mucho el ánimo”, aseguró su esposa.

Los restos del poeta serán velados desde las 14:00 horas de este domingo en la parroquia Santo Toribio y serán sepultados el lunes en el Cementario General.


Sunday, July 22, 2012

WARNKEN VIVIR CON MENOS

El Mercurio Revista del Sabado 21 de julio de 2012



Cristián Warnken
La nueva vida del poeta indignado

Renunció a su trabajo, dejó la AFP, redujo su plan de salud, cambió los taxis por las caminatas. Dice que se puede vivir con menos. Su norte ahora es salvar su programa de TV y encontrarle un mejor sentido a su vida. No descarta que este proceso haya comenzado tras la muerte de su hijo.

CLAUDIO GAETE Está en un sabático de pobre, como él mismo lo define. Dejó su puesto de decano de la Facultad de Educación y Humanidades de la Universidad del Desarrollo y comenzó a reducir gastos, romper tarjetas de crédito, ajustar planes de salud, dejar el taxi y caminar más.

Cristián Warnken dice que está más preocupado de salvar su programa Una belleza nueva, que después de seis años está perdido en un horario de las 8 de la mañana los domingos. Pero, sobre todo, está en una búsqueda personal, cuyo destino no tiene para nada claro, pero que le causa excitación explorar. Lo suyo, expresa, es salirse del sistema, buscarle un sentido a la vida, indagar en su yo interno teniendo a la poesía como compañía.

Señala que muchas personas se le han acercado para decirle que lo envidian por lo que está haciendo, pero que no se atreven a seguirlo porque tienen muchas responsabilidades. Warnken también. Está casado y es padre de cuatro hijos. Y está determinado a demostrar que sí se puede.

-Quiero probar en la práctica, y lo hemos conversado harto con mi señora, que uno puede vivir con menos. Si yo tengo tres tarjetas de crédito, tener una, o mantener las tarjetas al límite. Yo no soy automovilista, soy peatón, soy taxicómano, así que reduje de taxi y me traslado a pie, o en Transantiago. Estoy caminando mucho. Es una experiencia interesantísima caminar de un barrio a otro.

Lleva un par de meses en este afán. De oficina en oficina cambiando planes y coberturas. Ya no cotiza en la AFP y redujo el plan de la Isapre. Y espera estar, al menos, unos seis meses de sabático.

Ha conversado con mucha gente sobre esto. "Yo hice el ajuste del plan de salud con una agente de la Isapre. Y ella me preguntaba por qué me estaba retirando, le llamaba la atención eso y le dije que era perfectamente posible hacerlo y seguir sus sueños. Nos reunimos varias veces. Y la última vez, cuando ya estaba hecho el cambio de plan, me mandó un mail donde decía que estaba todo listo y que me dejaba en manos de tal ejecutiva. Y agregó: 'le quiero agradecer por las conversaciones que tuvimos, porque eso fue el empujón. Me acabo de ir a otra ciudad e hice un cambio de vida'".

-¿Cuál es su crítica al sistema?

-Creo que está un poquito loco. Por ejemplo, ayer fui a una clínica a hacerme unos exámenes y cuando entro me dicen: "Señor, ¿quiere acumular millas para Lanpass?". Yo me reí, y le dije: "Perdón, ¿llegué a una agencia de viajes o estoy en una clínica?". Eso me alerta sobre la promiscuidad que se da entre distintos tipos de industrias e intereses, y uno está metido en esta cueca. Creo que uno puede llevar una calidad de vida mínima restándose de esta suerte de pedagogía del temor que se ha instalado de que tenemos que tener una cantidad de cosas que no necesitamos.

Hace un par de semanas escribió una columna en El Mercurio sobre el discurso que dio el Presidente de Uruguay en la Cumbre de Río. "Él dice que estamos atrapados en un sistema de lo desechable, lo desechable genera consumo y eso mueve la sociedad. Yo creo que esta es una sociedad pensada por economistas que estudiaron en buenas facultades de economía de Estados Unidos y para los cuales no existen otras dimensiones que las económicas. Son economistas que no conocen la historia de Chile, no tienen noción de lo público y por eso que cuando se instalan en cargos públicos por primera vez se desayunan.

-Muchos no entendían la molestia ya que esa región tiene la tasa más baja de cesantía y altos índices de remuneraciones.

-Estos señores que planifican, que son muy bien intencionados, que vienen de Harvard o Chicago, jamás han estado en Coyhaique. Yo acabo de venir de Puerto Cisnes, y andaba con un hijo mío que se enfermó con virus sincicial. Había un hospital, pero no había pediatra. Los caminos estaban congelados como para ir a otra parte y ahí empecé a vivir lo que se vive allá. La farmacia era de un señor que había que llamar por celular y no tenía el remedio que yo necesitaba. Es fácil imponer modelos sobre esta realidad y eso es típico de una elite intelectual.

-¿Por qué nace su sabático?

-Es una búsqueda. Yo por lo menos, cada cierto tiempo, intento conectarme. Cuando empiezo a sentir que estoy instalado, achanchado, cómodo en un lugar, cuando tengo todo aparentemente resuelto, me empiezan a venir preguntas que tienen que ver con el sentido. Lamentablemente uno está marcado por las lecturas que ha tenido. Hay gente que puede vivir toda la vida en una contradicción vital sin ningún problema. Yo me empiezo a hacer preguntas y tengo demasiadas dudas de por qué estoy aquí, para qué estoy aquí, qué es lo que quiero en la vida. Mal que mal, viví un proceso duro que es bastante reciente, que fue en 2007, con la muerte de mi hijo. En el primer momento uno está en shock y no logra asimilar lo que significa esa vivencia, y creo que eso recién se empieza a vivir después. Decanta, y eso mismo produce que uno, ya un poquito mejor, se rearme y comience a hacerse preguntas.

-¿Lo que está haciendo ahora es una consecuencia del dolor por la pérdida de su hijo?

-No lo sé. El alma humana es muy misteriosa. Conocemos muy pocos de nosotros mismos y de los procesos internos de los que han sufrido pérdidas. Sabemos tan poco de nosotros hacia adentro Sospecho, intuyo, que este proceso tiene que ver con eso.

-Usted escribió una columna tras la muerte de su hijo Clemente y luego estuvo casi un año escribiendo sobre el dolor. ¿Cómo fue ese proceso?

-Creo que el dolor por la partida de un hijo reordena las prioridades en la vida. Uno empieza a entrar en placas cada vez más profundas, en una revisión muy intensa, en un proceso largo que no ha terminado para nada. Se produce una revisión de las prioridades, ver dónde está el foco, la vida es corta y la energía es limitada y la cantidad de cosas que hay afuera son miles. Hay que cuidar mucho más el foco y el centro donde uno está y cuáles son las prioridades en la vida. Es muy fácil perderse afuera. Es que estos últimos años he tenido como un repliegue, casi un instinto de sobrevivencia, de protegerse, de buscar hacia adentro.

-Hay una tendencia del ser humano a no enfrentar el dolor y lo que dicen los psicólogos es que hay que vivir el duelo.

-No tengo ninguna receta; al contrario, me he vuelto muy escéptico. Lo que más tengo son perplejidades. Más que antes. No respuestas. Me molestan las respuestas hechas, las cosas que vienen de la psicología facilista, de la religión fácil. Más bien tengo la percepción de la precariedad total. No sé si lo he hecho bien, a lo mejor he hecho pésimo el proceso de duelo.

-Hay mucha gente que no es capaz de asumir sus dolores.

-Yo entiendo que como seres humanos nos tratamos de aferrar a lo primero que encontramos. La vida no es fácil. Es maravillosa, pero también es dura. Siempre he sido un celebrador de la vida, pero la vida también es tremenda. El instinto es aferrarnos a la primera tabla de salvación que encontramos. Unos lo encuentran en la fe, otros en el activismo. Yo no juzgo eso. Mi camino más bien va por la introspección. Y tampoco creo que haya concluido el proceso de dolor y que lo haya hecho fantástico. Al contrario, estoy en deuda, me falta mucho para evolucionar.

-¿De qué habla con sus hijos?

-Con mis hijos tengo conversaciones alucinantes. En las noches sobre todo, cuando leemos. Son conversaciones maravillosas y a veces las anoto en un cuaderno. Son refrescantes frente a tanta tontería que uno escucha. Creo que uno debería apagar el televisor y hablar con sus hijos, con sus sobrinos o los que están cerca de uno. De qué hablan los adultos con sus hijos, ¿de plata? Yo escucho comentarios de niños que dicen: "Oye, ¿cuánto vale tu auto?, ¿cuánto vale tu bicicleta?". Eso se está conversando hoy y lo encuentro de una pobreza dramática. Nunca se conversa de lo importante.

-En su relación de pareja, ¿cómo han logrado pasar por este dolor?

-Yo soy muy cuidadoso. No quiero cometer el mismo error que le critico a tanto entrevistado que habla de su vida de pareja, porque con mi señora hemos sido cautelosos. Sólo te puedo decir que tengo la suerte de tener una relación muy profunda, de gran amistad y de gran compañerismo con mi señora, y que para mí ha sido un referente fundamental.

Bendita incertidumbre

Esta aventura de Warnken comenzó a tomar forma con la publicación de su primer libro de poemas, Las palabras del Chamán (Editorial Pfeiffer, 2012), donde el chamán actúa como su alter ego y critica la sociedad de consumo, la falta de cultura, la irrupción de las redes (Se twiteaban/ se twiteaban mucho/ pero estaban más solos que un dedo). La gracia, dice, es que no sabe qué es lo que viene.

-El cambio implica un riesgo. Hay un poeta que dice donde crece el peligro, crece también lo que nos salva. Creo que uno siempre tiene miedo al peligro y al riesgo y a veces por ser tan cuidadoso y tan temeroso, el mayor peligro es el miedo en el cual uno está instalado. Las grandes tragedias a veces ocurren en el patio de tu casa. A mí me pasó eso.

Dice que le da un poco de vergüenza, porque lo suyo no es un gran salto. No se fue a vivir al valle del Elqui o a la Patagonia, sino que sigue en Vitacura. "Lo bonito es quedarse adentro y tratar de hacer los cambios, porque irse a un monasterio o irse a una comunidad es un camino fácil. Yo no tengo claro qué voy a hacer. Estoy expectante, escuchándome a mí mismo"

-Pero en alguna parte dentro de usted debe tener claro qué es lo que le gustaría hacer.

-Tiene que ver más con lo que hago ahora. Me fascina enseñar, la educación, todo lo que tiene que ver con mis talleres, enseñar poesía, lo que hago en el verano, eso soy yo. Eso hay que hacerlo coincidir con temas prácticos como juntar las lucas y al mismo tiempo tener la mayor coherencia posible. Lo importante es revisar al final del día cuánto es lo que uno se ha traicionado, cuánto se ha alejado de la torre de control. Si te alejaste mucho, ya te perdiste, te extraviaste.

-¿Ha tenido dudas?

-¡Por supuesto que he tenido dudas! Afortunadamente tengo dudas, pero me siento alineado conmigo mismo. Hay veces en que uno se siente desalineado, puede tener toda la situación económica controlada, estar en un estupendo trabajo, pero hay una desazón interna. Ese es el peor de los momentos. Creo que uno tiene muchos ámbitos de acción. Los pequeños cambios son más importantes que los cambios radicales. Las grandes revoluciones parten por situaciones personales. Uno puede tener grandes discursos hacia el mundo y ser un hijo de puta en tu vida privada, como grandes referentes morales del país que se nos han caído, que tenían como divisa la defensa de los derechos humanos y resulta que en su vida privada les destruyeron la vida a algunos jóvenes.

-Usted dijo que le molesta que la Iglesia en Chile sea una administradora del miedo. ¿Cree que imparte miedo para tener poder?

-Todo el que quiere hacerse del control de la realidad tiene que administrar el miedo de los otros. Lo que siento es que nosotros somos un país culturalmente católico, donde se le ha dado a la Iglesia un poder y un protagonismo excesivo. Ejemplo, se hace una comisión para ver el conflicto en Chuquicamata y se invita a los sacerdotes, se arma comisión para negociar y se invita a los sacerdotes. Yo no estoy contra los sacerdotes, pero toda la crítica que ha habido contra la Iglesia, el caso de Karadima y el caso de Precht, para usar dos extremos, revela que el católico es muy flojo incluso en su propia fe. Le delega a alguien que le administre su fe. Es como meterla en un fondo mutuo. No se lee la Biblia, no se la estudia. Tenemos un país culturalmente católico, pero espiritualmente pobre.

-¿Cree que hay una tendencia a demonizar a una persona que se dice agnóstica o atea?

-El peor ateísmo es el del que administra la fe, como es el personaje de la novela de Graham Greene, El poder y la gloria, donde el sacerdote dejó de creer en Dios, pero sigue haciendo misa. Lo que hay es un ateísmo profundo, interior, silencioso, cubierto por un hábito cultural. Ese es el ateísmo verdadero. El ateo está más cerca del verdadero creyente. Hay una tibieza espiritual, tomar la religión como un rito social, como un evento, una cosa de hábito, pero no un camino. Hay una flojera espiritual general de no atreverse.

-¿Por qué?

-Hoy predomina lo rápido. Si hay un duelo, tiene que ser express, hay que superar rápido el dolor, dar vuelta la página. Está lo facilista, lo cortoplacista y que no implica un verdadero proceso, un verdadero camino, una verdadera lucha ni una verdadera agonía. Tendemos a entregar lo más interior nuestro a administradores. Si el niño está con problemas en el colegio, lo tenemos que mandar al neurólogo, psicopedagogo y al terapeuta. Tenemos problemas espirituales, acudimos a los administradores de la espiritualidad. No asumimos la tarea de pareja, pensamos que el terapeuta lo va a solucionar. Es como delegar hacia fuera las tareas que son nuestras.

-¿Y es a eso a lo que le está poniendo fin con este viaje?

-No sé. Sería pretencioso decir que soy el modelo. Estoy en una crisis, y la palabra crisis para mí es positiva, me estoy replanteando cosas, pensando cosas, quiero vivir esta crisis.

"El dolor por la partida de un hijo reordena las prioridades en la vida. Uno empieza a entrar en placas cada vez más profundas, en una revisión muy intensa, en un proceso largo que no ha terminado para nada".

"¡Por supuesto que he tenido dudas! Afortunadamente tengo dudas, pero me siento alineado conmigo mismo"
CLAUDIO GAETE.


Saturday, July 21, 2012

INVITACION A LOS SOCIOS Y AMIGOS DE LA SBCH

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"Libro de lujo rescata a Rugendas, el alemán que retrató el Chile del siglo XIX"

LA TERCERA EDICION IMPRESA | jueves 19 de julio de 2012

Libro de lujo rescata a Rugendas, el alemán que retrató el Chile del siglo XIX

El volumen contiene 96 pinturas y dibujos del artista que recorrió el país entre 1834 y 1842.


por Denisse Espinoza

En Chile, Juan Mauricio (Johann Moritz) Rugendas vivió ocho años intensos: hubo viajes exóticos, mucha pintura y romance. Era la idea. Tenía 19 años cuando el pintor alemán decidió embarcarse en su primera travesía a América, fascinado como tantos otros europeos por las leyendas del nuevo mundo. Contratado como ilustrador por el científico prusiano G. H. von Langsdorff, Rugendas viajó a Brasil en 1822 y allí vivió tres años.

A su regreso a Alemania, con un portafolio lleno de litografías y dibujos, el artista sabía que su destino era volver a América. Primero editó, en París, un libro que cimentó su fama: Voyage pittoresque dans le Brésil, y luego trabó amistad con Alexander von Humboldt, el famoso americanista europeo, quien lo alentó para continuar su romántica empresa.

De la mano de este, Rugendas aprendió a combinar su pasión artística con el registro fidedigno de la naturaleza y el espíritu científico. En 1831, con el dinero de la venta de unas obras, el pintor se puso otra vez en ruta. La primera parada fue México, donde pasó tres años. Fue expulsado del país, por colaborar en la huida de José Morán y Miguel Santa María, acusados de intentar derrocar al general Antonio López de Santa Anna.

Así, aunque su amigo Humboldt le advirtió que regiones como Argentina o Chile no tenían mayor interés: “un pintor como usted ha de buscar lo grande”. Rugendas arribó al puerto de Valparaíso en 1834. Aquí se integró rápido a la élite local, recibió varios encargos, y por ocho años se desempeñó como el más avezado antropólogo visual.

La memoria pictórica de Rugendas se recopila por primera vez en un libro de lujo que llega esta semana a librerías por Origo Ediciones: Rugendas, su viaje en Chile, 1834-1842. “La presencia de Rugendas en Chile dejó una huella profunda. Su propia obra, con más de un millar de dibujos y acuarelas y unos 150 óleos, constituye el principal vestigio de cómo se aproximó al país, su geografía y su naturaleza, sus habitantes y tradiciones”, apunta el experto en Rugendas, Pablo Diener, a cargo de esta investigación y quien además hizo la curatoría de sendas retrospectivas, en 1998 y 2007, en el Museo de Bellas Artes. El actual volumen contiene 96 reproducciones de dibujos, acuarelas y óleos de sus mejores obras, incluida la famosa pintura El huaso y la lavandera, perteneciente a la pinacoteca nacional y otras obras de colecciones privadas y museos alemanes.

Romance y aventuras

En Chile, Rugendas encontró nuevos aliados. Su viaje coincidió con la expedición del Beagle, y figuras como Charles Darwin y el ilustrador Conrad Martens, avalaron su trabajo. Por otro lado, fue asiduo a las tertulias santiaguinas, visitaba la casa de la cantante Isidora Zegers, se codeaba con diplomáticos y políticos como Andrés Bello o Vicente Pérez Rosales, y en su paso por Linares encontró el amor de Carmen Arriagada, hija de un adinerado hacendado y esposa de otro alemán.

Con ella, el pintor inició una larga y apasionada correspondencia, mientras tanto plasmaba la geografía y costumbres locales. A veces, Rugendas exageraba con sus aventuras: “¡Vaya con los volcanes!.. Caballero, ¿me toma Ud. por la discípula de Humboldt? El Tupungato ocupa toda la carta, ya se ve, !es un cerro tan alto! ”, escribe Arriagada en una de sus cartas, en las que basa Diener buena parte de su investigación.

Rugendas registró el valle central, Valparaíso, Talca y luego el sur, viajando por el cauce del Biobío y Concepción. En 20 de febrero de 1835 se produce el terremoto en esa zona, pero el pintor ya está en Santiago. Así y todo, gracias al testimonio del oficial inglés Thomas Sutcliffe, reconstruye escenas en pinturas. También visita la ciudad luego de la catástrofe e incluso viaja a Juan Fernández. En pleno conflicto mapuche, el pintor viajó a Arauco y recorrió la zona junto a un familiar del cacique de los picunches.

En 1842 decide dejar Chile. Meses antes se había caído de un caballo, mientras viajaba por los Andes, accidente que con los años le produjo inmovilidad y sordera. Eso sí, Rugendas siguió viajando un par de años más por Perú, Bolivia y otra vez Brasil. En 1846 terminaba su travesía y en esa época ya comentaba en una carta: “Dirán que perdí mi tiempo, pero me divertí y eso ya basta. Nosotros, los artistas, no somos tan inútiles como piensan. Mire, usted, la pesada carreta de Chile ya está comenzando a rarear y es substituida por los aligerados vehículos de Europa, el chiripá de los hijos del Plata no aparece ya más, sino en el fondo de las misiones. ¿Quién conservaría para la historia esos tipos de los pueblos y de las épocas si no fuese el pintor?”.

Tuesday, July 10, 2012

Keller Rueff, Carlos., «Don Diego Hurtado de Mendoza, autor del Lazarillo de Tormes», en Homenaje a Guillermo Feliú Cruz, ed. de Neville Blanc Renard, Santiago de Chile, Editorial Andrés Bello, 1973, pp. 585-600.



Lemir 15 (2011): 217-234



ISSN: 1579-735X

A vueltas con el autor del Lazarillo.


Un par de vueltas más


Mercedes AGULLÓ Y COBO, CBE

galeondenoviembre@gmail.com


RESUMEN:

Algunas observaciones sobre el «hallazgo» de las correcciones de Propalladia y Lazarillo. Nuevos datos sobre las ediciones de 1554 y la biografía de Hurtado de Mendoza y unas notas a la edición de Francisco Rico.

ABSTRACT:

This article presents some comments on the «discovery» of the corrections of Propalladia and Lazarillo. New data on the editions of 1554 and the biography of Hurtado de Mendoza and some notes to Lazarillo’s edition by Francisco Rico.

_____________________________________

Desde la aparición de mi libro A vueltas con el autor del Lazarillo1 en que se sostenía que don Diego Hurtado de Mendoza contaba con muchas posibilidades para ser considerado el autor del Lazarillo, solamente ha quedado claro que cinco años de trabajo es tiempo muy escaso para entrar en tema tan confuso y que, sin embargo, insistir en ello puede ser motivo de más firmes bases para la adjudicación de la autoría de la obra. Añadamos que el famoso «hallazgo» de las tres líneas en que se hablaba de un legajo de correcciones entre los papeles de López de Velasco, tan ampliamente difundido (no por mí) y comentado en su momento, cuantos investigadores o meros lectores se han referido a la obra (considerada, sin embargo, en general, como importante y seriamente elaborada), parecen no haber continuado la lectura del libro, limitándose a rechazar con pobres argumentos las numerosas razones en que fui apoyando mi hipótesis.

Evidentemente, ni el abogado Juan de Valdés ni el Secretario Real dieron un orden riguroso a los papeles y libros que recibieron como pertenecientes a Mendoza, aunque su agrupamiento parece responder a cierto criterio de ordenación, y no hace imposible mi creencia en que el legajo («atado de papeles o conjunto de los que están reunidos por tratar

1. Mercedes Agulló, A vueltas con el autor del «Lazarillo», Madrid, Calambur, 2010.

218 Lemir 15 (2011) Mercedes Agulló y Cobo, CBE

de una misma materia», según el Diccionario de la Academia Española) —nunca se habló

de libro ni de original— en que figuraban las correcciones de la Propalladia y del Lazarillo,

fueron «castigados» muy probablemente por López de Velasco y el humanista granadino.

Cuantos manejamos inventarios o tasaciones de libros, tanto de bibliotecas particulares

como de librerías, encontramos en ellos libros apenas clasificados (por decirlo de

algún modo) por su tamaño (folio, 4º, 8º, 12º, 16º) o por su encuadernación (pergamino,

cartón —muy pocas veces— posteriormente, pasta), o falta de ella («en papel» o «en

papelón»), que se repiten, siendo la misma obra, en varias entradas. Todo ello hasta muy

avanzado el siglo xviii. En el caso que nos ocupa, sin embargo —lo que viene a apoyar

mi criterio— Juan de Valdés reagrupó los libros que recibió entre los bienes de López de

Velasco, como ya comentamos en A vueltas (pp. 32-36) en cuatro apartados dedicados a

libros «Griegos», tres a «Ytalianos» y otros tres a «Castellanos», sin que exista de bloque

a bloque diferencia alguna clasificatoria, pero que responden a su ordenación implícita:

así dentro de los que denomina «Theologos» hay que incluir no sólo los (teólogos) «latinos

» sino los «griegos» y «castellanos» (Biblia, Filosofía sacra, Catecismos, obras del

Padre Ávila y fray Luis de León); a los «Philósofos latinos» siguen los también (filósofos)

«griegos»; a los «Mathemáticos» —aquí le falla un tanto la adscripción— que incluye los

de música tanto griegos como franceses. El bloque de «Históricos latinos» comprende los

apartados de «ytalianos», «castellanos» y «portugueses». Los «Poetas» se agrupan también

por la nacionalidad del autor en «latinos», «griegos», «ytalianos» y «castellanos» (en

este último grupo sólo figuran «Las obras de Castillejo», que en 1573 también imprimió

Pierres Cosin) y así hasta completar la biblioteca total de López de Velasco. También responde

al mismo criterio la agrupación de los libros sobre los que trabajaba el Cosmógrafo

para preparar la edición de las Obras de San Isidoro, libros reunidos casi en su totalidad

en el «arca encorada»2. Lo mismo se puede afirmar de los papeles de tema americano, que

constituyen también bloque. En cuanto a sus «papeles», cuya memoria el abogado Valdés,

según palabras de su hermana, escribió en «diez y seis hojas de su letra»3, prácticamente

se contienen en el cajón 6 (donde están las tres líneas dedicadas a las correcciones del Lazarillo

y Propaladia) los pertenecientes a Hurtado de Mendoza, que Valdés se ocupó en

cierta manera de ordenar, eso sí separados por una línea continua del bloque siguiente,

dato éste que no recogimos anteriormente por existir dos Inventarios sucesivos y haber

utilizado en el libro el que no la tenía. ¿Por qué no admitir entonces que el legajo de las

correcciones de Propaladia y Lazarillo, que figura tras los «cuadernos y borrador de la

Guerra de Granada» y seguido de papeles de la hacienda del Embajador, fueron también

reunidos como pertenecientes todos a don Diego?

Debo en primer lugar rectificar mi opinión4 de que el Inventario de libros a que Hurtado

de Mendoza se refiere en su testamento como hecho por Zurita, fuera el de los que

reunió en Alcalá de Henares; don Jerónimo, con toda probabilidad con el propio don

Diego, inventarió los que se conservaban en Madrid, ya que al día siguiente de la muerte

del prócer, se dice que Zurita reanuda su tarea, y tan importante bloque bibliográfico, tan

2. Mercedes Agulló, op. cit., pp. 38-39.

3. Ibidem, p. 36.

4. Ibidem, p. 123.

A vueltas con el autor del Lazarillo. Un par de vueltas más Lemir 15 (2011) 219

detalladamente relacionado, tuvo que ser escrito con tiempo suficiente. Lo que no excluye

que también Zurita interviniera en la relación de los que se conservaban fuera de Madrid,

que no se conoce, pero que lógicamente han de ser los que no figuran en el Inventario

citado pero que Hobson5 ha visto en la Biblioteca de El Escorial.

Al hablar de que en esa especie de trastero en que conservaba nuestro personaje armas

viejas y cosas inservibles, figuraba un confesionario, tal vez no era un mueble de ese nombre

sino un libro de preparación para la confesión, un Confesionario, de los muchos impresos

en el siglo xvi (Salamanca, 1504; Sevilla, 1526 y 1538; Burgos, 1519, 1523, 1536…).

Una nota más: probablemente, los libros en toscano que se hallaban en la repisa de una

chimenea de casa del Duque del Infantado a la muerte de don Diego6 son los dos de Dante

y los de Landino y Giustiniani que no figuran en el Inventario madrileño y cuyos datos se

dan en la citada página.

En cuanto al exceso de farragosa documentación sobre los Valdés conquenses está justificado

por la importancia que habría tenido establecer relación familiar con el licenciado

Juan de Valdés, cuya biblioteca de obras clásicas parece superar su condición de mero

abogado de los Reales Consejos, relación que habría explicado esa riqueza bibliográfica en

alguien cuyo inventario de bienes raya en la miseria.

Antes de que el «silencio de los corderos» que parece haber sido impuesto por los investigadores

tradicionales y reconocidos, caiga como una oscura nube sobre mi «nonada»

y de nuevo se navegue por las tranquilas y casi ya cenagosas aguas del anonimato, que se

agitaron un tanto con la aparición de mi librillo, quisiera dejar constancia de los nuevos y

numerosos argumentos que vienen a sumarse a los ya expuestos en mi trabajo.

A los que hablan de la diferencia de estilo entre la Guerra de Granada o las poesías de

don Diego y el del Lazarillo, que hacen —según dicen— imposible adjudicarles el mismo

autor, les bastará con hacer memoria del «estilo» de Quevedo en las Cartas del caballero

de la Tenaza y el Marco Bruto, del de Lope en sus comedias y la Dragontea, del de Góngora

en las Soledades y sus romances, o ya en nuestros días, entre los poemas de José Hierro en

Cuanto sé de mí y el Cuaderno de Nueva York. Y no me hablen del empleo de palabras, de

giros y metáforas, que entonces y ahora son comunes, en líneas generales, a cuantos integran

una generación de escritores y aun de no escritores.

El libro en su materialidad

Llama la atención que siendo el Lazarillo libro estudiado, examinado y analizado hasta

en sus más mínimos detalles, queden todavía numerosos aspectos de la obra física que se

han descuidado.

¿De qué molinos procede el papel de las ediciones españolas? ¿Se han cotejado las

impresiones de Burgos, Medina del Campo y Alcalá de Henares con otras de las mismas

imprentas y año? Tras la aparición del ejemplar de Barcarrota, Jesús Cañas7 estudió mi-

5. Anthony Hobson, Renaissance book collecting. Jean Grolier and Diego Hurtado de Mendoza, their books and bindings,

Cambridge, University Press, 1999.

6. Agulló, op. cit., 119.

7. Una edición recién descubierta de «Lazarillo de Tormes». Medina del Campo, 1554, Mérida, 1997. 3ª ed.

220 Lemir 15 (2011) Mercedes Agulló y Cobo, CBE

nuciosamente tanto las características de ese ejemplar (diseño tipográfico, viñetas, ilustraciones,

capitulares, colofón) como de las de las ediciones de Alcalá de Henares, Burgos

y Amberes y en el Diccionario filológico de Literatura Española. Siglo xvi8 figuran también

esos datos, pero ambos trabajos carecen del estudio comparativo que indicamos, así como

el de las marcas de agua; la investigación puede proporcionar nuevos datos orientativos.

Sabemos que Pierres Cosin (el impresor del Lazarillo castigado de 1573) todavía en 1577

compraba papel al papelero segoviano García del Sello (que dirigió el ingenio papelero de

los cartujos de El Paular) y se lo vendía a Francisco del Canto, el impresor con cuyo pie de

imprenta aparece la edición de Medina del Campo9.

A fecha de 1554, los libros aún no tenían la obligación de incluir la licencia ni el resto

de datos que exigirá la posterior Pragmática de 1558, pero sí el nombre del autor10. Se prohiben

los anónimos en el Índice de 1551, si bien se rectifica que sería para los sospechosos.

Una nota que aparece en la obra de Juan López de Segura, Libro de instrucción christiana

y de exercicios spirituales y preparación para la missa y sancta comunión (Burgos. En casa de

Juan de Junta, 1554, a2v), se refiere al deseo del autor de no poner su nombre, lo que no

se hizo por mandato del Santo Oficio. Lo más curioso es que se trata de un libro contemporáneo

al Lazarillo y de su misma imprenta, si bien en este caso la fecha del privilegio es

de 18 de septiembre de 1553.

En ese complicado entramado de intereses, ocultaciones y temores, resulta difícil descartar

por completo que la importancia de don Diego, recién llegado a España tras su

larga estancia italiana —aunque ya hubiera perdido el favor del Emperador— gran amigo

de dos de los más influyentes Secretarios Reales —Francisco de los Cobos y Gonzalo Pérez—

y con una larga relación de notables servicios a la Corona española, no pesara en la

transgresión de alguna de las imposiciones de la legislación de imprenta vigente. Dos de

las ediciones españolas no llevan nombre de impresor: la de Burgos, se hizo «en casa de

Juan de Junta» (el impresor ya llevaba en aquella fecha 20 años fuera de España) y la de

Alcalá se editó «en casa de Salcedo», no por el propio impresor11. Sólo la de Medina del

Campo ofrece un pie de imprenta completo y ninguna de las tres va precedida de privilegio,

censura y tasa, sólo llevan fe de erratas .

También se debería profundizar en la publicación de la obra, aunque es difícil precisar

cuál fue la verdadera secuencia. Resulta cuanto menos curiosa la interinidad de los responsables

de las prensas de Alcalá y Burgos. En la ciudad del Henares, el impresor, con

materiales de Brocar y tras su muerte, fue Atanasio de Salcedo, que imprimió-editó varias

obras en 1553-1554 y en 1557. Parece que posteriormente vendió esos materiales a Angulo12.

En Burgos regentaba el taller por aquel entonces, Alonso de Medina (1553-1557),

que nombrado por Matías Gast se encargaría de imprimir el Lazarillo. Parece que Isabel

de Basilea y Gast tomaron las riendas después de varios problemas13.

8. Madrid, 2010, pp. 558-567.

9. Mercedes Agulló, «El francés Pierres Cosin, impresor madrileño», en Pliegos de Bibliofilia, n. 27 (2004), pp. 15-34,

doc. n. 16.

10. Fermín de los Reyes, El libro en España y América. Legislación y censura (Siglos xv-xviii), Madrid, 2000, 2 v.

11. Debo estas precisiones a mi buen amigo Juan Delgado Casado.

12. Julián Martín Abad, La imprenta en Alcalá de Henares (1502-1600), Madrid, Arcos Libros, 1991.

13. Fernández Valladares, M., La imprenta en Burgos (1501-1600), Madrid, Arcos Libros, 2005, i, pp. 168-169.

A vueltas con el autor del Lazarillo. Un par de vueltas más Lemir 15 (2011) 221

Así pues, y a falta de ejemplares de otras ediciones que pudieran esclarecer el panorama,

aún habría que profundizar en el estudio de los rastros conocidos.

Y admítaseme una «vuelta» más. La estancia de don Diego en el Monasterio extremeño

de San Benito —requisito indispensable para ser armado caballero alcantarino—

debió considerarlo el Embajador más como un destierro de la Corte que como un premio

(¡corto premio!) a sus múltiples servicios. ¿Por qué no pensar que consideró llegado el

momento de exponer, aunque de forma anónima, sus ideas tocadas de erasmismo y tendentes

a denunciar aspectos tanto de los males que sufría la doctrina cristiana en manos

de sus administradores como de los excesos de poder y mal gobierno que afectaban a la

sociedad de su tiempo?

El libro prohibido

Entre tantas cosas asombrosas que rodean el tema, no es la menos extraña que un personaje,

no ya Prudente —calificativo con el que ha pasado a la historia— sino receloso,

cauteloso y perseguidor de posibles desviaciones doctrinales (entre las cuales concedía

papel primordial al erasmismo) como era Felipe ii, estuviera rodeado de personalidades

que fueron acusadas a la Inquisición por una u otra razón y que, sin embargo, ocuparon

cargos importantes en su entorno cultural. Algunas de las obras de estos personajes

fue- ron prohibidas por el Santo Oficio e incluso Arias Montano, a cuyo cargo estuvo la

impresión de la Biblia Políglota desde 1568 y que por encargo real dirigió la Biblioteca de

El Escorial, perteneció a la Familia Charitatis, sociedad secreta de matiz religioso, para la

que fue captado por el propio Plantino en Amberes. Y siendo así, ¿por qué sólo el Lazarillo

y quien yo (con sus amigos) supongo su autor, merecieron los rigores del Monarca?

Insisto en lo que expuse en mi libro: prohibida la obra en 1559, precisamente en gran

parte por esas sospechas de erasmismo, ¿por qué en 1573 (14 años después de su primera

edición conocida) cuando el Rey andaba buscando con qué llenar las lujosas estanterías

de la Laurentiana y precisamente Arias Montano estaba al frente de ella, se le concede el

privilegio de ver de nuevo la luz, apenas corregido en aspectos muy concisos y recomendada

su reposición por el Bibliotecario Real?

Fermín de los Reyes14 ha estudiado minuciosamente todas las disposiciones legales sobre

el tema promulgadas durante esos cuatro siglos y a su obra hacemos referencia en las

líneas siguientes. Ya hemos dicho que desde tiempos de los Reyes Católicos venían aplicándose

en España los decretos pontificios sobre lecturas prohibidas. Carlos V endureció

las condiciones de impresión y lectura, especialmente tras los brotes luteranos. Con fecha

15 de octubre de 1529, un edicto imperial ordenó recoger y quemar los libros del agustino

y el 29 de junio de 1550 se dio orden con pena de muerte para los que imprimiesen o

publicasen los libros condenados anteriormente. El Catálogo de obras condenadas comprendía

295 títulos a los que se añadieron otros 69 que prohibió el Inquisidor Fernando

de Valdés en 1551, añadiéndose a ello que sin licencia imperial no era posible establecerse

como impresor, lo que dio ocasión a que surgiesen numerosas imprentas clandestinas15.

14. El libro en España y América. Legislación y censura (Siglos xv-xviii), ed. cit.

15. Colin Clair, Cristóbal Plantino, editor del humanismo, Madrid, Rialp, 1964.

222 Lemir 15 (2011) Mercedes Agulló y Cobo, CBE

Este Índice inquisitorial reproducía el de Lovaina, dado a luz un año antes, añadido con

un listado de obras españolas. Ya en 1529 individualmente había sido prohibido el Diálogo

de la doctrina cristiana de Juan de Valdés y dos años después el Diálogo de Mercurio y Carón

de su hermano Alfonso.

La relación de obras condenadas por el Inquisidor Valdés «marca un cambio radical

respecto a los Índices anteriores, pues por primera vez aparecen en él obras literarias»,

como dice Luis Veres16, quien da la relación de los 27 libros en romance incluidos en él:

- Orphea, anónimo.

- Amadís de Gil Vicente.

- Audi filia del Maestro Ávila.

- Caballería celestial o Pie de la Rosa Fragante, anónimo.

- Jacinta, comedia de Torres Naharro.

- Aquilana de Torres Naharro.

- Therosina, comedia de Jaime de Huete.

- Tidea, comedia de Francisco de Natas.

- Coloquio de las damas del Aretino.

- Circe de Giambatista Gelli.

- Diálogo de Mercurio y Carón de Alfonso de Valdés.

- Diálogo de doctrina cristiana de Juan de Valdés.

- Plácida y Victoriano, comedia de Juan del Encina.

- Custodia, farsa atribuida a Bartolomé Palau.

- Iosephina, farsa atribuida a Miguel de Carvajal.

- Oración y meditación de fray Luis de Granada.

- Guía de pecadores de fray Luis de Granada.

- Gamaliel, novela anónima.

- Lazarillo de Tormes.

- Lecciones de Job, anónimo.

- Cancionero general.

- Obras de Jorge de Montemayor.

- Obras del Christiano de Francisco de Borja, Duque de Gandía.

- Resurrección de Celestina, comedia de Feliciano de Silva.

- Peregrinación de Jerusalén de Pedro de Urrea.

- Peregrino y Ginebra de Caviceo.

- Propaladia de Torres Naharro.

Los motivos por los que estas obras fueron incluidas en el Índice de 1559 son muy

variadas: la Peregrinación de Jerusalén (1523) de Pedro Manuel de Urrea por los aspectos

doctrinales que rozan principios luteranos; la Circe de Gelli, traducida al castellano en

1551, por su oposición a la Filosofía escolástica y su admiración por los escritos de Savonarola;

Plácida y Victoriano (1520) de Juan del Encina, por su profano Oficio de difuntos,

sus ataques a la nobleza y admitir el suicidio; la Resurrección de Celestina (Medina del

Campo, 1534) de Feliciano de Silva (sobre cuyos juegos de palabras y estilo ironiza Hur-

16. «La censura de libros en los siglos xv y xvi», Espéculo. Revista de estudios literarios, n. 40 (2008), en línea: http://

www.ucm.es/info/especulo/numero40/censura.html

A vueltas con el autor del Lazarillo. Un par de vueltas más Lemir 15 (2011) 223

tado de Mendoza en uno de los escritos que se le atribuyen) por su descarnado tema; la

comedia Tesorina (1528) de Jaime de Huete por su elevada carga erótica, en la que el lenguaje

de los rústicos llega incluso a la obscenidad y en la que figura un fraile celestinesco

y alcahuete; Il peregrino (1520) de Jacopo Caviceo, que apareció en traducción castellana

con pie de imprenta de Sevilla, 1548, por estar fuertemente influido por Torres Naharro

y Juan del Encina; la Farsa llamada Custodia del hombre (1547), cuya autoría se atribuye a

Bartolomé Palau, por su abundancia de chocarrerías y expresiones irreverentes para con

las fórmulas litúrgicas; la farsa Josephina, atribuida a Juan de Carvajal, tocada del brote

protestante; las Obras del christiano (1552) del Duque de Gandía (más tarde en los altares

como San Francisco de Borja) por su afinidad con las de Juan de Valdés, ya encausado.

Las dos obras de fray Luis de Granada (criado en la Alhambra por los Mendoza y paje de

don Diego Hurtado) incluidas en la relación —Libro de oración y meditación (Salamanca,

1554) y Guía de pecadores (Lisboa, 1556)— se sabe que posteriormente fueron aprobadas

en el Concilio de Trento, y el Audi, filia del Maestro Ávila, también prohibido en 1559,

que fue impreso clandestinamente en Alcalá de Henares en 1556 y un año después en

edición madrileña autorizada; paradójicamente fue después considerada la obra cumbre

de la ascética cristiana.

El más castigado en el Índice de Valdés fue Torres Naharro, de quien se incluyeron tres

obras: Aquilana, Jacinta y la Propaladia. Las obras de los hermanos Valdés figuran en él

porque ya habían sido prohibidas individualmente.

A nuestro propósito diremos que en los casos en que se desconocía el nombre del autor

—Orphea, Caballería celeste o Pie de la Rosa Fragante, Gamaliel y Lecciones de Job— a continuación

del título, se dice anónimo. Sólo en el Cancionero general (el de Castillejo) y en el

Lazarillo de Tormes, ‘no consta ese término’. En Bujanda17 tampoco se indica su condición

de anónimo ¿Conocían, pues, los Inquisidores y el propio Inquisidor General la autoría de

los dos libros? ¿Se ordenó retirar el Lazarillo a pesar de su contenido, evidentemente muy

discreto en comparación con el resto de las obras prohibidas tanto en el aspecto doctrinal

como en el de las costumbres y denuncias y tanto más en su vocabulario nunca chocarrero

ni obsceno, o hubo orden superior y expresa que determinó su recogida y destrucción

posterior? Reseñemos que López de Velasco conservaba también, entre los libros «castellanos

» de Valdés, un ejemplar de «las obras de Castillejo. 8º. Madrid 1573», evidentemente

de la impresión de Pierres Cosin18 con quien el Cosmógrafo concertó también la del

Lazarillo castigado juntamente con la Propaladia.

Aunque llama la atención la saña con que se procedió contra el Lazarillo, ya que si de

cada una de las cuatro ediciones en 1554 se hizo una tirada de 1.200-1.500 «cuerpos»

(número habitual en el siglo xvi para este género de obras) parece difícil que no hayan

llegado hasta nosotros más que uno o dos ejemplares de cada impresión; que tanto en los

inventarios de mercaderes de libros como en los de particulares no se rastrea su existencia,

tal como ya señalamos en nuestro libro (pp. 134-135, nota 49); que hasta la aparición

del ejemplar de Barcarrota, sólo nueve estaban localizados: dos de la de Burgos, otro de

17. Jesús M. Bujanda, Index de l’Inquisition Espagnole 1551, 1554, 1559, avec l’assistance de René Davignon et Ela Stanek,

Sherbrooke, Centre d’Études de la Renaissance, Éditions de l’Université de Sherbrooke, Genève, Librairie Droz, 1984.

18. Cristóbal Pérez Pastor, Bibliografía madrileña, Reimp. de la ed. de Madrid, Tip. De los Huérfanos, 1891; 1906; 1907,

nº 68.

224 Lemir 15 (2011) Mercedes Agulló y Cobo, CBE

la de Alcalá de Henares y seis de la de Amberes, no conservándose ninguno de la de 1553

citada o imaginada por Brunet; y que sólo quedan tres de la de Amberes impresa en casa

de Guillermo Simón en el Unicornio Dorado en 1555. Es cierto que tanto por el propio

carácter de «nonada» con que el autor calificó su obra como por tratarse de un libro de

mero entretenimiento, que debió de ser leído y releído y no suficientemente valorado ni

merecedor de ser conservado, muchos de ellos fueran desechados y sobre todo que sus

propietarios los hicieran desaparecer u ocultasen (caso de Barcarrota) después de 1559.

La Pragmática de los Reyes Católicos de 1502, que prohibía la publicación de cualquier

libro sin licencia del Consejo, estuvo vigente hasta 1558. Los brotes erasmistas en

España y la difusión del luteranismo en Europa fueron endureciendo las condiciones de

edición en todos los territorios dependientes de la Corona española. En 1554 se centraliza

la censura en el Consejo, pero la Pragmática de la Princesa doña Juana, en nombre de Felipe

ii, tiene condiciones de mayor rigor y exigencias, tanto de contenido como formales:

no podría faltar la licencia del Consejo; expresamente la Ley dice: «porque somos informados

que de haberse dado con facilidad, se han impreso libros inútiles y sin provecho

alguno, y donde se hallan cosas impertinentes»). Y para el Emperador y sobre todo para

su inquisitorial hijo, ¿no era el Lazarillo uno de esos libros inútiles, sin provecho alguno

y llenos de cosas impertinentes? Incluso aquellas normas de imprenta ¿no pudieron ser

dictadas como consecuencia de ese conocimiento, lo que venía a unirse al disgusto de

Carlos v por los sucesos de Siena de los que don Diego fue protagonista?

De todo puede calificarse al Inquisidor Valdés menos de desconocimiento de la ley de

1558. Aspectos doctrinales, licencias de fondo y forma, rigor máximo en la aplicación de

las normas legales, deseo de complacer al Monarca reinante; todo ello queda reflejado en

ese nefasto Índice de 1559.

El grupo de teólogos liberales que redactaron el Índice expurgatorio de 1571, y entre

ellos Arias Montano, intervino para tratar de recuperar algunos de los libros sospechosos

de herejía incluidos en Índices anteriores, lo que facilitó la reimpresión del Lazarillo en

1573. Reyes Coll-Tellechea, en un trabajo reciente19 acaba con la opinión generalmente

sostenida hasta el momento de la prudencia correctora, moderación y respeto al texto del

Secretario y Cosmógrafo Real López de Velasco, destacando, por el contrario, su carácter

de riguroso censor político al servicio de la Corona española, que en el caso del Lazarillo

parece paliado, yo insisto que por el decidido interés que el Rey tenía en obtener para El

Escorial la valiosísima biblioteca de don Diego Hurtado de Mendoza.

Datos para la biografía de don Diego

La fecha de nacimiento de don Diego, que hasta ahora se establecía «aproximadamente

» entre los años 1500 y 1504 y que no lograron fijar ni siquiera sus más minuciosos

biógrafos, González Palencia-Mele20 fue dada a conocer por Emilio Meneses21. Según es-

19. «Juan López de Velasco: perfil de un censor político», presentada en el xvii Congreso de la Asociación Internacional de

Hispanistas (Roma, 2010).

20. Vida y obras de don Diego Hurtado de Mendoza, Madrid, 1941, 2 v.

21. «Granada y el segundo Conde de Tendilla a comienzos del siglo xvi», en Hispania xxxii (1972), pp. 547-585.

A vueltas con el autor del Lazarillo. Un par de vueltas más Lemir 15 (2011) 225

te investigador: «Hacia el 26 de junio de 1504, contando su padre 62 años, tuvo a Diego,

queda por tanto resuelta la fecha de su nacimiento, que preocupaba a sus biógrafos». La

noticia va acompañada de cinco cifras (258, 271, 273, 31, 128) que deben corresponder

(Meneses no lo dice) a la correspondencia del Conde de Tendilla.

A medida que se avanza en la investigación resulta más probable que el «Vuestra Merced

» a quien Lázaro da cuenta de su fortuna y adversidades sea el Secretario Gonzalo

Pérez, con quien Hurtado de Mendoza mantuvo no sólo las relaciones sobre temas de

Estado propias de sus cargos, sino una interesante correspondencia sobre temas culturales

y personales. Importante bibliófilo, traductor del griego de Los veinticuatro libros de la

Odisea (Salamanca, 1550)22, la biblioteca de Gonzalo Pérez (abundante y rica en autores

clásicos) entró en El Escorial con la del granadino. De su amistad personal con Hurtado

de Mendoza es ejemplo el soneto que escribió a la muerte de doña María de Aragón (la

Marfira de don Diego):

«¿Fuiste casada? No; bien lo quisiera

¿Pues quién te lo estorbó? Tú lo adivina…».

Y también fue el Secretario Pérez quien recomendó a Páez de Castro para que entrase

al servicio de don Diego en su búsqueda de libros y manuscritos. Esta relación amistosa

abre un nuevo frente en el estudio de la obra de don Diego. Francisco Rico23 por su parte

cita entre los cultivadores de la «autobiografía ficticia en prosa (que) se afincó en España

hacia 1550» —en cuyo género algunos investigadores han incluido al Lazarillo— al Secretario

del Emperador y su «sabrosísima versión de la Ulixea», aparecida en aquel año.

En Amberes, en 1555 y en un volumen se editó la traducción anónima del Menecmo

de Plauto —que incluía también Miles gloriosus del mismo autor— precedida de una epístola

dedicada al citado Secretario del Emperador24. María Ruiz-Funes y Alicia Morales25

recogen la opinión de Artigas, que atribuyó la traducción al aragonés Juan de Verzosa

(quien, curiosamente, además de secretario de Pérez y de Francisco de los Cobos, lo fue

también de don Diego Hurtado de Mendoza) que había sido compañero de viaje de Pérez

en uno de los muchos que realizó con el Emperador y durante el cual recordaba le había

alabado la traducción del Anfitrión de Pérez de Oliva. Las citadas investigadoras hablan

de otra versión de la obra de Plauto, la de Juan de Timoneda (Valencia, 1559) y recogen

el siguiente párrafo del traductor:

«…para que no erreys que ambos a dos Menechmos, aunque se diferencian por

esta seña, que al que se perdió en Otranto, le nombraremos Menechno hurtado [el

subrayado es mío] y el que se quedó en Sicilia se dirá Menchmos Soside» (Nota 26).

22. Luis Antonio Guichard, «Un autógrafo de la traducción de Gonzalo Pérez (Ulysea xiv-xxiv) anotada por Juan

Páez de Castro y el Cardenal Mendoza y Bovadilla (Biblioteca Universitaria di Bologna. Ms. 1831), International Journal

of the Classical Tradition 15-4 (2008), pp. 525-557.

23. Lazarillo de Tormes, Madrid, Cátedra, 2008, «Introducción». 3. «Contextos», p. 51.

24. La comedia de Plauto intitulada «Menechmos», traducida en lengua castellana por el mismo autor. Amberes, En casa de

Martín Nucio, 1555.

25. «Notas sobre las adaptaciones de Menecmos de Plauto en las traducciones españolas del siglo xvi», Myrtia, n. 11

(1996), pp. 119-132.

226 Lemir 15 (2011) Mercedes Agulló y Cobo, CBE

¿Quién es ese Menechmo Hurtado? Una vez más, en la enrevesada trama de ocultaciones

y alusiones, medias palabras y pistas falsas (todas producto esencialmente del recelo y

temor que imponía la persecución inquisitorial) que encubren tantos aspec- tos de la obra,

encontramos que Timoneda introdujo en su versión un personaje nuevo, el mozo del médico

Averroys, al que su propio amo considera hermano del Lazarillo («Es el más agudo

rapaz del mundo y hermano de Lazarillo de Tormes [en negrita en el artículo] el que tuvo

350 amos»26. Y otra vez hay que formularse algunas preguntas: ¿Fue don Diego el traductor

anónimo de la obra de Plauto impresa en Amberes en 1555? ¿Utilizó Timoneda esta

versión como base de la suya? ¿Conocía la autoría del Lazarillo y de forma velada quiso

dejar constancia de ese conocimiento? Habría que estudiar más a fondo ese entramado

de personajes (Gonzalo Pérez, Juan de Verzosa, Páez de Castro, Arias Montano, López de

Velasco, Cipriano de la Huerga, Martín Nucio), algunos presentes en Amberes en aquellos

años de 1554 y 1555 y todos relaciona- dos de un modo u otro con el bibliófilo granadino.

Parece imposible la ausencia de Hurtado de Mendoza, si es que la hubo, en los dos

trascendentales hechos de la abdicación del Emperador Carlos en Bruselas y Amberes.

Otro dato sin explicación es que no exista una sola relación de sucesos en castellano que

recoja tan importantes acontecimiento27. La doctora Coll-Tellechea me remite a la obra

de M. Mignet: El Emperador Carlos v. Su abdicación, su residencia y muerte en el Monasterio

de Yuste, en su traducción del francés por Miguel Lobo (Cádiz, 1855), que recoge numerosas

noticias sobre dichas abdicaciones. En parte alguna se hace referencia a la estancia

del Embajador en dichos actos. A la abdicación del Emperador en su hijo de los Reinos

de Castilla, Aragón y Sicilia asistieron varios nobles españoles —el Duque de Medinaceli,

el Conde de Feria, los Marqueses de Aguilar y de Las Navas, el Gran Comendador de la

Orden de Alcántara…— y entre ellos, Gutierre López de Padilla, Mayordomo del Emperador

y caballero de la Orden de Santiago, que en 1549 y por poderes había contraído

matrimonio con doña Magdalena de Ulloa. Don Gutierre, también Contador Mayor de

Castilla, era hermano del comunero don Juan de Padilla, casado con doña María Pacheco,

«la Comunera», hermana de don Diego Hurtado de Mendoza (huida a Portugal tras la

ejecución de su marido y muerta en Oporto), padres de don Jerónimo de Padilla, que fue

marido de doña Magdalena de Bovadilla, de cuya tutoría, a la muerte de don Gutierre, se

ocupó don Diego Hurtado con toda dedicación hasta el mismo año de su muerte.

La estancia de nuestro personaje está documentada en 1556 en Valladolid (donde,

como dimos noticia en A vueltas…, se estaba criando un mozo, supuestamente hijo suyo,

como declaró en su testamento y a quien dejó una manda para cubrir sus necesidades) en

un reconocimiento de censo a favor de la viuda del doctor García Collado ante el escribano

García Cerón28. Con fecha 10 de mayo de 1557 llegó a Laredo para ocupar su cargo de

Intendente de la flota, desde donde escribe casi diariamente a la Princesa doña Juana (12,

26. art. cit. p. 331.

27. No hay ninguna en M. Agulló y Cobo, Relaciones de sucesos I: Años 1477-1619, Madrid, CSIC, 1966, ni la doctora

López-Poza, máxima autoridad en el tema, ha podido localizar una sola en que se dé noticia de aquellos transcendentales

acontecimientos. Tampoco Luisa Cuesta en su magnífico trabajo «El Emperador Carlos v y la Biblioteca Nacional de

Madrid» (El Libro Español, i (febrero 1958), nº 2, pp. 55-64) recoge estudio específico sobre el tema; probablemente haya

referencia en alguna de las obras generales citadas, de muy difícil consulta.

28. Archivo Histórico de Protocolos de Valladolid: Protocolo de 1556, fol. 1.271 y ss. En el citado Archivo no se ha

encontrado el documento.

A vueltas con el autor del Lazarillo. Un par de vueltas más Lemir 15 (2011) 227

13, 15, 17, 21, 25, 27, 28 de mayo; 4, 7, 10, 14, 23 y 30 de junio; 7, 10, 14, 15 y 18 de julio;

10, 13, 18, 21 y 31 de agosto). El 1 de septiembre comunicó por carta al Secretario Ledesma

que partía para Inglaterra con Ruy Gómez, Conde de Mélito, y desde Donnouth

escribió de nuevo a doña Juana, el 20 de aquel mes y año.

Entre los documentos publicados en mi obra, sigo considerando fundamental la carta

de que dio noticia en su párrafo esencial el académico de la Historia Lucas de la Torre en

191429. Pablo Jauralde, por su posibilidad de acceso a la Sección de Manuscritos de la Biblioteca

Nacional, publicó un borroso fragmento ¿de fotografía? y una correcta transcripción

del documento (de fácil lectura ya que se trata de una copia del siglo xviii) y la ha

comentado en varios de los importantes trabajos que ha dedicado al Lazarillo y a su posible

autor30. Posteriormente yo obtuve reproducción de la citada carta, que damos íntegra

—con apenas unas ligeras correcciones ortográficas respecto a la publicada por Jauralde—

porque este trabajo quede completo. La carta no contiene más dato de interés que el

que quedó reseñado en mi libro: que don Diego se la envió desde Santander en 1557 a su

sobrino Francisco adjuntando un libro para el Príncipe Felipe, con la advertencia de que

no debía dejársele «mucho en las manos porque no me anden examinando necedades» y

que, es muy probable que se tratase de la obra en cuestión. La carta dice:

Don Diego a don Francisco de Mendoça. Mayo, 1557.

Muy Illustre señor.

Yo siempre acostumbro à cumplir tarde mi palabra y aunque

sea peor tarde que nunca, embio el libro para el Prínçipe.

Vuestra Merced no se le dexe mucho en las manos porque no

Me anden exsaminando necedades, que son mucho mayores

Las que se hacen en lo que no importa que en lo que importa,

Pues las unas son voluntarias y las otras neçessarias. De la salud

de la señora doña María tengo harto cuidado; suplico a

Vuestra Merced me avise della. Lo de aquí va más de espacio que

allá piensan. El proveedor dio priessa a escribir que la gente començasse

a caminar porque había recaudo y no lo hallo tan cumplido

como yo quisiera, pero el mostrar los hombres que tienen

hecho algo quando no tienen hecho lo que es menester, suele traer

confusión. No he tenido carta de don Bernardino, muchas ocupaciones

debe tener. Nuestro Señor &.

De Santander. (BNE. Mss. 10459, fol. 84).

Como se ve, el documento, aparte de las palabras que hacen referencia al envío del libro,

sólo contiene algunas noticias sobre su trabajo en la Armada y su preocupación por

la salud de personas de su entorno familiar. En el encabezamiento, o bien don Diego trastoca

el refrán conocido «Más vale tarde que nunca» en un juego de palabras de los que le

eran tan gratos, o bien el copista del original, dos siglos después, lo transcribió mal.

No me ha sido posible documentar la amistad que Jauralde sostiene mantuvieron Santa

Teresa y Hurtado, así como de la existencia de una carta del Embajador a la reformado-

29. A vueltas…, pp. 51-52 y nota 63.

30. Vid. «Han ganado los malos»: «Lazarillo (7): Diego Hurtado de Mendoza», «El Lazarillo en Boston» y «La autoría

del Lazarillo» y «Sin que de mi nombre quede otra memoria», todos los artículos se pueden consultar en Internet.

228 Lemir 15 (2011) Mercedes Agulló y Cobo, CBE

ra del Carmelo y la existencia de otra de la Santa (son frecuentes en muchos Inventarios)

en poder de don Diego. Desde luego esta última no consta en el de bienes del granadino,

cosa infrecuente por la importancia que se concedía a las reliquias. La cronología de ambos

tampoco proporciona lugar de su coincidencia y, dado su carácter, no parece muy

propio de Hurtado su asistencia a unas supuestas «tertulias espirituales» que el investigador

mantiene se celebraban en el Monasterio madrileño de La Latina con las franciscanas

que en él residían y a las que asistía López de Velasco. No veo yo al incluso a veces procaz

poeta en conversación mística con la Doctora de Ávila. Tal vez Jauralde se basa en la documentada

información de Coll-Tellechea en la citada ponencia del Congreso de Roma

sobre la correspondencia entre la Santa y el Secretario Real, pero que es de fecha en varios

años posterior a la de la muerte de don Diego. Santa Teresa, según su propia declaración

al hablar de la fundación del Monasterio de Pastrana dice que saliendo de Toledo, tomó el

camino de Madrid «y fuimos a posar mis compañeras y yo a un monasterio de franciscas

con una señora que le hizo, y estaba en él, llamada doña Leonor Mascareñas, aya que fue

del rey, muy sierva de Nuestro Señor, á donde yo había posado otras veces, por algunas

ocasiones que se había ofrecido pasar por allí…»31. Se trata, pues, no del Monasterio de La

Latina (fundado a fines del siglo xv por doña Beatriz Galindo y todavía existente en la calle

de Toledo) sino del de Santa María de los Ángeles, fundado por doña Leonor en 1569

y para donde había traído de Ávila monjas del de Santa María de Jesús. La fundación, la

estancia de la Santa y la muerte de la fundadora en 1584 lo recoge también León Pinelo

en sus Anales de Madrid32. La memoria del Monasterio ha quedado en el nombre de Costanilla

de los Ángeles en Madrid, calle en la que estuvo el edificio. El Monasterio madrileño

de carmelitas de Santa Ana no fue fundación personal de la Santa —que parece no

era bien recibida en nuestra Villa— sino que lo fue de San Juan de la Cruz en 1586, por lo

que tampoco cabe pensar en un encuentro entre la Santa y nuestro don Diego en Madrid.

Por una «Cuenta de la Encomienda de don Diego de Mendoza quel dio el Comendador

Alarcón», en la que se incluye un poder del granadino a Julián de Eguiluz Barrada, su

mayordomo, para tomar cuentas al citado Comendador durante el tiempo que administró

la de don Diego, sabemos que Hurtado se incorporó a la Corte, entonces en Toledo,

tras su tarea de Proveedor de la Armada. El poder está dado en aquella ciudad, «estando

en ella la Corte e Consejo Real de Su Magestad», el 22 de octubre de 156033 y siguiendo a

la Corte se trasladó a Madrid en 1561, donde se ocupó de la complicada curaduría de doña

Magdalena de Bovadilla y Peñalosa, Dama de la Princesa de Portugal. Ya dimos noticia

de otros poderes y documentos relacionados con esta curaduría, recogidos y dados en

resumen por Pérez Pastor. No obstante haberlos transcrito de nuevo del original, ninguno

de ellos merece la pena ser reproducido, ya que no contienen ningún dato significativo

que afecte a nuestro trabajo. Sólo reseñar la minuciosidad con que Hurtado de Mendoza

atendió a su menor incluso en la redacción del papeleo que su cargo de curador le exigía

y que queda de manifiesto en las rectificaciones, correcciones, palabras suprimidas y aña-

31. Obras de Santa Teresa de Jesús, fundadora de la reforma de la Orden de Nuestra Señora del Carmen, Madrid, 1852, Tomo

iv, pp. 196-197.

32. Anales de Madrid (desde el año 447 al de 1658), Madrid, Instituto de Estudios Madrileños-CSIC, 1971, pp. 88, 100

y 133.

33. Archivo Histórico de Protocolos. Madrid: Protocolo 434 con dos foliaciones, fols. 213 y 977.

A vueltas con el autor del Lazarillo. Un par de vueltas más Lemir 15 (2011) 229

didas en los citados documentos, que debieron ser la desesperación de escribanos y escribientes.

Como ejemplos, el poder de don Diego a Francisco de Paz y Sancho de Camargo,

vecinos de Granada, de 20 de octubre de 156134; el de don Diego y María de Padilla a

Manuel de Arceo para tomar cuentas a los mayordomos del padre de su menor, de 24 de

septiembre de 156235 y el prácticamente ilegible y que no debió otorgarse por cuanto aparece

tachado, con graves inculpaciones a la madre de doña Magdalena36.

Una puntualización: la casa de la calle de Toledo donde el Embajador vivió los últimos

años de su vida y donde había de morir figura como «Mesón de Mucientes» en el

Libro de Enterramientos parroquial de San Justo de 1571, con el mismo nombre en el de

1579 y como «Mesón de la Cruz en las casas de Mucientes. Puerta de Toledo» en el de

1584, lo que confirma además que dicha Puerta (la antigua) todavía no había cambiado

de emplazamiento.

La estrecha relación López de Velasco-Hurtado de Mendoza queda de manifiesto una

vez más en el hecho de que el licenciado Alonso de Tebar Parada, «traductor» de la mala

letra del moribundo don Diego en 1575, coincide en nombre y apellido con uno de los testamentarios

del Cosmógrafo Real en 1598, Francisco, casado con una Ana de Mendoza.

Los años transcurridos entre uno y otro documento permiten suponer que fueran padre

e hijo; de ninguno de los dos he hallado noticias.

Del resto de la biografía de don Diego hasta su muerte en Madrid en agosto de 1575,

dimos cumplida cuenta en mi citado libro.

Algunos comentarios a la edición de Francisco Rico

Como de todos los que estudiamos los múltiples problemas que plantea la lectura del

Lazarillo, los trabajos de Francisco Rico constituyen mi Libro de Horas (¡de muchas horas!);

pues bien, ni siquiera Rico, en su obsesión por el anonimato de la obra, ha podido

eludir una serie de referencias que nos acercan de nuevo a Diego Hurtado de Mendoza

como su autor.

Uno de los aspectos más estudiados de la obra ha sido el de sus precedentes, sus posibles

fuentes, los pasajes de libros de otros autores que pudieron ser imitados, copiados o

simplemente citados en el Lazarillo. Rico37 recoge y comenta tanto el carácter de «carta

mensajera» de la obra (con relación de las que por los años en que aparece la obra abundaron

impresas) como su dependencia —a veces clara y otras más rebuscada— del Asno de

oro, del Baldus, del Crotalón, del Diálogo de las transformaciones…, con un completo análisis

de las obras, de sus autores y de quienes los han estudiado. Pues bien, en la biblioteca de

don Diego, de los 1.080 libros que Hobson38 da como integrantes de la misma hoy conservados

en El Escorial, no figura Apuleyo, ni el Crotalón, ni Il gallo, ni Las metamorfosis de

Lucio de Patrás, ni El diálogo de las transformaciones… Sólo poseía un ejemplar de la Ma-

34. Ídem: Protocolo 434 con dos foliaciones 188 y 931-932.

35. Ídem: Protocolo 434, fols. 581-582.

36. Ídem: Protocolo 434, fols. 681-682.

37. Francisco Rico (ed.), Lazarillo de Tormes, Madrid, Cátedra, 2008, «Introducción 3. Contextos», pp. 44-77.

38. Francisco Rico, Ob. cit., «Introducción 3. Contextos», pp. 44-77.

230 Lemir 15 (2011) Mercedes Agulló y Cobo, CBE

caronea de Teófilo Folengo Venecia, 1520 (H369), un Deccamerone en edición veneciana

de 1541-1542 (H259) y un Estilo de escrevir cartas mensageras de Gaspar de Tejeda editado

en Zaragoza en 1547? (H1047). Como ya dijimos en nuestro libro (p. 127), un Arte de escribir

cartas mensajeras estaba en casa del Duque del Infantado a la muerte de don Diego,

ejemplar tal vez identificable con la obra de Tejeda.

De otros autores relacionados con este tema don Diego tenía obras pero no aquellas

que se han considerado antecedentes o inspiradoras del Lazarillo o de autores que el pregonero

cita: de Luciano de Samosata Gli dilettevoli dialogi, le vere narrationi: le facete epistole

(Venecia, 1543), de Andrés de Laguna Castigationes in translatione octo ultimorum librorum

De re rustica, Constantini Caesaris, per Janum Camarium (Colonia, 1543), de Plinio,

Naturalis historia (Venecia, 1536, 1538, en 4 vols.) y de Cicerón no menos de doce obras,

entre las que no se incluyen precisamente las Tusculanas, donde se recoge la sentencia que

repite Lázaro39.

Y aquí nos parece aplicable la teoría expuesta por Víctor Infantes en uno de sus últimos

estudios40:

Los autores suelen enmascarar en el texto muchas verdades (a medias) sobre su

obra, es decir que mienten —literariamente hablando— sobre fuentes, identidades

e intenciones, no nos pueden sorprender, es una de las razones de ser de la

propia creación literaria, y constituye nuestro deber desenmascarar el juego (los

juegos) de realidad y ficción que soporta la gestación de una obra; aunque, a veces,

también dicen la verdad, pero es más difícil averiguar el dónde, especialmente,

el cuándo, por no mencionar el por qué.

Aplicado este criterio a la ocultación de su nombre, por las razones que reiteradamente

hemos aducido de no parecerle obra de un erudito, por el temor a las represalias inquisitoriales,

etc., no deja de resultar muy raro que en una biblioteca como la de un bibliófilo de la

categoría de Hurtado de Mendoza faltasen libros de la importancia de los que no hallamos

en ella. ¿Se desprendió de aquellas que podían revelar o por lo menos dejar entrever su autoría?

¿Cómo es posible que careciese de alguna edición del Asno de oro —tan abundante en

ellas— de la Propaladia, de las Epístolas de Plinio, con frecuencia presentes en otras bibliotecas

de eruditos de su tiempo? ¿Por qué en la biblioteca de don Diego que, según Hobson,

conservaba por lo menos un centenar de libros (el 10% de su colección conocida) impresos

en ciudades y por impresores incluidos en prohibición expresa tanto de la Santa Sede como

de los Inquisidores españoles, faltaban esos otros sobre los que no pesaba suspensión y que

eran casi de obligado conocimiento para los humanistas de su tiempo?

Siguiendo la lectura del texto, Rico, ya en la Introducción (p. 127) al hablar «de las alabanzas

de los cuernos» planteada de modo jocoso en la Moira de Erasmo, reconoce que el

tema se amplía «en Doni, Cetina o Hurtado de Mendoza».

En «Los padres» (p. 16 del Texto) encontramos que la madre de Lázaro, al enviudar

encuentra un nuevo «compañero sentimental», como hoy se diría, en un «moreno» o negro

llamado Zaire. ¿Puede alguien imaginar al elegante erasmista valenciano Luis Vives

39. Francisco Rico, op. cit., p. 6 del «Prólogo».

40. La trama impresa de «Celestina». Ediciones, libros y autógrafos de Francisco de Rojas, Madrid, Visor, 2010, p. 13.

A vueltas con el autor del Lazarillo. Un par de vueltas más Lemir 15 (2011) 231

recitando romances moriscos o al relamidísimo servidor áulico conquense Alfonso de

Valdés (que sólo trataba con princesas y duquesas italianas) diciendo aquello de:

Mira, Zaide, que te aviso

que no pases por mi calle.

Ni hables con mis mujeres

ni con mis cautivos trates...

…y el señor alcaide quiere

Saber quién es Abenámar.

Zegríes y Aliatares,

Adulces, Zaides y Abadllas…

Interrogación que puede hacerse extensiva a cualquiera de los otros considerados posibles

autores del Lazarillo, excepto a Hurtado, crecido en la Alhambra y cuya niñez y juventud

transcurrió entre criados y esclavos moriscos, entre esos «zaides» cantados tiempo

después por Lope y Góngora, y que él recuerda cuando escribe.

«Estábamos en Escalona, villa del Duque de ella» (p. 38 del texto). En este caso es Carlos. Keller Rueff41 el que afirma que el Duque de Escalona era el abuelo materno de don Diego, cuya madre era doña Francisca Pacheco, hija de aquel dignatario, por lo que debía de conocer la villa.

«Conchetta con el diminutivo italianizado, varias veces atestiguado en el Lazarillo…»

(nota 27, p. 51). El uso de palabras italianas en el castellano del siglo xvi no es infrecuente,

pero ¿no es lógico su empleo reiterado por don Diego, que tantos años pasó en Italia?

En «La paja y el real» (nota 111, p. 95), refiriéndose al mísero escudero, el autor del libro

dice que iba «tan ufano como si tuviera el tesoro de Venecia», frase tal vez habitual en

su momento, pero con seguridad más frecuentemente usada por el granadino, Embajador

ante el Dux, que la más corriente de «vale un Potosí», en evocación de la mina de plata

boliviana descubierta en 1545.

Ya hemos hablado en datos añadidos a la biografía de don Diego de que se le atribuía

la paternidad de un pobre mentecato que se criaba en Valladolid. Pues bien, en una de las

escasas referencias geográficas del Lazarillo, «Hacienda y proyectos del escudero» (nota

133, p. 102), éste declara: «no soy tan pobre que no tengo en mi tierra un solar de cassas…

dieciseis leguas de donde nací, en aquella Costanilla de Valladolid…».

Y un reconocimiento más por parte de Rico, en «Con un mercedario» : la frase «hacer

visitas, andar de visita», la emplea don Diego en las Guerras de Granada; no se recoge en el

estudio otro testimonio (nota 7, p. 111).

Tantas veces Francisco Rico repite la palabra anónimo al referirse al autor del librillo,

que el término acaba por imponerse y señorea por encima de cualquier otra posibilidad.

Sin embargo, recogemos aquí la minuciosa referencia de Concepción Bermejo Jiménez42

según la cual «De 85 títulos sobre la novela, sólo 5 se refieren directamente al problema de

la autoría… Una proporción parecida encontramos en la relación bibliográfica que como

apéndice ofrece B. G. Morros a la edición de El Lazarillo de F. Rico. Aquí, de un total de

41. «Don Diego Hurtado de Mendoza, autor del Lazarillo de Tormes», en Homenaje a Guillermo Feliú Cruz, ed. de Neville Blanc Renard, Santiago de Chile, Editorial Andrés Bello, 1973, pp. 585-600.

42. Obra lírica de Diego Hurtado de Mendoza. Edición y estudio literario, Murcia, Universidad de Murcia, 1989.

232 Lemir 15 (2011) Mercedes Agulló y Cobo, CBE

416 títulos sobre la novela, sólo 21 abordan el problema del autor. Y de esos 21, 5 se refieren

expresamente, y ya desde el mismo título, a Hurtado de Mendoza» [85, 416, 21 y 5

subrayados en el original]. Bastó que alguien introdujese el término «anónimo» para que se

impusiese sin más a la tradicional creencia y opinión de Zurita, del propio Gracián…, que

con don Diego mantuvieron constante relación de amistad y que en repetidas ocasiones le

dieron por autor del Lazarillo». Sin olvidar la insistencia de Tamayo de Vargas.

Se me dirá que todo ello son «cotufas en el mar», pero sólo en don Diego Hurtado de

Mendoza concurren tantas «coincidencias».

Al margen del problema de la autoría, permítanseme un par de comentarios a las notas

del estudio de don Francisco:

En «La casa del clérigo» (pp. 49-50) el texto dice: «Verdad es que partía conmigo del

caldo, que de la carne ¡tan blanco el ojo!, sino un poco de pan…». La nota 22 da una confusa

explicación; yo creo que existe otra muy sencilla. Un caldo o una sopa se dice que tiene

ojos cuando la grasa del tocino o la sustancia de la carne al cocer emerge en la superficie

y sobrenada en forma de circulillos, blancos cuando carne, tocino y chorizo son escasos

o faltan, y amarillos cuando los «compangos» abundan. Y el caldo que se daba a Lázaro

tenía los «ojos blancos».

En «La cena del escudero» (p. 91) se explica en la nota 94 que para hacer sus necesidades

el escudero utilizaba el corral o el sobrado, por no haber en aquellos años retretes. En

parte es así y hasta tiempos muy cercanos así ha sido, en los pueblos especialmente. Pero

no es menos cierto que desde muy antiguo se utilizaban rudimentarios retretes —más

bien letrinas— las llamadas «necesarias» («retrete, escusado», según el Diccionario de la

Academia). Hay numerosas confirmaciones documentales sobre el tema. Daremos sólo

una: el concierto de 1597 entre el Rector del Hospital de La Latina madrileño y el maestro

de obras Juan Gutiérrez Toribio, que había comprado un suelo en la delantera del edificio,

donde estaban las necesarias, por lo que pidió licencia para construir otras nuevas: sobre

los cimientos se levantarían pilares de ladrillo y encima iría «vn maderamiento… donde

ha de echar vna pieza para los asientos de las dichas nezesarias…». Tendrían cinco asientos

y «vn vaciadero»43.

Probablemente aún quedan cien preguntas sin respuesta a los interrogantes que la

lectura del Lazarillo y sus «intérpretes» plantean. Con las que yo propongo hay trabajo

para largo tiempo. Pido a mis posibles lectores paciencia y dedicación en la lectura de este

texto. Por favor, no se detengan en el «hallazgo».

43. Archivo de Villa. Madrid: 19-29-9.

A vueltas con el autor del Lazarillo. Un par de vueltas más Lemir 15 (2011) 233

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